Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre [y] la desesperación

AuthorSalim Lamrani
PositionUniversidad de La Reunión, Saint-Denis, La Reunión
Pages13-53
SECCIÓN ESPECIAL
REVISTA CUBANA DE DERECHO 13
VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, PP. 1353, 2024
LAS PRIMERAS SANCIONES ECONÓMICAS DE LOS ESTADOS UNIDOS
CONTRA CUBA: SEMBRAR EL HAMBRE Y LA DESESPERACIÓN
The rst economic sanctions of the United States against Cuba: Sowing
hunger and desperation
Dr. Salim Lamrani
Profesor Titular de Letras y Humanidades
Universidad de La Reunión, Saint-Denis, La Reunión (Francia)
https://orcid.org/0000-0002-2560-5896
salim.lamrani@univ-reunion.fr
Resumen
En julio de 1960, la Administración de EISENHOWER impuso las primeras sanciones
económicas contra Cuba, con el objetivo de “sembrar el hambre, la desespera-
ción y conseguir el derrocamiento del Gobierno” de Fidel CASTRO. Washington
decidió suspender la cuota de azúcar, privando a Cuba del 80 % de los ingresos
procedentes de este sector, lo que tuvo como consecuencia radicalizar aún más
el curso de la Revolución cubana. En octubre de 1960, Estados Unidos agravó
las sanciones y prohibió todas las exportaciones hacia Cuba, con la excepción
de las materias primas alimenticias y los medicamentos, cerrando así las puer-
tas del principal mercado de la isla.
Palabras claves: Cuba; Estados Unidos; sanciones económicas; cuota de azúcar;
Fidel Castro.
Abstract
In July 1960, the Eisenhower Administration imposed the rst economic sanctions
against Cuba in order to “bring about hunger, despair and overthrow of [Fidel
Castro’s] government. Washington decided to suspend the sugar quota, depriving
Cuba of 80% of the income from this sector, which had the eect of further
radicalizing the course of the Cuban Revolution. In October 1960, the United
States tightened sanctions and banned all exports to Cuba, with the exception of
raw foodstus and medicines, thus closing the doors to the island’s main market.
Key words: Cuba; United States; economic sanctions; sugar quota; Fidel Castro.
14 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
Dr. Salim Lamrani
Sumario
1. Introducción. 2. La cuota de azúcar en cuestión. 3. Objetivo: “sembrar el hambre [y] la
desesperación”. 4. La suspensión de la cuota de azúcar. 5. Nuevas sanciones contra Cuba.
Referencias bibliográcas.
1. INTRODUCCIÓN
En 1960, la Administración de EISENHOWER decidió imponer las primeras sancio-
nes económicas contra Cuba, motivadas en apariencia por la adopción de la
Ley de Reforma Agraria de 1959, que había afectado los intereses estadouni-
denses. Las pérdidas materiales se elevaban a 800 millones de dólares, pero
debían indemnizarse según las declaraciones scales hechas por las multina-
cionales presentes en la isla. No obstante, Washington reconoció la validez ju-
rídica de la decisión que tomó el Gobierno de La Habana y sólo expresó una
reserva sobre las modalidades técnicas de compensación, exigiendo un pago
inmediato, justo y efectivo. En otras palabras, la Casa Blanca quería imponer
sus propias condiciones, es decir, un pago rápido, al precio que ella decidiera
y en dólares.
¿Por qué entonces Estados Unidos adoptó sanciones tan drásticas, con el ob-
jetivo de “sembrar el hambre, la desesperación y conseguir el derrocamiento
del Gobierno”1 de Fidel CASTRO, mientras que se hubiera podido encontrar una
solución negociada y aceptable para ambas partes? ¿Por qué impuso condi-
ciones contrarias al Derecho internacional público, que estipulaba que era el
Estado nacionalizador el que decidía las condiciones? ¿Por qué exigió un pago
inmediato sabiendo a ciencia cierta que La Habana no tenía los recursos ne-
cesarios para responder positivamente a semejante solicitud, ya que el anti-
guo régimen batistiano había saqueado las reservas del Tesoro Nacional antes
de su huida y que la mayor parte del dinero robado se encontraba en bancos
estadounidenses?
Este trabajo propone aportar algunas respuestas sobre un momento clave
de la historia del conicto entre Estados Unidos y Cuba y arrojar una luz so-
bre las verdaderas motivaciones de la administración de EISENHOWER. Se basa
principalmente en los archivos diplomáticos estadounidenses de la época,
1MALLORY, LesterD., “Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for
Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American
Affairs (Rubottom)”, 6 de abril de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-
1960, pp. 885-886.
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tres periódi cos internacionales, a saber el estadounidense TheNew York Times,
el cubano Diario de la Marina y el francés Le Monde. Algunos discursos de Fidel
CASTRO y algunos textos jurídicos completan la fuente documental.
Se pueden destacar varias etapas en la imposición de las primeras sanciones
económicas contra Cuba. Primero, en 1959, con las menciones de la reforma
agraria, la Administración de EISENHOWER empezó a contemplar sanciones para
frenar el proyecto de distribución de la tierra a los campesinos. Luego, cuando
se adoptó, a pesar de las presiones que ejercía Estados Unidos, el Departamen-
to de Estado, en colaboración con otros servicios, decidió elaborar un proyecto
de sanciones económicas que apuntaban a la primera fuente de ingresos de
la isla, el azúcar, con el objetivo declarado de derrocar al Gobierno del primer
ministro Fidel CASTRO y poner n al proceso revolucionario de transformación
socioeconómica. Después, en julio de 1960, Washington suspendió la cuota de
azúcar, privando a Cuba del 80 % de los ingresos procedentes de este sector,
lo que tuvo como consecuencia radicalizar aún más el curso de la Revolución
cubana. Finalmente, en octubre de 1960, Estados Unidos agravó las sancio-
nes y prohibió todas las exportaciones a Cuba, con la excepción de las mate-
rias primas alimenticias y los medicamentos cuyo comercio estaba protegido
por la Convención de Ginebra, cerrando así las puertas del principal mercado
de la isla.
2. LA CUOTA DE AZÚCAR EN CUESTIÓN
El 3 de febrero de 1959, o sea, tres meses antes de la adopción de la reforma
agraria en mayo de 1959, Fidel CASTRO advirtió a Estados Unidos contra toda
idea de tomar “medidas para hacer fracasar a la Revolución” y mencionó par-
ticularmente la “cuota de azúcar”.2 Opuesto a la nacionalización de las tierras
que operó el Gobierno revolucionario con el objetivo de mejorar el nivel de
vida de los campesinos y poner n al latifundio, el Departamento de Estado
sugirió en junio de 1959 no extender el acuerdo azucarero vigente para pre-
sionar a Cuba y “conseguir enmiendas a las propuestas de reforma agraria, su-
brayando que el “azúcar [era] el punto más vulnerable de Cuba”.3 En un memo-
rándum de julio de 1959, Washington decidió postergar la decisión nal para
2CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz en Guantánamo”,
3 de febrero de 1959, disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/
f030259e.html
3MULLIKEN, Jean, “Memorandum of a Conversation”, 1 de junio de 1959, en Foreign Relations of
the United States, 1958-1960, pp. 518-519.
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1960, año en que el Congreso preveía votar la nueva legislación azucarera que
denía las cuotas respectivas de los países exportadores de azúcar, esperando
mientras tanto lograr convencer a La Habana de cambiar la legislación.4
Pero las nuevas autoridades cubanas habían hecho de la repartición de las
tierras el corazón del programa revolucionario y no tenían la intención de
renegar de su compromiso, que era a la vez político, económico, social y
moral. La reforma agraria sería la medida emblemática de la nueva Cuba.
En octubre de 1959, como observador lúcido e informado de la situación
cubana, el embajador Philip BONSAL, en cargo en La Habana, expresó su
oposición a la idea de sanciones contra la isla y explicó las razones:
“La posibilidad de que el poder ejecutivo suprima la cuota de azúcar a gui-
sa de represalias y castigo vinculados con la legislación doméstica cubana
sería, según mi opinión, desastrosa no sólo para nuestras relaciones con
Cuba sino también para nuestras relaciones con los otros países latinoame-
ricanos. En efecto, disminuiríamos de modo permanente los recursos de
todo el pueblo cubano y abriríamos una herida que tardaría mucho tiempo
en curar. Poco importa el desenlace de la legislación, me parece que el Go-
bierno debe defender la cuota cubana mientras Cuba esté en capacidad de
suministrarnos”.5
William A. WIELAND, director de la Ocina de Asuntos Mexicanos y Caribeños del
Departamento de Estado y buen conocedor de las problemáticas regionales,
compartió este punto de vista. En un memorándum de diciembre de 1959,
puso en guardia contra la adopción de sanciones contra la isla: “Un intento
de usar la cuota de azúcar como un arma contra Castro engendraría un daño
irreparable en nuestras relaciones a largo plazo con Cuba y sería, además, in-
eciente para la realización de nuestros objetivos”. Insistió en el impacto de
semejante medida para el nivel de vida de los cubanos, que serían privados
de su principal fuente de ingresos: “Las consecuencias de una supresión de
cuota para el azúcar cubano por parte de los Estados Unidos serían desastro-
sas. Tomaríamos una medida irrevocable que afectaría seguramente y podría
efectivamente destruir la fuente de subsistencia de Cuba”. WIELAND enumeró los
4TURKEL, Harry R., “Memorandum by the Director of the Oce of Inter-American Regional
Economic Aairs”, 1 de julio de 1959, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960,
pp. 546-551.
5BONSAL, Philip W., “Memorandum From the Ambassador in Cuba to the Assistant Secretary of
State for Inter-American Aairs (Rubottom)”, 25 de septiembre de 1959, en Foreign Relations
of the United States, 1958-1960, pp. 611-613.
