Premio nacional de derecho Carlos Manuel de Céspedes 2016

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Premio Nacional de Derecho
Carlos Manuel de Céspedes
La Unión Nacional de Juristas de Cuba otorga anualmente el
Premio Nacional de Derecho Carlos Manuel de Céspedes,
con el propósito de reconocer la vida y obra de los juristas que
han sobresalido por una destacada ejecutoria profesional,
valores éticos y aportes al desarrollo del Derecho en el país
desde la práctica profesional, la docencia o las
investigaciones, y que con su labor han contribuido a dignificar
el ejercicio de la profesión.
Las propuestas se realizan desde la base, los capítulos
provinciales de las sociedades científicas, las juntas directivas
provinciales y las directivas nacionales de las sociedades.
El Jurado designado por la Junta Directiva de la Unión
Nacional de Juristas de Cuba, acordó por unanimidad
conceder el Premio Nacional, correspondiente al año 2016, al
Dr. Ramón DE LA CRUZ OCHOA, relevante jurista, que ha
dedicado su vida al desarrollo de las ciencias jurídicas.
El Acto Solemne donde se entregó formal y públicamente el
premio, se realizó el 24 de febrero a las 12:30 p.m., en el Aula
Magna de la Universidad de La Habana, con la presencia de
distinguidas personalidades del Derecho y de la
intelectualidad cubana.
El Dr. Ramón DE LA CRUZ OCHOA es miembro de la Unión
Nacional de Juristas de Cuba desde su fundación y
Presidente de Honor de la Sociedad Cubana de Ciencias
Penales de dicha Organización. Prestó servicios en el exterior
de la República de Cuba en el período 1973-1979, como cónsul
en Jamaica. Fue Viceministro de Justicia de 1983-1986,
Fiscal General de la República en el período 1986-1993,
Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y
Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular
(Parlamento) de 1993-1998. Doctor en Ciencias Jurídicas por
la Universidad de La Habana y Doctor en Derecho por la
Universidad del País Vasco, España; Profesor Invitado de
varias universidades europeas y latinoamericanas. Autor de
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innumerables artículos científicos y libros, publicados en
diversos países. Ha sido, sin dudas, una de las autoridades
más importantes en la historia del Derecho Penal cubano.
Palabras de elogio pronunciadas por la Dra. Mayda GOITE PIERRE,
presidenta de la Sociedad Cubana de Ciencias Penales,
Profesora Titular de Derecho Penal y vicerrectora de la
Universidad de La Habana
Estimados amigos y amigas que se han dado cita hoy en el
Aula Magna de la Universidad de La Habana, para acompañar
al Dr. Ramón DE LA CRUZ OCHOA, en este digno y merecido
homenaje, en el que se le otorga el Premio Carlos Manuel de
Céspedes, 2016.
Hace casi cuatro décadas conozco a Ramón, era yo una de
esas anónimas estudiantes de último año de Derecho en la
insigne Universidad de Oriente y cuando vives en una
provincia, el “acontecimiento” tiene una mayor dimensión,
todo el que llega de la capital te impacta y la curiosidad te
hace escudriñar hasta el último detalle. Nos “visitará” el
Viceministro de Justicia, va a impartir una conferencia y los
alumnos ayudantes del Departamento Penal; están
“convocados” a participar; es a las 5 de la tarde en la Unión
de Juristas, después daremos un brindis; así fue la
convocatoria (más o menos como hubiera sido hoy).
La tarde en cuestión llegó un hombre alto, más de lo normal,
fuerte, más bien gordo para nuestros ojos de 20 años, que sin
apenas saludar, con voz grave comenzó a hablar de
“Criminología crítica”, de “Minimalismo penal” y por primera
vez nos asomamos a los conceptos de ius puniendi y
despenalización. Años más tarde, en los finales de los 80,
entonces recibí de él otra enseñanza en este camino de tener
la última información doctrinal, cuando me dijo: “Si quieres
que los subordinados te respeten, muéstrele conocimientos” y
siendo Fiscal General de la República, presidía el tribunal que
evaluaba a los fiscales jefes de procesos penales y
verificaciones fiscales que de todo el país concentró, en el
Instituto de Capacitación de la Fiscalía, para capacitarnos en
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“Delincuencia económica”, un curso diseñado por él, temática
de la que en aquel momento pocos conocían.