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efectos políticos potenciales de semejante sanción: “Crear odio para con los
Estados Unidos en Cuba y en otras partes en el hemisferio; aumentar la sim-
patía por Castro, y por consiguiente prorrogar la duración de su régimen; dar
una prueba evidente de una política de coacción económica contra un país
que se encuentra a 90 millas de nuestras costas”. Su conclusión fue categórica:
“Tratar de golpear a Castro a través de la cuota de azúcar es económicamente
irrealizable y políticamente imprudente”.6
En otro informe del mismo mes, el Departamento de Estado insistió a su vez
en el peligro político que habría en utilizar semejante medida de presión,
particularmente en América Latina: “Si modicamos la cuota cubana, se nos
acusará automáticamente de aplicar sanciones económicas para conseguir el
derrocamiento de Castro”. Por otra parte, la legitimidad del Primer Ministro no
se discutía, pues disponía de un amplio apoyo en la sociedad: “El pueblo de
Cuba ha llevado a Castro al poder con pleno conocimiento de sus planes”.7
Pero este punto de vista no era mayoritario en Washington. Así, Thomas MANN,
secretario de Estado asistente para los Asuntos Económicos, estaba a favor de
la disminución de la cuota de azúcar. Para prevenir las críticas, sugirió avanzar
como argumento, la necesidad “de reducir nuestra dependencia del azúcar cu-
bano”. Había que doblegar al Gobierno de La Habana sin dar la impresión de
sanciones abiertas. Insistió en este punto: “Estas etapas deben justicarse sólo
por parámetros económicos separados de todo objetivo político de los Esta-
dos Unidos”. Pero la meta nal era clara: “Golpearán a Castro donde más duele,
en las nanzas”. La isla sentiría inevitablemente los efectos pues “la economía
de Cuba está vinculada a la nuestra”.8
En el seno del Consejo de Seguridad Nacional, la mayoría también estaba a fa-
vor de la adopción de sanciones. Así, Robert B. ANDERSON, secretario del Tesoro,
propuso implementar medidas de presión económica y aplicar la misma política
6WIELAND, William A., VALLON, STEVENSON, HOOD, “Memorandum From the Director of the
Office of Caribbean and Mexican Affairs (Wieland) to the Assistant Secretary of State for
Inter-American Affairs (Rubottom)”, 9 de diciembre de 1959, en Foreign Relations of the
United States, 1958-1960, pp. 693-696.
7MANN, Thomas, “Memorandum From the Assistant Secretary of State for Economic Aairs
(Mann) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Aairs (Rubottom)”, 23 de
diciembre de 1959, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 712-716.
8MANN, Thomas, “Memorandum From the Assistant Secretary of State for Economic Aairs
(Mann) to the Deputy Assistant Secretary of State for Economic Aairs (Beale)”, 6 de enero de
1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 724-727.
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que se había adoptado contra Irán: “Cuando Mossadegh tomó medidas con-
trarias a los intereses occidentales en Irán, los países occidentales dejaron de
comprar petróleo”. Había que considerar entonces “una propuesta similar para
el azúcar cubano” y así privar a la isla de sus ingresos.9
La prensa estadounidense evocó el tema del azúcar en los primeros días del
año 1960: “La Administración ha prometido hoy a los intereses del azúcar na-
cionales una decisión en cuanto a la posición a adoptar sobre las cuotas de
azúcar en relación con las acciones que tomó el Primer Ministro de Cuba Fidel
Castro”.10 El New York Times puso en guardia también contra toda política de
sanciones y evocó las consecuencias políticas y jurídicas:
“Este azúcar se compra al precio americano, que es superior en más de dos
centavos al precio del mercado mundial y ha sido entonces muy benéco
para la economía cubana. No obstante, los americanos no deben pensar
que este precio se ha jado para recompensar a Cuba. Se ha jado para
proteger el precio del azúcar producido en el mercado nacional. […]
”Idealmente, el Congreso debería considerar las cuotas de azúcar como un
tema puramente económico y nanciero, pero ello es poco probable. Según
las recientes noticias procedentes de Washington, la Casa Blanca y el Depar-
tamento de Estado tienen la idea de que se podría encontrar un compromiso
que sería extender las cuotas de azúcar actuales, pero dar al Presidente la
autoridad de cambiar las cuotas si lo exigen los intereses nacionales. […]
”Toda persona que conozca América Latina está convencida de que reducir
la cuota de azúcar cubana como medida de castigo tendría dos efectos: For-
talecería a Fidel Castro desde un punto de vista interno uniendo a todos los
cubanos alrededor de él y afectaría seriamente la política del Buen Vecino
en todo el hemisferio. De hecho, violaríamos la Carta de Bogotá, que pro-
híbe especícamente toda intervención mediante medidas económicas”.11
9BOGGS, Marion W., “Memorandum of Discussion at the 426th Meeting of the National
Security Council”, 1 de diciembre de1959, Foreign Relations of the United States, 1958-1960,
pp. 683-685.
10BLAIR, William M., “U.S. Weight Move on Cuba’s Sugar”, The New York Times, 9 de enero de 1960.
Véase también, Diario de la Marina, “Conferencia en Washington sobre la Ley Azucarera los
productores y los congresistas”, 8 de enero de 1960.
11The New York Times, “ The Cuban Sugar Quota”, 12 de enero de 1960. Véase también, Diario
de la Marina, “Se considera improbable en E.U. que reduzcan la cuota azucarera de Cuba”,
5 de enero de 1960.
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Por su parte, el conservador Diario de la Marina se hizo eco de un editorial del
Washington Post and Times Herald, que expresaba su oposición a la adopción
de una política coercitiva contra la isla. Recordó las prerrogativas inaliena-
bles de toda nación independiente e insistió en el impacto político de seme-
jante medida:
“Sería un error trágico que los Estados Unidos, en el objetivo de mostrarse
más estrictos, den la impresión de oponerse al derecho soberano de Cuba
de alterar su economía agraria de control monolítico. Los cubanos y los
otros latinoamericanos se preguntarían entonces por qué el Departamento
de Estado se muestra tan preocupado por el derecho de propiedad mien-
tras permaneció casi totalmente silencioso sobre la cuestión de los dere-
chos humanos durante los años de Batista”.12
Del lado de La Habana, el Gobierno sabía a ciencia cierta que Estados Unidos
utilizaría el arma económica para tratar de inuir en el curso de la Revolución
y poner término a las reformas socioeconómicas. Las señales procedentes de
Washington dejaban poco espacio para la duda: la imposición de sanciones me-
diante la reducción de la cuota de azúcar sólo era cuestión de tiempo. El 13 de
marzo de 1960, Fidel CASTRO informó a la población de las dicultades por venir y
del deterioro de las relaciones bilaterales: “Se trata de una amenaza de tipo eco-
nómico, es decir la amenaza de matar de hambre a nuestro pueblo si nosotros
nos mantenemos rmes en nuestra postura revolucionaria”. El Gobierno de Esta-
dos Unidos había elaborado una ley de azúcar, la cual tenía previsto presentar al
Congreso, que permitiría reducir en cualquier momento la cuota reservada a un
país. Según Cuba, se trataba de “la peor forma de amenaza a la libre soberanía de
un país”. Si el proyecto de ley no mencionaba a Cuba, para el Primer Ministro no
existía ninguna duda en cuanto a sus motivaciones:
“Es una ley que tiene por objetivo la represalia contra nuestro país; situar
la economía de un país, económicamente débil, en manos de un funciona-
rio de un Gobierno de una nación extranjera. […] O que dejemos las cosas
como están, no hacemos reformas sociales, no desarrollamos nuestra eco-
nomía o no nos dejan desarrollarla, porque nos ahogan, nos estrangulan la
12Diario de la Marina, “Niegan los E.U. que aviones salidos de su territorio sean los que
quemaron cañaverales”, 14 de enero de 1960.
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economía mediante ese procedimiento arbitrario de reducir, en cualquier
mes y en cualquier día del año, la cuota azucarera de nuestro país”.13
Según el Gobierno de La Habana, las sanciones económicas tenían un objetivo
muy preciso. Lo expuso a los ciudadanos:
“El cálculo de nuestros enemigos es que si obligan al pueblo a soportar
estrecheces, el pueblo se volverá enemigo de la Revolución. […] El único
sentido es restarle al Gobierno Revolucionario el apoyo absolutamente ma-
yoritario con que cuenta; crear descontentos que le sirvan de cabeza de
playa para, con el apoyo de esos descontentos, llevar adelante sus planes
de destrucción de la Revolución Cubana, que quieren destruir, no tanto
por lo que signica de pérdidas materiales para el bolsillo de unos cuan-
tos monopolios, sino que quieren destruir por lo que signica de clarinada
para todo un continente, por lo que signica de ejemplo para los demás
pueblos, ya que al n y al cabo, los intereses que nos combaten se podrían
resignar a la cantidad más o menos mayor de pérdidas materiales que la
Revolución en sí signique. Lo que todo el mundo comprende cuán difícil
es que se resignen al ejemplo. Lo que se combate en Cuba, sobre todo, es el
ejemplo, y una de las armas que quieren usar para producir el descontento,
para restarle fuerza a la Revolución, es obligar al pueblo a pasar sacricios,
obligar al pueblo a limitar sus recursos. Ese es el propósito”.14
Dos semanas después, el 27 de marzo de 1960, Fidel CASTRO volvió a evocar los
planes de Washington de estrangular la economía cubana. Dado que la Admi-
nistración de EISENHOWER no podía organizar un golpe militar en Cuba, tenía que
encontrar una alternativa para librarse del poder instalado:
“Ya no hay un ejército aquí, ya no se les puede hablar a tres generales al
oído, no. Pero entonces, como ya no hay generales, porque lo que hay son
comandantes, y comandantes rebeldes, que no estudiaron en ninguna aca-
demia por allá, sino que aprendieron a pelear peleando, y son soldados del
pueblo; como no pueden hacer eso, ¿qué inventan? ‘Bueno, vamos a la cuo-
ta azucarera’”. Es decir, no pueden acudir al golpe de Estado, “vamos a minar
13CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno en el acto celebrado en la escalinata de la Universidad de La Habana, en la
conmemoración del 13 de marzo”, 13 de marzo de 1960, disponible en http://www.cuba.cu/
gobierno/discursos/1960/esp/f130360e.html
14Ibidem.