Estos dos pasajes los narro para decir que siento una enorme
satisfacción de pronunciar estas palabras de elogio y doy
gracias al Derecho Penal por haberme permitido conocer, estar
cerca de él y aprender de un jurista como Ramón DE LA CRUZ
OCHOA, caracterizado por una impresionante brillantez de
pensamiento, un cubano criollo, legítimo penalista o criminólogo
penalista, constitucionalista, político, revolucionario en el
concepto más extenso de la palabra, controvertido y polémico;
eso ha marcado su personalidad, capaz de ocupar las más
altas responsabilidades como veremos luego, pero por encima
de todo “abogado” de la fila, de toga, de estrado, de cultura
jurídica, de lucidez académica, y que hoy es homenajeado
porque ha dedicado su obra y su vida al Derecho, y me atrevo
a decir que compite en la cima de los grandes por su
versatilidad. Me referiré hoy a su extensa obra en Derecho
Penal y Criminología, pero su pensamiento lúcido como
constitucionalista, le hicieron ganar un importante espacio en la
vida política y legislativa, y hoy sus aportes en la solución de
asuntos comerciales y mercantiles, nos dicen que encasillarlo en
el Derecho Penal sería ser inconsecuente con su pensamiento, y
que su “ego” que lo acompaña lo hace crecer en todo.
Ramón DE LA CRUZ OCHOA es capaz de discrepar hasta de él
mismo, pero con la valentía suficiente de quienes lo dicen todo
en la fila y la línea de la Revolución Cubana, para que no quede
el menor resquicio de su apego a Cuba y a su proyecto social, el
cual ha defendido con creces en la arena internacional y
presentado polémicas y críticas fundadas a lo interno.
Ramón ya cumplió 75 años; hijos, nietos y libros, como quería
MARTÍ, han sido cumplidos, entonces pudiéramos decir ¿qué
le falta? Bueno, sigue ahí, en un despacho de abogados,
pensando día a día en los casos penales, económicos y
mercantiles que aquejan a la sociedad cubana, aunque
frecuentemente me dice que ya no quiere “casos penales”, no
lo digas esa es tu esencia.
Ramón tiene atributos para ser como es, habanero de “verdad”,
no convertido como lo somos un porcentaje importante de
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nosotros. Graduado en la Universidad de La Habana en 1964,
su larga trayectoria laboral lo coloca como: Fiscal Provincial,
Asesor Jurídico, cumplió misión en el Servicio Exterior como
cónsul en Jamaica, Viceministro de Justicia, Fiscal General de
la República, Presidente de la Comisión de Asuntos
Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, abogado de la Organización Nacional
de Bufetes Colectivos y Profesor Titular de la Facultad de
Derecho de la Universidad de La Habana. Presidente de
Honor de la Sociedad Cubana de Ciencias Penales de la
Unión Nacional de Juristas de Cuba.
Fue miembro de la Comisión de Drogas y de la Comisión
Jurídica del Parlamento Latinoamericano y Miembro Experto
del Comité de Prevención del Delito de Naciones Unidas, y
aprovecho aquí para dar lectura a las palabras que me
enviara hace unos días el Dr. Elías CARRANZA, director de
ILANUD, y cito: “El doctor DE LA CRUZ OCHOA es un eximio
penalista y experto en política criminal que ha colaborado con
ILANUD desde su fundación en 1975, habiendo integrado
nuestro Consejo Asesor durante muchos años, muchos foros
de las Naciones Unidas y de la ILANUD se vieron
enriquecidos con sus siempre valiosos y afinados aportes
intelectuales”. Por eso, en reiteradas ocasiones, muchos de
nosotros hemos coincidido en la idea de que la figura cubana
del Derecho Penal más conocida internacionalmente en los
últimos 40 años, es el Dr. Ramón DE LA CRUZ OCHOA.
Miembro del ejecutivo del ILSA (Instituto Latinoamericano de
Servicios Legales Alternativos), ONG con sede en Bogotá,
Colombia. Actualmente es miembro del Consejo Asesor del
ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal
y Criminología con sede en Buenos Aires, Argentina.