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la base popular del Gobierno haciendo pasar hambre a la gente; cuando la
gente esté pasando hambre le va a echar la culpa al Gobierno […]”. Calculan
que hay que minar el apoyo del pueblo haciendo pasar hambre al pueblo,
para que digan que el culpable es el Gobierno Revolucionario.15
Había acertado el líder cubano.
3. OBJETIVO: “SEMBRAR EL HAMBRE [Y] LA DESESPERACIÓN”
El 6 de abril de 1960, Lester D. MALLORY, subsecretario de Estado asistente para
los Asuntos Interamericanos, publicó un informe titulado “El declive y la caída
de Castro”, que constituiría el zócalo en el cual se basarían las sanciones econó-
micas. MALLORY presentó los objetivos:
“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro […]. No hay una oposición po-
lítica eciente. […]. El único medio posible de alienar este apoyo interno es
mediante el desencanto y la desafección basada en la insatisfacción econó-
mica y las penurias. […] Todos los medios posibles e imaginables deben uti-
lizarse rápidamente para debilitar la vida económica en Cuba […] negando
nanciamientos y suministros a Cuba, disminuyendo los salarios reales y
monetarios, con el n de sembrar el hambre, la desesperación y conseguir
el derrocamiento del Gobierno.
”La principal herramienta económica que tenemos en nuestro carcaj eco-
nómico […] es la legislación del azúcar”.16
El Gobierno de La Habana, en previsión del inevitable deterioro de las relacio-
nes con Estados Unidos y la inminencia de las sanciones económicas, decidió
naturalmente explorar a nivel internacional en busca de nuevos socios comer-
ciales.17 Cuba rmó así, entre otros, un contrato con Polonia.18 La reacción de
15CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno en el acto celebrado en el Tribunal de Cuentas de la República por la Federación
Nacional de Trabajadores Azucareros”, 27 de marzo de 1960, disponible en http://www.cuba.
cu/gobierno/discursos/1960/esp/f270360e.html
16MALLORY, LesterD., “Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for
Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American
Affairs (Rubottom)”, 6 de abril de 1960…, cit., pp. 885-886.
17The New York Times, “Japan and Cuba in Trade Pact”, 20 de abril de 1960.
18SZULC, Tad, “Cuban and Poles Sign Trade Treaty”, The New York Times, 7 de abril de 1960.
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Washington fue inmediata e ilustró la hostilidad hacia la isla: “Las probabili-
dades para Polonia de recibir más ayuda económica por parte de los Estados
Unidos han disminuido mucho a causa de su acuerdo comercial con Cuba”.19
Frente a las reticencias de las naciones de Europa occidental sometidas a la
presión de Washington, la visita del primer ministro soviético Anastas MIKO-
YAN, que ocurrió en febrero de 1960, abría perspectivas bienvenidas para Cuba.
El7de abril de 1960, durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, el
presidente EISENHOWER insistió en la importancia de convencer al resto del hemis-
ferio de unirse a su política contra La Habana: “Si tuviéramos a América Latina
a nuestro lado, podríamos hacer todo lo que quisiéramos sobre la situación en
Cuba”. Por otra parte, era indispensable que “todo fuera hecho para asegurarse
de la adopción de la legislación” del azúcar, que daba la prerrogativa al Presi-
dente de suprimir unilateralmente la cuota de un país en el Congreso.20
El 14 de abril de 1960, el Consejo de Seguridad Nacional volvió a evocar la
cuestión cubana y Allen DULLES expresó su punto de vista. Dado que el Go-
bierno revolucionario gozaba todavía del apoyo mayoritario de la población,
era poco probable que el curso de los acontecimientos fuera trastornado sin
una intervención decisiva de Estados Unidos. La única solución posible era la
aplicación de sanciones económicas severas para que la vida cotidiana de los
cubanos se volviera insostenible: “El desencanto para con Castro ha tenido lu-
gar principalmente entre las clases educadas de la población. No hay prueba
de cambio alguno de sentimiento de las otras clases hacia Castro. Un cambio de
sentimiento entre las clases populares ocurriría sólo a largo plazo, probable-
mente a causa de dicultades económicas”.21
A pesar de la ofensiva diplomática y mediática llevada a cabo por Washington,
la opinión pública latinoamericana expresaba un sentimiento de simpatía para
con la Revolución Cubana. El New York Times aludió a este apoyo continental:
“Toda sugerencia de interferencia por parte de los Estados Unidos en los asuntos
19KENWORTHY, E. W., “Poland Vexes U.S. By Cuban Accord”, The New York Times, 3 de abril de
1960. Véase también, Diario de la Marina, “No facilitará Polonia equipo militar a Cuba”, 23 de
marzo de 1960.
20BOGGS, Marion W., “Memorandum of Discussion at the 440th Meeting of the National Securit y
Council”, 7 de abril de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 887-889.
21BOGGS, Marion W., “Memorandum of Discussion at the 441th Meeting of the National Securit y
Council”, 14 de abril de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 893-897.
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cubanos lleva a casi todos los latinoamericanos a pasar de la indiferencia al
apoyo al Primer Ministro cubano”.22
El 8 de mayo de 1960, Cuba restableció formalmente las relaciones con la Unión
Soviética,23 aunque el embajador de dicha federación no asumió el cargo hasta
el 17 de agosto de 1960.24 La Habana no era una excepción en América Latina.
Efectivamente, México, Argentina y Uruguay ya tenían lazos formales con Mos-
cú, sin suscitar a pesar de ello la preocupación de Washington.25 Por cierto, el
New York Times recordó un principio fundamental del Derecho internacional:
“Nadie puede cuestionar el derecho de Cuba de hacerlo […]. Sería infructuoso
buscar impedir las relaciones ociales o privadas entre las naciones latinoa-
mericanas y comunistas y el público de los Estados Unidos debe reconocer
este hecho”.26
Al respecto, le costaba a la Administración de EISENHOWER formular una política
hacia Cuba que fuese coherente con los principios que pretendía defender. El
memorándum que mandó Roy R. RUBOTTOM al secretario de Estado el 11 de mayo
de 1960, titulado “Legislación del Azúcar americana necesaria para acción eco-
nómica contra Cuba”, ilustraba claramente los parámetros contradictorios que
Washington intentaba integrar en su política exterior. Por una parte, el Departa-
mento de Estado reconocía que Cuba tenía el derecho soberano de emprender
las reformas necesarias para responder a las necesidades del país: “Los cubanos
deben retomar ellos mismos el control efectivo de la formulación y la elabora-
ción de la política interior y exterior de Cuba”. Por otra parte, no había que to-
car a los intereses de Estados Unidos: “Deben ejercer un control de modo que
sea compatible con la seguridad de los Estados Unidos y otros intereses vitales”.
Ahora bien, “las políticas y los programas del Gobierno del primer ministro Fidel
Castro […] representan actualmente un serio peligro para la seguridad de los
22ONIS, Juan DE, “Latins, Sympathetic to Castro, Ask That He Leave Them Alone”, The New York
Times, 19 de julio de 1959.
23BELL LARA, José, Delia Luisa LÓPEZ GARCÍA& Tania KARAM LEÓN, Documentos de la Revolución
Cubana 1960, p. 185; SZULC, Tad, “Cuba Is Exchanging Envoys with Soviet”, The New York Times,
8 de mayo de 1960; Diario de la Marina, “Mantendrán Cuba y la URSS relaciones de tipo
diplomático”, 8 de mayo de 1960; Le Monde, “Rétablissement des relations diplomatiques
entre Cuba et l’Union soviétique”, 10 de mayo de 1960.
24Le Monde, “Mise sous séquestre de la dernière grande entreprise américaine”, 19 de
agosto de 1960.
25SZULC, Tad, “Cuba Seen as Hub of Soviet Action, The New York Times, 9 de mayo de 1960.
26The New York Times, “Cuba and the Soviet Union”, 10 de mayo de 1960.
24 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
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Estados Unidos y sus intereses en América Latina”.27 Justamente, la Revolución
cubana, al reapropiarse de las riquezas nacionales, indicaba al resto del conti-
nente que era posible recobrar la soberanía económica.
Por este motivo, Estados Unidos debía “utilizar la presión económica juiciosa-
mente escogida […] para engendrar más insatisfacción y descontento popular
y exponer por consiguiente a las masas cubanas la responsabilidad de Cas-
tro en la mala gestión de sus asuntos”. Estaban reunidas todas las condiciones
para actuar: “Cuba depende todavía muchísimo de las importaciones. […] Una
acción de nuestra parte tendría un efecto ampliamente desproporcionado
en la fragilización de la economía”. Además, las reservas monetarias cubanas
estaban en su nivel más bajo. Había que aprovechar la situación para tomar
medidas para “reducir la capacidad de Cuba de conseguir divisas en dólares” y
obligar a la isla a solicitar a otros socios, es decir, el bloque de Este. Ahora bien,
la política del Consejo de Seguridad Nacional para con América Latina estaba
clara: “Si un Estado latinoamericano establece lazos estrechos con el bloque
soviético materialmente perjudicial para nuestros intereses, los Estados Uni-
dos deben prepararse a disminuir o suspender la cooperación económica o
nanciera gubernamental y adoptar medidas políticas, económicas o mili-
tares apropiadas”. En otras palabras, había que ahogar económicamente a
Cuba para obligarla a acudir a la Unión Soviética y así tener un pretexto para
justicar medidas aún más radicales.28
En mayo de 1960, el secretario de Estado HERTER insistió otra vez en la nece-
sidad suprema de que el Congreso adoptara la legislación que permitiera al
poder ejecutivo suspender la cuota de azúcar: “La legislación de azúcar es muy
importante pues es la única arma que tenemos contra Cuba”.29
La Habana estaba al tanto de todas las maniobras de Washington. Fidel CAS-
TRO mantuvo informada a la población de los acontecimientos y recordó la
realidad a la cual estaba confrontado el país, hostigado y acosado por las
notas diplomáticas de un país poderoso”. Los planes económicos de Cuba
27RUBOTTOM, Roy R., “Letter From the Assistant Secretary of State for Inter-American Aairs
(Rubottom) to the Acting Secretary of State”, 11 de mayo de 1960, en Foreign Relations of
the United States, 1958-1960, pp. 911-914. Véase también, Diario de la Marina, “Proponen al
Senado de E.U. una ley azucarera de 4 años”, 10 de mayo de 1960.