Miembro del Consejo Asesor de la revista cubana de ciencias
sociales Temas. Colaborador de la ONG cubana Centro Félix
Varela, encargado del tema Derechos económicos, sociales y
culturales.
Asesor Regional para el Caribe del Instituto de Estudios
Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) con
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sede en Buenos Aires, Argentina, para el desarrollo de
programas de ayuda al mejor funcionamiento de la justicia.
Miembro del equipo redactor del Programa de Investigaciones
sobre el Procedimiento Penal en América Latina y del equipo
de expertos del Programa Policía en Latinoamérica del Marx
Planck Institute de Freiburg im Brisgau de Alemania.
Profesor Invitado de la Universidad J.F. Kennedy de Buenos
Aires, Argentina.
Profesor Invitado del Instituto de Criminología de la
Universidad de Maracaibo en el estado de Zulia, Venezuela.
Investigador invitado del Marx Planck Institute para el Derecho
Penal Extranjero y para el Derecho Penal Internacional en
Freiburg, Alemania.
Investigador invitado del Instituto de Criminología de la
Universidad de Oslo, Noruega.
Profesor Invitado en el V Congreso Internacional de
Capacitación sobre las Medidas Efectivas de Atención para
Facilitar la Reinserción y Rehabilitación de las Personas
Privadas de Libertad a la Sociedad, auspiciado por la Agencia
de Cooperación Internacional de Japón y el Instituto
Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención
del Delito y el Tratamiento al Delincuente, efectuado en julio
de 2003, en San José de Costa Rica.
Experto en Legislación cubana ante la Corte de Arbitraje
Comercial en París, Francia, 2004.
Investigador invitado del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México.
Profesor Invitado, Facultad de Derecho de la Universidad de
Granada, España.
Profesor Invitado en la maestría de Criminología de la
Universidad de San Carlos, de Guatemala.
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Profesor Invitado en la Universidad de Iquique, Chile.
Programa de doctorado con la Universidad del País Vasco,
España.
Profesor Invitado, Consejo Superior del Poder Judicial, estado
de Tabasco, México.
Ha dictado conferencias en las universidades del País Vasco,
Complutense de Madrid, Granada en Andalucía, Oviedo en
Asturias, Estatal de Valencia, Católica de Valencia, Estatal de
Barcelona y Murcia, todas en España. En la UNAM
(Universidad Nacional Autónoma de México), Facultad de
Derecho, Universidad Anáhuac; Instituto Nacional de Estudios
Superiores en Derecho Penal A.C. y Colegio de Tlaxcala, en
México y en el Instituto Interamericano de Derechos
Humanos, con sede en San José de Costa Rica.
Ramón tiene publicados más de cuarenta artículos, libros y
monografías en prestigiosas editoriales sobre temas de
Derecho Penal y Criminología, han sido referentes sus escritos
sobre la Criminalidad organizada y la Política criminal. Se dice
que posee una de las bibliotecas más vastas y exquisitas en
esta materia, cuyo caudal utiliza creadoramente para dotarnos
de sus más profundas, certeras y útiles reflexiones; espero un
lejano día recibir la donación de algunos de esos libros.
Pero yo quiero enfatizar en algo que nos parece trascendente
de la vida profesional de Ramón, creo que de manera única
coincidimos todos los juristas cubanos, en el gran esfuerzo e
interés que dedicó, durante sus años con responsabilidades
importantes en el país, para que los juristas cubanos elevaran
su nivel científico y profesional, ese es un mérito indiscutible
de él. Todos recordamos que en los primeros eventos
científicos de relevancia internacional en nuestro país, hace
tres décadas, estuvo su pensamiento y su intervención: los
encuentros de Criminología, que convocan en La Habana
a prestigiosos criminólogos y compartieron con él puntos
de vistas; los congresos de ciencias penales de la Fiscalía
General de la República; la organización en La Habana del
VIII Congreso de Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito
y el Tratamiento al Delincuente; la organización del evento sobre
la Política y la ideología en sus relaciones con el Derecho.
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La reproducción de libros; “aquellos de color azul y verde”:
Lecturas para jueces. Los fiscales de la generación de finales
de los años 80 y los 90, le debemos el estudio y la
capacitación a Ramón DE LA CRUZ OCHOA, quien por vez
primera nos acercó al pensamiento más moderno de las
ciencias penales y la Criminología cuando eran escasos los
libros y no teníamos muchos referentes doctrinales
actualizados. Cada una de las fiscalías en el país tuvieron un
ejemplar de la obra sobre el Derecho Penal, en su Parte
General, del profesor Dr. Eugenio Raúl ZAFFARONI; era su
pretensión de que cada caso que resolviéramos contara con
un pensamiento doctrinal de avanzada, el cual nos permitiera
preservar la calidad en toda actuación del fiscal, por el
legítimo respeto que debíamos a la legalidad y a la seguridad
jurídica.
Ramón es el presidente de Honor de la maestría de
Criminología y uno de los más fervientes animadores, junto a
la profesora Margarita VIERA, en el inicio y desarrollo de esta
modalidad académica. Con él hemos conversado, discutido,
reflexionado en distintas clases, talleres, discusiones de tesis
de maestría, incluso en animadas charlas informales, donde
ha sido exigente y profundo con lo analizado; así ha
contribuido enormemente al prestigio que tiene este programa
de maestría, primer programa acreditado de Excelencia en
nuestra Facultad de Derecho.
Hay otro detalle de su vocación por la preparación, que al
menos para muchos de nosotros ha constituido también una
lección de vida y que no puedo dejar de mencionar. En el año
2000, en Cuba existía un porcentaje ínfimo de doctores en
Derecho, lo que obligó a la dirección de la Facultad y de la
Unión Nacional de Juristas, de la mano de José LuisTOLEDO,
Juan MENDOZA y Arnel MEDINA, y con el decidido apoyo del
Partido, a buscar alianzas estratégicas que cambiaran ese
panorama. De ahí, nuestra estrecha relación de amistad y
vínculos académicos con la Universidad de Valencia,
especialmente con Roberto VICIANO PASTOR y Juan Carlos
CARBONELL MATÉU. Ramón DE LA CRUZ, con toda su aureola,
reconocimiento internacional y prestigio en el mundo jurídico,
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no tuvo reparo alguno para sentarse en un aula junto a
muchos de nosotros que éramos simples aprendices, eso dijo
mucho de él, pero los acontecimientos se precipitaron y había
que concluir en el menor tiempo el doctorado y la obtención
de becas para las defensas efectivas se demoraban y muchos
tuvimos que defender en Cuba, Ramón consiguió el
financiamiento en la Universidad del País Vasco, para ir a
defender allí, cuál fue su reacción: defenderé “primero en
Cuba”, luego voy a España y con una humildad, no muy
propia de él, se presentó ante el tribunal que integrábamos
algunos de sus alumnos, allí se defendió como Doctor en
Ciencias Jurídicas y de allí se fue a España y trajo también su
título Cum Laude, eso al menos para muchos es también un
ejemplo.
Ramón ha estado siempre preocupado por el desarrollo del
Derecho y la Criminología, pero sobre todo, interesado no
solo por el “debe serde esas ciencias en Cuba, sino por el
“ser y más por el “hacer en cada una de sus
intervenciones, en sus escritos y en cada responsabilidad
que ha ocupado; sus discursos académicos en eventos,
sesiones de trabajo y en las comisiones sobre los debates de
leyes se han caracterizado por ese agudo pensamiento,
crítico y aleccionador de lo que debe ser mejor en materia
jurídica, por eso ha sido imposible desconocer su aporte
jurídico y académico.
En ese camino quiero traer a este elogio, las palabras de la
Dra. Tania DE ARMAS FONTICOBA, Profesora Principal de
Criminología, quien en la IX Edición de la Escuela de Verano
de La Habana sobre Temas penales contemporáneos 2013
dedicada a la vida y obra del Dr. Ramón DE LA CRUZ OCHOA,
realizó un excelente artículo que sistematizó los aportes,
ideas, reflexiones criminológicas y de política criminal de
Ramón DE LA CRUZ, al decir, y cito, que: “La obra jurídica de
Ramón no puede encasillarse en los predios jurídicos, o
criminológicos, sino que tiene una ubicación superior y
transdisciplinaria; merecerá, sin duda, una reflexión crítica
más exhaustiva y es un reto para las nuevas generaciones
continuar sobre el sendero trazado por él para entender su
pensamiento y tomar sus positivas actuaciones”.