28Ibidem.
29BOGGS, Marion W., “Memorandum of Discussion at the 445th Meeting of the National
Security Council”, 24 de mayo de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960,
pp. 925-927.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 25
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
estaban “amenazados con supresiones de cuota y represalias de tipo eco-
nómico”, mientras que las necesidades del país heredadas de la “dominación
económica extranjera durante 50 años” eran gigantescas. El Primer Ministro
denunció también la campaña llevada a cabo contra Cuba en América Latina:
“¿Por qué se acude a esos procedimientos calumniosos […]? Sencillamente,
para desacreditar a la Revolución Cubana ante el mundo […] para preparar las
condiciones de una agresión”.30
Raúl CASTRO, ministro de las Fuerzas Armadas, propuso públicamente a
Washington una solución simple para apaciguar las tensiones. Así, el embaja-
dor BONSAL podría declarar que Estados Unidos no tenía la intención de invadir
a Cuba ni facilitar una invasión procedente de otro país: “Ello es un punto clave
de la situación actual y el embajador americano no ha dicho nada al respec-
t o ”. 31RUBOTTOM tuvo que reconocer la clarividencia del Gobierno cubano en un
correo dirigido al embajador BONSAL: “La manera en que Fidel, Raúl y otros han
anticipado nuestro modo de pensar y nuestros planes, así como el papel posi-
ble de la OEA, es bastante notable”.32
Washington tenía la intención de dar un golpe que esperaba fatal para la prin-
cipal fuente de ingresos de la isla, con la suspensión de la cuota de azúcar.
4. LA SUSPENSIÓN DE LA CUOTA DE AZÚC AR
El 14 de junio de 1960, los servicios de inteligencia de Estados Unidos publicaron
una nueva evaluación de la situación cubana. No había ningún cambio previsi-
ble en la isla: “Castro sigue siendo el líder dominante en Cuba”. Otro elemento
preocupó más particularmente a Washington: la economía cubana. Según el
informe, “la situación económica, aunque se ha deteriorado en algunos secto-
res, ha mejorado en otros, y no prevemos que cause serios problemas políticos
este año”, a pesar del “grado creciente de la dirección estatal de la economía”. En
otros términos, la planicación de la economía que había emprendido el Gobier-
no revolucionario no había tenido consecuencias negativas para el país. Cuba
30CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno en conmemoración del Día Internacional del Trabajo, en la Plaza Cívica,
1 de mayo de 1960, disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/
f010560e.html
31The New York Times, “Cuban Asks U.S. Pledge”, 16 de mayo de 1960.
32RUBOTTOM, Roy R., “Letter From the Assistant Secretary of State for Inter-American Aairs
(Rubottom) to the Ambassador in Cuba (Bonsal)”, 26 de mayo de 1960, en Foreign Relations
of the United States, 1958-1960, pp. 928-930.
26 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
Dr. Salim Lamrani
había ampliado su red de socios comerciales en Europa del Este y el “Bloque
aumentaría probablemente el nivel de la ayuda brindada si la acción de los
Estados Unidos, gubernamental o privada, amenazara con afectar la economía
cubana”. En caso de sanciones por parte de Washington, Moscú propondría su
apoyo a Cuba.33
El 22 de junio de 1960, el vicepresidente Richard NIXON comunicó su preocu-
pación sobre la relativa buena salud de la economía cubana: “El punto más in-
quietante del informe de inteligencia de la CIA era la sección que indicaba que
la situación económica no se había deteriorado de modo signicativo desde el
derrocamiento de Batista”. Había entonces urgencia, según él: “¿Qué medidas
especícas podrían tomar los Estados Unidos que ejercerían más presión eco-
nómica sobre Cuba?”. Se contemplaron dos posibilidades: reducir del 20 % al
25 % la cuota azucarera de Cuba o aplicar la Ley de Comercio con el Enemigo a
Cuba por su cooperación económica con la Unión Soviética. Había que actuar
rápido pues “el tiempo [estaba] del lado de los cubanos”. Cuanto más espe-
rasen los Estados Unidos más estaría Cuba en capacidad de responder a los
desafíos económicos.34 Efectivamente, La Habana había jado sus prioridades:
“abrir nuevos mercados, vender más azúcar, […] aumentar el ingreso nacional
con la apertura de nuevos mercados en ese producto”.35
Para NIXON era tiempo de tomar una decisión. Según él, había que adoptar “una
acción fuerte para evitar ser apodado ‘Tío tonto’ en el mundo”. El secretario de
Estado HERTER mencionó el principal obstáculo a la elaboración de sanciones
contra Cuba: “A pesar de los esfuerzos considerables, parece improbable que
los jefes de Estado de los países de América Latina, con algunas excepciones,
estén dispuestos a tomar una posición fuerte anti-Castro”. El secretario de De-
fensa Thomas S. GATES Jr. propuso entonces pagar ese apoyo: había que ofrecer
“una asistencia mutua mayor a algunas naciones latinoamericanas” y otorgar
“incentivos a los que fueran particularmente cooperativos”.36
33NATIONAL INTELLIGENCE AGENCY, “National Intelligence Estimate”, 14 de junio de 1960, en Foreign
Relations of the United States, 1958-1960, pp. 947-949.
34ESTERLINE, Jacob D., “Notes on the Discussion at the Special Meeting of the National Security
Council”, 22 de junio 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 949-952.
35CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer
Ministro del Gobierno Revolucionario, en la Asamblea extraordinaria celebrada por los
empleados y obreros del comercio, en la CTC revolucionaria”, 4 de junio de 1960 disponible
en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f040660e.html
36ESTERLINE, Jacob D., “Notes on the Discussion…, cit.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 27
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
La Habana no tenía dudas respecto a los efectos benécos de la planicación
económica y la hostilidad de Washington reforzaba esta opinión. Fidel CASTRO
subrayó este punto: “Si los enemigos de nuestra Revolución creyeran que eco-
nómicamente íbamos a fracasar, nos dejaban tranquilos para que fracasáse-
mos sin remedio. Pero saben que no fracasaremos en lo económico, saben que
cuando todos los mercados estén abiertos a nuestro azúcar […] y nuestros
productos, Cuba tendrá siempre los recursos económicos sucientes para su
pleno desarrollo industrial”.37
El 23 de junio de 1960, el Gobierno revolucionario lanzó una nueva adverten-
cia pública a Washington. Todo acto de agresión económica tendría una res-
puesta: “No nos quedaremos impasibles ante las agresiones económicas”. En el
punto de mira se encontraban las empresas estadounidenses: las compañías
eléctricas y de teléfono, las minas, los bancos, las propiedades azucareras y “los
intereses norteamericanos” presentes en Cuba. Desde el punto de vista de La
Habana, la hostilidad no se basaba en ningún fundamento concreto: Cuba se-
guía gastando cientos de millones de dólares en la importación de productos
estadounidenses y suministraba las materias primas minerales y alimenticias
necesarias al consumo de Estados Unidos. Por otra parte, la producción de azú-
car había conservado su dinamismo y permitía responder a las obligaciones
internacionales. Fidel CASTRO expresó públicamente su circunspección frente al
desajuste entre las medidas tomadas por las autoridades de La Habana y la
reacción del Gobierno de Estados Unidos: “A juzgar por las campañas que se
han hecho contra nuestra Revolución, a juzgar por la represalia injusticada o
injusticable que se está fraguando en el Congreso de Estados Unidos, si se
tiene en cuenta esa amenaza de reducción de nuestra cuota, que más que
amenaza es ya virtualmente una realidad en el ánimo de los congresistas nortea-
mericanos, por la tensa campaña del ejecutivo de ese país, cualquiera diría que
nosotros desde el primer día les conscamos aquí a los monopolios norteameri-
canos todas sus propiedades; ¡y resulta que ahí están los monopolios!”. Por
cierto, la reforma agraria había afectado algunos intereses. Pero “si la Revolu-
ción no lesiona[ra] los intereses de los monopolios, no sería revolución”.38
37CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno Revolucionario, en el acto de clausura del Primer Congreso Revolucionario de
la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, efectuado en el teatro
de la CTC”, 7 de junio de 1960, disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/
esp/f070660e.html
38CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer
Ministro del Gobierno Revolucionario, en el almuerzo ofrecido por los miembros del
Directorio Estudiantil de 1930, en Río Cristal”, 23 de junio de 1960, disponible en
28 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
Dr. Salim Lamrani
En un memorándum del 27 de junio de 1960 al secretario de Estado, RUBOTTOM
insistió en la urgencia de la situación: “Hace casi un año el Departamento de-
cidió con la CIA que sería imposible mantener relaciones amistosas con el Go-
bierno de Castro en Cuba y que debíamos por consiguiente adoptar medidas
para contribuir a su derrocamiento y a su sustitución por un gobierno amis-
toso hacia los Estados Unidos”. Desde esa fecha, Washington había adoptado
toda una serie de medidas, entre ellas el “apoyo clandestino a la organización
de elementos anti-Castro”. Esta política había dado frutos: “Importantes líderes
disidentes se están organizando fuera de Cuba y tenemos motivos para pen-
sar que su fuerza alcanzará tal proporción que conseguirá su derrocamiento”.