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Profundo conocedor de la Criminología crítica, de sus
principales contribuciones y desaciertos, entendido también
de las viejas y contemporáneas teorías criminológicas,
ferviente crítico de algunas de ellas. Es un académico
ilustrado en muchas materias relacionadas con el delito y la
criminalidad, y en Criminología está muy informado.
Probablemente una de sus obras más conocidas y más
citadas sea Crimen organizado, tráfico de drogas. Lavado de
dinero y terrorismo, de la Editorial Ciencias Sociales,
publicado en 2004.
Es uno de los primeros autores que trata este tema en nuestro
país y lo hace no solo desde el punto de vista jurídico penal,
sino que hace reflexiones criminológicas importantes.
En Derecho Penal del enemigo. ¿Una solución aceptable?,
resaltó las preocupaciones de penalistas y criminólogos
acerca de la seguridad ciudadana y reconoce cómo los
medios de comunicación retozan con ella, y cito: “… con
espectacularidad y selectividad”.
Pero, sobre todo, realiza un riguroso y criminológico análisis
acerca del Derecho Penal del enemigo, rechazando su
pretendida y falsa modernidad, destacando su increíble
facilidad de permear nuestros sistemas penales e impugna la
absorción del valor seguridad en desmedro de las garantías
constitucionales, lo que puede ocasionar un nuevo Derecho
Penal autoritario propio de un Estado policial.
En el estudio “Breve esbozo histórico de la Criminología en
Cuba”, no realiza solo un mero repaso por la historia
criminológica cubana, sino que realiza una certera crítica a la
influencia positiva que lastró nuestra Criminología por largo
tiempo debido a su tendencia a la descripción contemplativa,
en desmedro de la necesaria interconexión de los fenómenos
y su contextualización social, histórica y política.
Desarrolla las principales influencias que ha tenido la
Criminología en Cuba, además del Positivismo, la de los
países del antiguo campo socialista, especialmente de la
Unión Soviética y de la Criminología crítica. Considera
acertadamente que fue decisivo para el desarrollo y despegue
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de una auténtica Criminología cubana, y expresaba Ramón al
respecto: “Pienso que el contrapunteo entre la Criminología
Socialista y la Criminología Radical constituye un punto
importante en el desarrollo de la Criminología en Cuba”.
Tiene la noble iniciativa científica de ponderar especialmente
a las dos figuras que más admiro en la Criminología en Cuba:
Fernando ORTIZ y Margarita VIERA. Al primero, lo considera
con justicia el fundador de la Criminología cubana (él sabe
que le agregué en amistosa polémica, el mérito de esa
génesis también a Israel CASTELLANOS) y de la segunda
también con muchísima razón dijo en otro artículo, “El delito,
la criminología y el Derecho Penal en Cuba después de 1959”,
palabras elogiadas apenas un año posterior a su fallecimiento
en 1998.
En esta obra precisamente, hilvana eficazmente todas las
transformaciones que se han verificado en el Derecho Penal
cubano con el entrenado criminológico que se ha desarrollado
en la Isla.
Muy útil fue que reseñara los planteamientos de Fidel acerca
de la delincuencia y la policía en nuestro país en el
memorable discurso del 5 de enero de 1999 en ocasión del
40 aniversario de la Policía Nacional.
En ese artículo finalmente aprecia con justicia que “no ha
existido un discurso criminológico oficial…”, que se ha “disfrutado
de libertad académica”.
El libro básico de Criminología de nuestra Facultad de
Derecho cuenta también con un tercer artículo suyo: “Política
criminal. Notas sobre su concepto, métodos y sus relaciones
con la Criminología y el Derecho Penal”.