La otra prioridad de Washington había sido hacer “madurar el sentimiento
anti-Castro en el resto de las Américas”. RUBOTTOM insistió en este punto: “Ello es
vital porque deberemos acudir a la OEA para una acción contra Cuba”. Había
entonces que pasar a la etapa superior: “La legislación del azúcar […] debería
autorizar al Presidente a cancelar la cuota de azúcar cubana. Es generalmente
conocido del público que estamos ahora preparados para hacer uso de seme-
jante prerrogativa”.39
Ese mismo día, el 27 de junio de 1960, tuvo lugar una reunión en el Departa-
mento de Estado para elaborar el “programa de presiones económicas contra
Castro”, con la participación de diferentes servicios: la Casa Blanca, el Ministerio
de Agricultura, el Ministerio de Economía, la CIA y el Departamento de Esta-
do. El Ministerio de Agricultura indicó que la reducción de la cuota de azúcar
cubana debía ser de 500.000 toneladas como máximo para permitir a Estados
Unidos reabastecerse en el mercado mundial y subvenir a sus propias necesi-
dades. El subsecretario a la Agricultura True D. MORSE se hizo partícipe de sus
reservas: “Es difícil ver cómo podríamos afectar sustancialmente la situación
cubana sólo a través de la legislación del azúcar”. El secretario del Tesoro com-
partió este punto de vista. Según él, los Estados Unidos debían usar “todas las
medidas económicas a su disposición para presionar al régimen de Castro”.
Había que “suspender todo el comercio entre Cuba y los Estados Unidos”, in-
cluso el de los productos alimentarios. Era imperativo aprovechar el hecho de
que Cuba fuera “un importante comprador de arroz, frijoles, tocino y harina
americanos” para crear “una penuria para estos productos”, sin preocuparse del
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f230660e.html. Véase también,
Le Monde, “M. Fidel Castro menace de consquer les entreprises américaines”, 25 de
junio de 1960.
39RUBOTTOM, Roy R., “Memorandum from the Assistant Secretary of State for Inter-American
Aairs (Rubottom) to the Secretary of State”, 27 de junio de 1960, en Foreign Relations of the
United States, 1958-1960, pp. 955-957.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 29
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
hecho de que semejante acto constituía una grave violación de la Conven-
ción de Ginebra. El general CABELL, director adjunto de la CIA, se encontraba en
la misma línea: “El Gobierno de Castro no parece estar actualmente bajo pre-
sión económica seria y una presión económica concertada es efectivamente
necesaria”.40
RUBOTTOM insistió en un punto, aunque era consciente de la dicultad de la tarea
dado el carácter público de la hostilidad de Washington: “El Gobierno de los Es-
tados Unidos debe evitar en la medida de lo posible aparecer en el papel del
agresor contra Cuba”. La Administración de EISENHOWER sabía que La Habana no
permanecería sin reacción en caso de sanciones: “Debemos prepararnos a que
las empresas […] resulten intervenidas y será probablemente lo mismo para
las compañías de electricidad y teléfono”. Para el secretario del Tesoro Ander-
son, una cosa estaba segura: en caso de sanciones contra el Gobierno de Fidel
Castro “recibirá la cooperación de la URSS”. Pero, lejos de ser una mala noticia,
ello “nos ayudará a hacer valer nuestra posición con el resto de los países del
hemisferio”. Para RUBOTTOM, una intervención militar en Cuba parecía inevitable:
“Si, a pesar de nuestros esfuerzos, no logramos educar y persuadir a la opinión
pública del hemisferio, deberemos probablemente hacer el trabajo nosotros
mismos, pero pagaremos un precio caro”.41
La respuesta de La Habana tuvo lugar el mismo día: “En ese intento de irnos
quitando la cuota libra por libra, les iremos quitando central por central, y
les iremos quitando centavo a centavo hasta la última inversión de nortea-
mericanos en Cuba. […] Libra por libra iremos suspendiendo todas las im-
portaciones norteamericanas en Cuba. ¡El mundo es ancho y nosotros les
compraremos a los que nos compren! […]. Ningún extranjero puede darnos
órdenes”. El Gobierno revolucionario subrayó que Washington “no hablaba
de quitarle a Cuba la cuota azucarera” bajo el régimen de Batista “cuando
todas las miserias y todos los abusos tenían lugar en nuestra patria”. Por otra
parte, la legislación cuyo objetivo era inuir en la política interior de Cuba
constituía una violación del “derecho internacional [y] […] [de] los tratados
internacionales”. El Primer Ministro apuntó que el Congreso de Estados Uni-
dos pretendía “someter a un país al capricho de un mandatario extranjero”
40STEVENSON, Robert A., “Memorandum of a Conversation”, 27 de junio de 1960, en Foreign
Relations of the United States, 1958-1960, pp. 958-968.
41 Ibidem.
30 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
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y permitirle decidir su destino económico”.42 Por su parte, Raúl CEPERO BONILLA,
Ministro del Comercio, calicó el proyecto de ley de “declaración de guerra
económica a Cuba”. Según él, constituía “un ataque contra la economía y la
soberanía de la nación”. Advirtió también de que este nuevo acto de hostilidad
no “permanecer[ía] sin réplica”.43
El 30 de junio de 1960 el Departamento de Estado transmitió un memorán-
dum al Presidente EISENHOWER recordándole las consecuencias de sanciones
unilaterales por parte de los Estados Unidos contra Cuba: “El uso de la fuerza
de manera unilateral violaría desde luego nuestras obligaciones de tratado y
crearía una desilusión generalizada, para no decir una hostilidad, en América
Latina y otras regiones del mundo”. Además “el impacto de los ideales decla-
rados de la revolución de Castro […] ha sido muy importante entre el público
latinoamericano”.44
En aquella fecha, Cuba no había adoptado ninguna medida hostil hacia los
Estados Unidos. Si la reforma agraria había afectado los intereses privados
estadounidenses, también había impactado los intereses de otros países eu-
ropeos como Francia, el Reino Unido, España o Italia. Además, el programa
de transformación socioeconómico se inscribía en el respeto estricto al De-
recho internacional público y a las prerrogativas inherentes a todo Estado
soberano. De hecho, Washington había reconocido varias veces el carácter
legal y legítimo de las nacionalizaciones que emprendió Cuba en nombre del
interés nacional. La rearmación de la soberanía nacional había tenido un
fuerte impacto en América Latina, donde los pueblos compartían la misma
aspiración.45 La Habana había advertido a quienes creían que “la Revolución
no podr[ía] perdurar porque ha[bía] un vecino poderoso, cuya última palabra
42CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno Revolucionario, en el acto de la clausura de la plenaria azucarera, celebrada en
Artemisa, Pinar del Río”, 28 de junio de 1960, disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/
discursos/1960/esp/f280660e.html. Véase también, The New York Times, “U.S. Holdings to Be
Taken If Sugar Is Cut Castro Says”, 24 de junio de 1960; The New York Times, “Castro Assails U.S.
Anew”, 25 de junio de 1960.
43Le Monde, “‘Le projet de loi sur le sucre est une déclaration de guerre économique’, déclare
le ministre du commerce”, 30 de junio de 1960. Véase también, The New York Times, “Cuba
Assails Sugar Bill”, 28 de junio de 1960.
44DEPARTMENTOF STATE, “Memorandum Prepared in the Department of State”, 30 de junio de 1960,
en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 971-97373.
45LAMRANI, Salim, “Les États-Unis face à la réforme agraire à Cuba”, Études caribéennes, No. 54,
avril 2023.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 31
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
sería la palabra denitiva”. El tiempo en que el “vecino poderoso era [quien]
decidía las cuestiones” del país había terminado de modo denitivo.46
En un discurso a la nación, Fidel Castro rearmó que no habría vuelta al pasado:
“¿Qué pretenden? ¿Que les devolvamos a las compañías norteamericanas
las tierras que el pueblo ha recuperado? […] ¿Que volvamos a elevar las ta-
rifas telefónicas y eléctricas? […] ¿Que volvamos otra vez a la época aquella
en que los cubanos tenían que pedirle permiso a “su señoría” el Gobierno
de Washington? […] ¿Que nuestra economía siga siendo una economía co-
lonial, de monocultivo y de país subdesarrollado, al servicio de los grandes
trusts norteamericanos? […] ¿Que renunciemos a la libertad de comercio
y les tengamos que comprar a ellos, exclusivamente a ellos, vendan al pre-
cio que vendan y sea cual fuere la balanza comercial? […] ¿Que sigan las
concesiones privilegiadas de nuestra riqueza minera, para que se lleven
toda nuestra riqueza y no nos dejen más que el hoyo? ¡Lo sentimos mucho,
pero no podemos complacerlos! ¿Que Cuba renuncie a su soberanía y con
ella a su derecho a mantener relaciones comerciales y diplomáticas con los
pueblos que estime conveniente? ¡Lo sentimos mucho, pero no podemos
complacerlos!”.47
Desde luego, Cuba sabía que pagaría cara su voluntad de emancipación y el
Primer Ministro advirtió al pueblo de las dicultades futuras: “Nosotros sabe-
mos que no nos dejarán en paz; nosotros sabemos que cada día estarán más
agresivos contra Cuba; nosotros sabemos que las agresiones económicas con-
tra nuestro país vendrán; nosotros sabemos que conspiran contra el Gobierno
Revolucionario”. La campaña llevada a cabo contra la isla preparaba el terre-
no y a la opinión a la imposición de medidas económicas drásticas contra el
pueblo cubano, que podía llegar “la agresión armada”. Para el Gobierno de La
Habana se trataba “del precio de la libertad” y de “la dignidad nacional”.48
46CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno Revolucionario, en la Asamblea extraordinaria celebrada por los empleados y
obreros del comercio…, cit.
47CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro
del Gobierno Revolucionario, en el acto de clausura del Primer Congreso Revolucionario de
la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías…, cit.
48Ibidem.