Su importancia ha sido ponderada por su autor en esta obra en
la que enfatiza que “el Estado no puede ni debe desentenderse
de la cuestión criminal, ha tenido y tiene una política para
enfrentarla: la política criminal” y establece las relaciones que
ha tenido con la Criminología y el Derecho Penal; también
señala las diferencias entre esas disciplinas, especialmente
con la Criminología señala que “la política criminal se
distingue (de la Criminología) en que valora y establece
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prioridades que no se derivan de la sola evaluación
de resultados empíricos”. Por supuesto, a diferencia de la
Criminología, como él mismo señalara, para la política criminal
“las coyunturas políticas tienen una fuerte influencia”.
Ramón fue también un pionero en Cuba en referirse a la
delincuencia económica, un tema que hoy cobra
protagonismo en los estudios, investigaciones y en otras
actividades académicas e institucionales que se realizan. En
Acotaciones al texto del Dr. Fernando Barral sobre la
corrupción en Cuba”, respondiendo a una polémica científica
con el Dr. Fernando BARRAL a partir de su artículo
“Aproximación sociológica al problema, de la corrupción en
Cuba”, desarrolló el asunto de la corrupción, un fenómeno
criminógeno que hacía algún tiempo se había entronizado en
nuestro país y recordaba cómo sin mencionarlo, Fidel
señalaba en noviembre de 2005 que: “Este país puede
autodestruirse por sí mismo, los que no pueden destruirlo
son ellos (se refiere a los imperialistas); nosotros sí, nosotros
podemos destruirlo y sería culpa nuestra. Nosotros estamos
invitando a todo el pueblo a que coopere con una gran
batalla (…) la batalla contra los robos de cualquier tipo, en
cualquier lugar”.
Asimismo, se refiere con tino a que el término corrupción es
una definición doctrinal y de la Criminología, no de las leyes
penales a las que les costaría mucho apresar ese concepto y
alerta con preocupación que la “corrupción despierta irritación
en el pueblo; pero sobre todo ciertas modalidades; ante otras,
las cotidianas, las que suelen ser más dañinas socialmente,
refiere: hay ausencia de reacción social y eso es muy grave”.
En los variados coloquios que ha propiciado la revista Temas
acerca del Derecho y otros problemas socio-criminológicos
ha estado presente Ramón. Recuerdo, por ejemplo, la
controversia suscitada en el No. 8 de octubre-diciembre
de 1996 que se tituló “¿Qué esperar del Derecho?” en la
cual con una visión certera del futuro decía que en la
enseñanza del Derecho se reforzaba la visión normativista del
Derecho y enfatizaba que: “no se puso un determinado
énfasis, en cierto momento en la formación de juristas
(…) decía que el nivel (…) de la enseñanza del Derecho d isminu
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bastante en determinadas circunstancias (…) Y adivinaba un
futuro en que (…) al hacerse más compleja la sociedad, tiene
que haber un Derecho que tenga un papel más relevante, y si
esa va a ser la tendencia (…) Vamos a tener un Derecho
mucho más elaborado, instituciones jurídicas realmente más
complejas que las que tenemos hoy”.
Todo esto es una realidad ya ascendente. Hoy las facultades
de Derecho tienen muchas asignaturas que no se daban
entonces, la Criminología que se imparte hoy, ha incorporado
saberes y habilidades que entonces no tenía y las
instituciones y las normas jurídicas van transformándose a la
par del contexto social que las expresan. Ramón supo
avizorar eso tempranamente.
Su contribución criminológica también estuvo presente en sus
aleccionadores alegatos como fiscal. Ejemplo de ello los
tenemos en su participación como Fiscal en Casación en el
juicio seguido por los conocidos “Sucesos de Tarará”, donde
realizó no solo un profundo análisis técnico-jurídico en
general, y especialmente respecto al delito de Piratería, sino
que su intervención fue aderezada por la valoración
criminológica, por su certera reflexión acerca de la política
criminal, especialmente respecto a la pena de muerte en
Cuba, razonamientos que ha enriquecido posteriormente,
recuerdo ahora una de ellas: en la ocasión de presentar los
interesantes libros de Reynaldo SUÁREZ: Todos los viernes
hay horca. Martí y la pena de muerte en Estados Unidos, y
José Martí contra Alphonse Kaar, el 31 de octubre de 2008,
en el conocido espacio semanal El Sábado del Libro.
Al Instituto Latinoamericano de Prevención del Delito y
Tratamiento al Delincuente (ILANUD) ha llevado sus
reflexiones criminológicas, por ejemplo, en el panel celebrado
acerca de los Mecanismos de Protección de los Derechos
Fundamentales de los Privados de Libertad revelaba sus
conocimientos penitenciarios y criticaba “la exorbitante
población penitenciaria” existente en Latinoamérica y “la falta
de infraestructura penitenciaria”, y al decir que “no basta
cuando hablamos de la Protección de los Derechos Humanos
de los Privados de Libertad, entenderlo como un asunto
meramente penal, sino es necesario examinarlo en todo el
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contexto de los Derechos Humanos, o sea, comprendiendo los
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales”.
De esta manera profundiza en las honduras criminológicas del
sistema penitenciario. En otra parte de su análisis señala que el
asunto de la población penitenciaria está también relacionado
con el tema de la seguridad ciudadana, pero acota que: “No
pretendamos nunca resolver los problemas sociales graves con
el Derecho Penal y mucho menos con la prisión”.
Fustiga también, como es su costumbre, la lentitud del
procedimiento penal, con la consiguiente existencia de los
presos sin condena, la demora de los procesos penales en
América Latina, y se refiere a la necesidad de que existan
mecanismos confiables para supervisar las sanciones
alternativas a la privación de la libertad.
Menciona también otros elementos importantes y polémicos
como la reeducación y no olvida algo que soslayan a veces
los estudiosos del tema, la formación y preparación del
personal que trabaja en los centros penitenciarios.
Destaca el importante papel del fiscal en el cumplimiento de la
legalidad en los establecimientos penitenciarios y, por último,
no puede evitar realizar una crítica certera en cuanto a la
necesidad de mayores garantías en la imposición de
sanciones disciplinarias en las prisiones.
Unos de franca reflexión criminológica, otros de corte jurídico,
pero a todos no deja de enriquecerlos con la imprescindible
contribución científica de la Criminología. En el cumplimiento de
las responsabilidades más importantes que ha desempeñado en
nuestro país, ha estado presente su visión criminológica, pero
especialmente quiero destacar cuando ocupara el cargo de Fiscal
General de la República entre otras cosas, la publicación de
numerosos artículos de este corte, tanto de él como promoción
de otros autores, en la revista Legalidad Socialista, la creación
del Instituto de Desarrollo del Derecho que se caracterizó en la
etapa que él dirigió la Fiscalía por ser un hervidero de ideas, por
la capacitación de fiscales de todo el país, por las
investigaciones, desarrolladas por el grupo de investigadores que
creó en esa institución y que recomendaron cuestiones
PREMIO NACIONAL DE DERECHO CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES
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trascendentales no solo para la Fiscalía, sino también para el
Derecho, la Criminología y para solucionar algunos problemas
sociocriminológicos del país.
Termina Tania diciendo: “Su obra y su quehacer han estado
colmados de rigor, de audaces e incisivas reflexiones, de
muchos seguidores, de algunos detractores, y a veces de
incomprensiones”.
Ramón no ha gozado nunca de un receso científico, más bien
sigue comprometido con el quehacer de esta ciencia,
comprometido con la Revolución Cubana, no para legitimarla
complacientemente, sino para dotarla de su saber crítico y
contribuir con esta obra de todos.
Gracias, Tania, tu contribución me exoneró de cerrar cada
idea, quién mejor que tú seguidora de esa a veces también
“incomprendida” criminología de viejos y nuevos tiempos.
Todo el que lea estas palabras se puede percatar de que los
juristas vivos hoy en Cuba, de muy pocos podemos hacer un
recuento de tan vasta producción en una materia tan
controvertida por su apego a la política como es el Derecho
Penal y la Criminología.
No quisiera, es más, no pudiera terminar mis palabras de
elogio a Ramón, sin antes mencionar a María Luisa, su
compañera en la vida, de casa y profesión. Me gusta ver
cómo Ramón llama a cada instante a María Luisa para decirle
algo. María Luisa, cómo lo has hecho, también a ti debemos
darte un diploma y este es también tu homenaje.