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El 3 de julio de 1960, después de tumultuosos debates, el Senado, mayoritaria-
mente reticente a la adopción de semejante ley, y la Cámara de Representantes,
favorable a medidas drásticas contra Cuba, llegaron a un acuerdo sobre la legis-
lación del azúcar.49 Esto venía después de la amenaza del Presidente EISENHOWER
“de convocarlos a muy corto plazo si no le daban la autorización que necesitaba
para reducir eventualmente la cuota de azúcar de Cuba y tener así ‘un arma que
le permitiría hacer frente a la situación creada por la actitud del Gobierno de
Castro’”.50 La Cámara de Representantes había votado la moción por unanimidad
de sus 394 miembros, imponiendo así una presión a la Cámara Alta.51Le Monde
señaló que el Senado nalmente había aprobado la ley con 32 votos a favor y
14en contra, “no sin haber protestado contra la obligación en la cual la Cámara
lo ponía, de aprobar lo que algunos senadores calicaban de error en materia de
política exterior”.52
Efectivamente, un mes antes, el 1 de junio de 1960, el Comité Agrícola de la
Cámara de Representantes había rechazado ampliamente con 20 votos contra
10 la solicitud del Presidente EISENHOWER, limitándose a proponer que el Minis-
terio de Agricultura pudiera reducir la cuota de azúcar cubana si la isla no lle-
gara a suministrar el azúcar necesario.53 El New York Times explicó el voto: “Una
reducción de la cuota de Cuba afectaría al pueblo cubano y no al Gobierno de
Castro, y si fuera aplicada como medida de castigo sería contraria a nuestros
compromisos por tratado y volvería a casi todos los países latinoamericanos
contra nosotros”.54 Harold COOLEY, representante de Carolina del Norte, lanzó la
misma advertencia: la enmienda republicana que deseaba el Gobierno consti-
tuiría “un acto maniesto de agresión económica”.55
La prensa estadounidense subrayó otro punto: “La mayoría de los expertos son
unánimes al decir que una supresión de la cuota de azúcar de Cuba tendrá
49The New York Times, “Congress Passes Cuba Sugar Bill; Quits Till August”, 4 de Julio de 1960.
Véase también, BAKER, Russell, “Congress Recess Delayed by Fight over Cuba Sugar”, The New
York Times, 3 de julio de 1960.
50Le Monde, “Le Congrès américain autorise le président à réduire les importations de sucre
cubain”, 5 de julio de 1960.
51WICKER, Tom, “House Authorizes Eisenhower to Cut Cuba Sugar Quota”, The New York Times, 1
de julio de 1960.
52Le Monde, “Le Congrès américain autorise…”, cit.
53The New York Times, “Eisenhower Gets Rebu on Sugar ”, 2 de junio de 1960.
54The New York Times, “ The Sugar Quotas”, 4 de junio de 1960.
55WICKER, Tom, “Sugar Bill Stirs Tempest In House”, The New York Times, 22 de junio de 1960.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 33
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
como efecto inmediato de reforzar al régimen de Castro”. Recordó también
que la población de la isla sería la principal víctima: “Afectará al pueblo cuba-
no y será indudablemente percibida como una medida de castigo”. Concluyó
nalmente que La Habana no permanecería sin reacción: “El Primer Ministro
Castro dispone de un régimen que tiene el control total de Cuba y que está
determinado a replicar con todos los recursos a su disposición y a cualquier
precio a toda medida que se tomara contra Cuba”.56
A pesar de ello, el 5 de julio de 1960, tras conseguir del Congreso la adopción
de la nueva legislación del azúcar que otorgaba poderes especiales al Presi-
dente,57 el Departamento de Estado elaboró el proyecto de decreto destinado
a suspender la cuota de azúcar de Cuba. De las 744.000 toneladas que Cuba
tenía que exportar contractualmente hacia Estados Unidos para el año 1960,
Washington impuso una reducción de 700.000 toneladas. Por otra parte, la
Administración de EISENHOWER decidió no solicitar más a Cuba para colmar su
décit doméstico, “lo que representaría una disminución total de 900.000 to-
neladas”. Se trataba de un golpe severo contra la economía cubana, tributaria
de sus exportaciones de azúcar y cuyo principal comprador era el vecino del
norte. Según el Departamento de Estado, ello representaba verdaderamente
“el 80% de las exportaciones totales de Cuba”.58
El 6 de julio de 1960, el presidente EISENHOWER adoptó el decreto que imponía,
según sus propias palabras, las primeras “sanciones económicas” contra Cuba,
privando a la isla de la mayor parte de sus ingresos.59 La explicación ocial fue
poco convincente:
“El Gobierno de Cuba se ha comprometido a comprar cantidades sustan-
ciales de productos a la Unión Soviética a través de acuerdos de trueque. Ha
56The New York Times, “Cuba’s Sugar Quota”, 25 junio 1960.
57Le Monde, “Le président Eisenhower autorisé à modier le quota d’importation du sucre
cubain”, 2 de julio de 1960; WICKER, Tom, “House Unit Backs Sugar Quota Cuts, The New York
Times, 28 de junio de 1960.
58DEPARTMENTOF STATE, “Notes on the Secretary of State’s Staff Meeting”, 5 de julio de 1960, en
Foreign Relations of the United States, 1958-196, p. 976; JOHNSON, Robert H., “Memorandum
of Discussion at the 450th Meeting of the National Security Council”, 7 de julio de 1960,
en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, p. 986.
59PAARLBERG, Don, “Memorandum of Discussion, White House, 6 de julio de 1960, en Foreign
Relations of the United States, 1958-1960, pp. 979-980. Véase también, Le Monde, “Washington
suspend les importations de sucre. La Havane décide de la saisie des biens américains”, 7 de
julio de 1960; JORDEN, William J., “Castro Criticized”, The New York Times, 7 de julio de 1960.
34 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
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elegido para estos productos con azúcar, a precios muy inferiores a los con-
seguidos en los Estados Unidos. La inevitable conclusión es que Cuba se ha
comprometido en un curso de acción que consiste en dedicar regularmente
cantidades crecientes de su cosecha de azúcar para comerciar con el blo-
que comunista, volviendo por consiguiente aún más incierta su capacidad
futura de responder a las necesidades en azúcar de los Estados Unidos”.60
En realidad, los precios ventajosos que pagaba Estados Unidos por el azúcar cu-
bano favorecían poco al Gobierno de la isla. En efecto, dado que la mayor parte
de los centrales azucareros del país pertenecían a inversionistas estadouniden-
ses, estos eran los primeros beneciarios de la tarifa preferencial.61 Washington
llegó hasta a otorgar una parte de la cuota de Cuba de 700.000 toneladas a la
República Dominicana del Generalísimo TRUJILLO, odiado por la mayoría de las
naciones latinoamericanas.62 Para la Administración de EISENHOWER el símbolo era
desastroso: sancionaba a un gobierno popular que aspiraba a mejorar el nivel
de vida de los desheredados y que gozaba del apoyo unánime de la población,
mientras recompensaba a un régimen tiránico y corrupto.
Perú y Nicaragua aprovecharon también la oportunidad y consiguieron una
parte de la cuota cubana. Le Monde apuntó que Estados Unidos había “conse-
guido un doble objetivo aprovechando la reducción del contingente proce-
dente de Cuba para hacer un gesto –de un alcance evidente– a favor de los
países de América Central tradicionalmente excedentarios”.63 Estados Unidos
prohibió también a los países que se beneciaban de una ayuda económica
de su parte, usarla para comprar azúcar cubano.64 A su vez, el Senado adoptó
una legislación que prohibía todo apoyo económico a los países que brinda-
ran una ayuda nanciera a Cuba o que le vendieran armas.65
60EISENHOWER, Dwight D., “President’s Statement”, The New York Times, 7 de julio de 1960.
61AUERBACH, George, “Sugar Bill Seeks to Aid U.S. Friends”, The New York Times, 7 de julio de 1960.
62The New York Times, “Cuba vs. U.S.”, 10 de julio de 1960.
63VIRIEU, F. H. DE, “Quelles seront les conséquences de la réduction des importations américaines
de sucre en provenance de Cuba”, Le Monde, 11 de julio de 1960. Véase también, Le Monde,
“Le marché mondial du sucre attend dans l’inaction la redistribution des quotas américains”,
16 de julio de 1960; Le Monde, “Nouvelles saisies d’installations américaines à Cuba”, 23 de
julio de 1960.
64Le Monde, “Le Maroc ne pourra pas acheter du sucre cubain avec l’aide américaine”, 25 de
agosto de 1960; The New York Times, “U.S. Bars Loan Use for Cuba’s Sugar”, 20 de agosto
de 1960; The New York Times, “Morocco Seeking Non- Cuban Sugar”, 21 de agosto de 1960.
65KENWORTHY, E. W., “Senate Adopts Ban on Aid to Nations Assisting Cuba”, The New York Times,
25 de agosto de 1960.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 35
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
El New York Times apuntó que “la supresión de la cuota cubana había sido más
severa de lo previsto. Afectará seguramente de modo severo la economía cu-
bana”.66 No obstante, el secretario de Agricultura ANDERSON subrayó que estas
sanciones sólo constituían el inicio de las represalias contra Cuba. Justamen-
te, “era probable que los cubanos replicaran” a este acto de agresión econó-
mica, lo que daría la oportunidad a Washington de imponer nuevas medidas
coercitivas.67
La respuesta de La Habana, que se esperaba semejante decisión, ocurrió el
mismo día.68 El 6 de julio de 1960 el Gobierno hizo aprobar una ley que au-
torizaba la nacionalización de nuevas propiedades estadounidenses por un
importe equivalente a la pérdida sufrida.69 “Nada enseña tanto como una re-
volución, […] como este choque de intereses […], como esa lucha en que de
un lado se presenta el esfuerzo del pueblo, los anhelos del pueblo […] contra
intereses antinacionales, antisociales y antipopulares”, subrayó Fidel CASTRO.
Según él, “una revolución no es sino una gran batalla entre los intereses del
pueblo y los intereses contrarios al pueblo, […] de los humildes de la patria
contra los poderosos”. El Primer Ministro denunció “la alianza entre los inte-
reses creados dentro de la nación y los grandes intereses internacionales”, los
que “se ponen del lado de los que explotan a su pueblo y de los que quieren
matar de hambre a ese pueblo, cuando no consiente en seguir teniendo amos
de ninguna clase”. Pero para el Gobierno revolucionario, las sanciones de Was-
hington estaban condenadas al fracaso ya que podía contar con el apoyo de
“los pobres y explotados”.70
Fidel CASTRO recordó otra vez que Washington, lejos de imponer sanciones a
la dictadura de BATISTA, responsable de “tantos crímenes”, le había brindado un
66SZULC, Tad, “Havana is Ready to Seize More American Property”, The New York Times, 7 de
julio de 1960.
67PAARLBERG, Don, “Memorandum of Discussion, White House, 6 de julio de 1960, cit.
68SZULC, Tad, “Cuba Awaits Cut by U.S. On Sugar”, The New York Times, 4 de julio de 1960; SZULC,
Tad, “Cuba Gets Ready to Take U.S. Mills”, The New York Times, 5 de julio de 1960.
69BELL LARA, José, Delia Luisa LÓPEZ GARCÍA & Tania KARAM LEÓN, Documentos…, cit., pp. 75-77;
KNECHT, Jean, “Washington réduit de 700000 tonnes les importations de sucre cubain”, Le
Monde, 8 de julio de 1960.
70CASTRO RUZ, Fidel, “Discurso pronunciado por el Doctor Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del
Gobierno Revolucionario, en el acto de clausura del Congreso metalúrgico, efectuado
en el Teatro de la CTC”, 6 de julio de 1960, disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/
discursos/1960/esp/f060760e.html. Véase también, Le Monde, “M. Fidel Castro: la décision
américaine n’arrêtera pas la révolution cubaine”, 8 de julio de 1960.
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apoyo rme: “Lejos de reducir la cuota azucarera, la poderosa oligarquía au-
mentó la cuota de fusiles, la cuota de tanques, la cuota de balas, la cuota de
aviones y la cuota de bombas que le estaba enviando a esa tiranía”. La compa-
ración era contundente para la Administración de EISENHOWER:
“Cuando en nuestra patria no se escuchaban más que los quejidos de
los torturados y el llanto de las madres enlutadas, cuando aldeas enteras
eran destruidas, cuando campesinos en masa eran asesinados, cuando
los jóvenes y los obreros desaparecían sin dejar rastro […], la oligarquía
poderosa que se dice defensora del mundo libre [no fue capaz] de con-
moverse! […] Lejos de conmoverse enviaba las armas a los torturadores y
a los criminales; lejos de conmoverse los apoyaba con todos los recursos a
su alcance. […] No pudo ver que se les dijera a los turistas que no vinieran
aquí; o se les cortara el crédito a aquellos ladrones, o les cortaran el pe-
tróleo que movía a aquella maquinaria militar, o les cortaran la cuota que
iba a nutrir los bolsillos de los criminales. ¡Entonces no, ahora, ahora sí!”.71
El país no renunciaría a su revolución, ni a su “aspiración de ser libre, […] dueño
de su riqueza y del fruto de su trabajo”. Para La Habana, los Estados Unidos eran
plenamente responsables del deterioro de las relaciones bilaterales:
“Las dicultades con Cuba no son porque Cuba quiera gobernar a Estados
Unidos, ¡sino porque Estados Unidos ha querido gobernar a Cuba! Que los
problemas con Cuba no se deben a que haya intereses cubanos; trusts y mo-
nopolios cubanos queriendo explotar a los trabajadores norteamericanos
y al pueblo norteamericano, sino que los problemas con Cuba se deben a
que hay compañías y hay poderosos intereses norteamericanos queriendo
explotar a los trabajadores y al pueblo cubano; los problemas no se deben a
que intereses cubanos quieran poseer las minas o las fábricas, y mandar en
la economía y en la política de Estados Unidos; sino que los problemas con
Cuba obedecen a los intereses que quieren poseer nuestras riquezas; vivir
de nuestro sudor y mandar en la economía y en la política de nuestro país”.72
El New York Times publicó un editorial poniendo en guardia a Washington so-
bre su política de castigo hacia Cuba. Advirtió que el Gobierno revolucionario
opondría toda la resistencia que caracterizaba la voluntad de un pueblo que
71Ibidem.
72Ibidem.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 37
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
deseaba librarse de un legado humillante de subordinación a los intereses del
poderoso vecino:
“No debemos subestimar la inteligencia, la profundidad de sentimiento y
la valentía de los jóvenes líderes cubanos. Nos pueden parecer profunda-
mente equivocados en muchos aspectos, pero son adversarios formidables
y deben ser tratados así. Debemos también reconocer que el sentimiento
antiyanqui tiene una larga y compleja historia en Cuba. No fue inventado
por Fidel Castro o los comunistas. Para esta generación, el punto culminan-
te se alcanzó con la política americana que favorecía al dictador odiado, el
General Batista.
”El 1 de enero de 1959, “ocurrió la revolución”. Entre sus objetivos mayores
se encontraba lo que los cubanos consideraban la soberanía y la indepen-
dencia para con los Estados Unidos en los campos económico, político y
cultural. Cuando fueron atacados en los Estados Unidos sobre su manera
de proceder, a causa de las ejecuciones de los criminales de guerra, por su
tolerancia del comunismo y, en algunos casos, por el hecho mismo de hacer
una revolución, reivindicaron su derecho a defenderse y replicar. […]
”Se han dado cuenta sobre todo que no podrían hacer su revolución estan-
do aislados. Han visto que debían hacer frente a los esfuerzos de los Estados
Unidos de volver los otros países de América Latina contra ellos […].
”Finalmente, el conicto se ha extendido al resto del mundo [cuando
Cuba se volvió] hacia el bloque soviético como contrapeso al poderío
americano”.73
En América Latina había un rechazo mayoritario a las sanciones contra Cuba.
Emilio SÁNCHEZ PIEDRAS, Presidente de la Comisión Federal Permanente del Con-
greso Federal mexicano, declaró que “el pueblo mexicano era solidario del
pueblo cubano en el conicto que opone la República antillana y los Estados
Unidos”, en recuerdo de las dicultades a las cuales su propio país había sido
confrontado cuando hizo su reforma agraria.74 Esta declaración suscitó la pre-
ocupación de Washington, que transmitió una nota al Gobierno mexicano. La
respuesta de este último tardó poco: la separación de los poderes en México
era un principio constitucional y cada cual era libre de expresar sus opiniones.
73The New York Times, “Anti-Yankeeism in Cuba”, 29 de junio de 1960.
74Le Monde, “La Havane répond à la protestation de Londres…, cit.; The New York Times,
“Mexican Backs Cuba”, 8 de julio de 1960.
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Además “en repetidas ocasiones los senadores y representantes americanos
[habían] lanzado ataques contra México y sus intereses”.75 El New York Times
subrayó que “el Gobierno cubano había sido ampliamente alentado por el
sentimiento expresado por el Congreso mexicano que había ofrecido su so-
lidaridad a Cuba en su conicto con los Estados Unidos”.76
El 7 de julio de 1960, durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional,
el subsecretario de Estado Clarence Douglas DILLON subrayó que la “ruptura to-
tal de las relaciones económicas con Cuba” era inevitable. Washington debía
aprovechar la oportunidad que ofrecía la adopción de la ley que nacionalizaba
las propiedades estadounidenses en Cuba para ir más lejos e “invocar la Ley de
Comercio con el Enemigo, embargar todos los haberes cubanos en los Estados
Unidos y poner n a toda transacción comercial”. Ello permitiría “aumentar el
problema de repuestos para Cuba”, mientras que toda su maquinaria y parque
automovilístico eran tributarios de los materiales estadounidenses. DILLON su-
brayó no obstante que las autoridades de la isla habían sido precavidas: “Los
fondos cubanos han sido casi todos transferidos a Canadá”.77
El New York Times criticó otra vez la imposición de sanciones y recordó que no
resolverían los problemas a los cuales estaba confrontado el continente: “La
victoria en esta ‘guerra’ no se conseguirá con misiles, palabras, sanciones eco-
nómicas, amenazas y presiones. La conseguirá el campo que dará a las masas
no privilegiadas de América Latina y sus economías subdesarrolladas la segu-
ridad de que se pueden alcanzar la justicia social y la prosperidad”.78
El embajador BONSAL subrayó, por su parte, las primeras consecuencias engen-
dradas por la política de sanciones: “El resultado inmediato de estas acciones es
evidentemente el aumento de la inuencia económica de nuestros enemigos
en Cuba en detrimento de la nuestra”. Era difícil reprochar a Cuba aliarse con la
Unión Soviética mientras los Estados Unidos hacían todo lo posible para que la
economía cubana dependiera de la ayuda de Moscú. “Espero que estas acciones
75Le Monde, “Le ministre mexicain des aaires étrangères: seul le président de la République
détermine la politique extérieure du Mexique”, 12 de julio de 1960. Véase también, The New
York Times, “Clarication of Mexican Stand in Cuban Dispute Asked by U.S.”, 9 de julio de 1960.
76SZULC, Tad, “Cubans Cheered by Soviet Action”, The New York Times, 10 de julio de 1960.
77JOHNSON, Robert H., “Memorandum of Discussion at the 450th Meeting of the National
Security Council”, 7 de julio de 1960, cit..
78Le Monde, “New York Times (indépendant): la victoire ne sera pas remportée par les missiles,
les sanctions économiques et les pressions”, 13 de julio de 1960.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 39
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
formen parte de un programa cuidadosamente pensado”. Efectivamente, Rusia
y China habían comprado 2,2 millones de toneladas de azúcar: “1960 quedará
en la historia cubana como el año en que los comunistas aumentaron sus com-
pras de azúcar cubano hasta cerca de dos millones de toneladas mientras los
Estados Unidos redujeron las suyas a cerca un millón de toneladas”. El emba-
jador insistió en el probable fracaso de la política de sanciones de los Estados
Unidos: “Ninguno de los elementos de presión económica mencionados pon-
drá de rodillas al Gobierno y están siendo interpretados cada vez más, incluso
por nuestros amigos, como intentos infructuosos de doblegar al Gobierno”.