Ramón, hoy los juristas cubanos te rendimos un digno
homenaje, tu ejemplo de ética profesional; de valentía; de no
quedarte callado; de buscar la tribuna oportuna; tu filiación, sin
lugar a duda, a Cuba, su Partido y su proyecto social, te
hacen, repito, polémico, malmirado por algunos, pero querido
por muchos y reconocido por todos, “Honrar honra” y eso
hacemos los juristas cubanos más allá de los límites del ius
puniendi. Tú fuiste, eres y seguirás siendo el Presidente de la
Sociedad Cubana de Ciencias Penales.
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Tu obra y tu quehacer han estado colmados de rigor, de
audaces e incisivas reflexiones, de muchos seguidores, y a
veces de incomprensiones, pero las mariposas vuelan porque
tienen alas, las estrellas brillan porque tienen luz y los juristas
cubanos te recordaremos siempre sencillamente por ser
Ramón DE LA CRUZ, sabia decisión del Jurado que ratifica tu
inscripción entre los grandes estudiosos del Derecho en Cuba,
el Premio Carlos Manuel de Céspedes 2016 nos motiva a
seguir tu ejemplo.
Palabras de agradecimiento pronunciadas por el Dr. Ramón
DE LA CRUZ OCHOA
Estimados amigos y amigas:
Al recibir el Premio Nacional de Derecho Carlos Manuel de
Céspedes me lleno de emoción y memorias. La fecha de hoy
y el nombre del premio simbolizan, por una parte, el iniciador
de las guerras por la independencia y la última gran guerra
con la figura de José MARTÍ y otros patriotas inolvidables como
Antonio MACEO y Máximo GÓMEZ.
El Premio Carlos Manuel de Céspedes es la máxima
condecoración que han recibido en los últimos años ilustres
colegas cubanos.
En mi caso, mi historia académica y mi contribución han sido
fundamentalmente en materia de las ciencias penales, aunque
también me siento feliz por los años que dediqué al Derecho
Constitucional y a la actividad legislativa en la Asamblea
Nacional, así como a mis funciones como abogado asesor en
materia económica y mercantil de empresas radicadas en Cuba.
No puedo dejar de mencionar mis actividades como fiscal y
como abogado. Estas actividades que se consolidan por la
presencia y actuación en los tribunales son fundamentales en
la formación del jurista.
Soy de los que cree que para formarse en esta profesión es
indispensable la actuación ante los tribunales, se es mejor
asesor cuando se ha tenido este trabajo.
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Es necesario subrayar la actividad académica y universitaria,
al menos en mi formación han sido indispensables.
En muchas ocasiones, mis compañeros y amigos se
asombran de que estuviera estudiando y trabajando para
llegar a mis doctorados y que tuviera tanta presencia
académica en América Latina y en algunos países europeos,
especialmente en España. Tuve todas esas posibilidades e
hice lo necesario por aprovecharlas.
Mil gracias a todos los que me apoyaron en este camino, en el
Ministerio del Interior, de Justicia, en la Asamblea Nacional y
en los bufetes colectivos, en específico el Bufete de Servicios
Especializados de 23 y J. Gracias también a las universidades
cubanas, especialmente a la Universidad de La Habana.
Mis largos años como Presidente de la Sociedad Cubana de
Ciencias Penales son inolvidables, mis reconocimientos a la
Unión de Juristas por permitirme y facilitarme esto.
Si me lo permiten no voy a mencionar nombres porque corro
el riesgo de olvidar algunos. Gracias a todos los que me
entendieron y apoyaron.
Gracias a los amigos de Latinoamérica; de Europa, especialmente
España, Alemania e Italia por sus ayudas en mi formación y
desarrollo profesional.
Doy las gracias a la presidenta de la Sociedad Cubana de
esta especialidad, la Dra. Mayda GOITE, por sus emotivas
palabras. Gracias a María Luisa, mi compañera de toda la
vida; a mis hijos, a mis inolvidables padres y a mi familia en
general por su apoyo incondicional.
Gracias a Cuba y a su Revolución.

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