Según él, las sanciones económicas eran contraproducentes pues, además de
su ineciencia, “exacerba[ba]n el sentimiento nacionalista” en Cuba.79
Pero tres meses más tarde, lejos de tomar en cuenta este punto de vista, la
Administración de EISENHOWER decidió agravar las sanciones.
5. NUEVAS SANCIONES CONTRA CUBA
El 10 de octubre de 1960, durante une reunión en el Departamento de Es-
tado con el almirante Robert L. DENNISON, jefe de Comando Aliado Atlántico
(SACLANT), el subsecretario de Estado DILLON le informó de que los Estados
Unidos se aprestaban a adoptar nuevas sanciones económicas contra La Ha-
bana con la imposición, entre otros, de un control sobre las exportaciones
“que reducirían en 300 millones de dólares, o sea en un 50 %, las exportacio-
nes a Cuba”.80
Tres días después, el 13 de octubre de 1960, el presidente EISENHOWER organizó
una reunión para debatir sobre estas nuevas sanciones. Había que “prohibir
todas las exportaciones con destino a Cuba, salvo los suministros médicos y
alimenticios”. Washington apostaba por su ecacia: “Deberían crean presiones
mayores sobre este Gobierno”. El Departamento de Estado reconoció que es-
tas medidas “violarían los acuerdos con la OEA si el objetivo era ejercer una
presión política sobre el régimen de Castro”. EISENHOWER admitió que las sancio-
nes afectarían principalmente las capas populares y suscitarían una reacción ne-
gativa en la opinión pública nacional e internacional: “Es como si no actuáramos
79BONSAL, Philip W., “ Telegram From the Ambassador in Cuba (Bonsal) to the Assistant Secretary
of State for Inter-American Aairs (Rubottom)”, 2 de agosto de 1960, en Foreign Relations of
the United States, 1958-1960, pp. 1040-1045.
80DEPARTMENTOF STATE, “Editorial Note, 10 de septiembre de 1960, en Foreign Relations of the
United States, 1958-1960, pp. 1081-1083.
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contra Castro sino contra el pueblo cubano”.81 Tal era, según él, la manera de
conseguir el derrocamiento del régimen revolucionario.
El 19 de octubre de 1960, Washington anunció la aplicación de las nuevas
sanciones y la supresión de todas las exportaciones con destino a Cuba, con
la excepción de los alimentos y los medicamentos.82 Efectivamente, el ar-
tículo23 de la Convención de Ginebra de 1949 prohibía expresamente todo
embargo sobre las materias primas alimenticias y las medicinas, incluso en
periodo de guerra.83
La prensa occidental subrayó también que la Administración de EISENHOWER
había modicado los reglamentos para “impedir la expedición indirecta de
mercancías y material técnico hacia Cuba”. Había previsto sanciones “contra
los armadores que tratarían evitar la prohibición enviando mercancías a otro
país para volver a mandarlas luego hacia Cuba”.84 En previsión de estas nuevas
sanciones, el Gobierno de La Habana había rmado importantes contratos con
Ottawa, que le permitían satisfacer las necesidades del país, suministrándose
en las liales estadounidenses instaladas en Canadá.85 John DIEFENBAKER, Primer
Ministro canadiense, había efectivamente expresado su oposición rme a las
sanciones contra Cuba: Canadá “no tiene absolutamente ninguna intención de
81GOODPASTER, Andrew Jackson, “Memorandum of a Conference with the President, White House,
Washington”, 13 de octubre de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960,
pp.1083-1087. Véase también, Le Monde, “Nationalisation des banques et des industries-
clefs à Cuba”, 15 de octubre de 1960.
82GOODPASTER, Andrew Jackson, “Memorandum of a Conference with the President, White
House, Washington”, 17 de octubre de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-
1960, pp. 1089-1090. Véase también, KENWORTHY, E. W., “Embargo by U.S. on Goods to Cuba is
Expected Soon”, The New York Times, 13 de octubre de 1960; The New York Times, “Embargo
Plan is Eisenhower’s”, 14 de octubre de 1960; The New York Times, “Mexico Restricts Talks”,
17 de octubre de 1960; The New York Times, “ Text of U.S. Announcement of Embargo”, 20 de
octubre de 1960; KENWORTHY, E. W., “U.S. Puts Embargo on Goods to Cuba; Curb Ships Deals”,
The New York Times, 20 de octubre de 1960.
83Convention de Genève relative à la protection des personnes civiles en tant de
guerre, “Article 23: Envoi de médicaments, vivres et vêtements”, 12 de agosto
de 1949, disponible en https://ihl-databases.icrc.org/applic/ihl/dih.nsf/Article.
xsp?action=openDocument&documentId=5657E815ED982CB8C12563BD002C0206
84Le Monde, “Les Etats-Unis mettent l’embargo sur les exportations à destination de Cuba”, 21
de octubre de 1960.
85Le Monde, “Le glissement d’une révolution”, 5 de enero de 1961.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 41
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
tomar medidas de apoyo a cualquier embargo sobre las ventas contra Cuba.86
Al contrario, armó que su Gobierno “se reserva[ba] el derecho de comerciar
con todos los países del mundo, incluso Cuba, para todos los productos de su
elección”.87 Por su parte, George HEES, Ministro canadiense de Comercio, decla-
ró que su país “estaría encantado de suministrar a Cuba las mercancías que ya
no puede comprar en los Estados Unidos a causa de un embargo comercial”.88
Así, los intercambios comerciales entre Cuba y Estados Unidos pasaron de un
promedio mensual de 46 millones de dólares en 1958, a 21 millones de dó-
lares en 1959, para alcanzar apenas 10 millones de dólares en 1960 para las
exportaciones estadounidenses hacia la isla. En el sentido contrario, las expor-
taciones cubanas hacia el vecino del norte pasaron de un promedio mensual
de 46 millones de dólares en 1958, a 42 millones en 1959 y a 7,6 millones de
dólares en 1960.89
El mismo día, el 19 de octubre de 1960, el subsecretario de Estado para
los Asuntos Interamericanos MANN informó al secretario de Estado HERTER
que la s nuevas medidas de presión “ejercer[ían] una presión seria sobre la eco-
nomía cubana y contribuir[ían] a generar insatisfacción y disturbios en el
país”. Por otra parte, Washington contemplaba prorrogar el embargo sobre
las importaciones de azúcar para el primer trimestre del año 1961.90
El New York Times no compartió la opinión de MANN y predijo frutos amargos: “Es
difícil ver qué objetivo diplomático o económico positivo se alcanzará median-
te el embargo sobre las exportaciones americanas a Cuba”. El diario precisó lo
siguiente: “Es improbable que alguien dentro o fuera del Departamento de Es-
tado pueda creer seriamente que el embargo […] desembocará en un cambio
de actitud por parte de Castro o de su régimen revolucionario”.91 El embargo
86The New York Times, “Canada Bars Help in A Cuba Embargo”, 19 de octubre de 1960.
Véase también, HART PHILLIPS, Ruby, “Cuba Seeks Rise in Canadian Trade”, The New York
Times, 6 de noviembre de 1960; Le Monde, “Ottawa regrette la décision américaine”, 21 de
octubre de 1960.
87The New York Times, “Canada Defends Trade”, 12 de diciembre de 1960.
88The New York Times, “Canadian Minister Hails Cuban Trade”, 10 de diciembre de 1960.
89Le Monde, “Les échanges commerciaux entre Washington et La Havane”, 6 de enero de 1961.
90MANN, Thomas, “Memorandum From the Assistant Secretary of State for Economic Aairs
(Mann) to the Secretary of State”, 19 de octubre de 1960, en Foreign Relations of the United
States, 1958-1960, pp. 1091-1092.
91The New York Times, “ The Export Embargo”, 21 de octubre de 1960.
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tuvo una sola consecuencia: “La economía cubana se ha vuelto ahora casi to-
talmente dependiente de la Unión Soviética y del bloque comunista a causa
del embargo sobre las exportaciones hacia esta isla impuesto por los Estados
Unidos”.92 Para La Habana, que replicó con la nacionalización de 166 empresas
estadounidenses,93 estas nuevas sanciones sólo eran el preludio de una inva-
sión armada.94
El 20 de octubre de 1960, durante una reunión del Consejo de Seguridad Na-
cional, Allen DULLES subrayó que Cuba tomaría otras medidas de represalias
tras la imposición de las restricciones sobre las importaciones. Dado que la
industria cubana era “principalmente de diseño americano”, el embargo sobre
las exportaciones tendría consecuencias serias sobre la producción en la isla y
paralizaría varios sectores, particularmente de la industria azucarera. El transpor-
te público también estaba afectado a causa de la falta de piezas de repuesto.
“La acción de los Estados Unidos podría engendrar una parálisis mayor y tener
un efecto bola de nieve”, subrayó el Departamento de Estado. Cuba podría,
por cierto, suministrarse en la Unión Soviética, pero necesitaría tiempo para
remplazar toda su industria. Por otra parte, el embargo sobre las exportaciones
sólo constituía una etapa en la política de sanciones contra Cuba. En efecto, “El
Departamento de Estado estudiaba toda forma posible de sanciones contra
Cuba que los Estados Unidos podrían imponer”.95 La prensa occidental subrayó
que Washington debía persistir en “reforzar el bloqueo económico de la isla”.96
El incremento de las sanciones contra Cuba sería naturalmente seguido de un
aumento de la ayuda soviética para con la isla. Tal fue la advertencia presente
en un memorándum redactado conjuntamente por la Ocina de Investiga-
ción y Análisis para las Repúblicas Americanas y la Ocina de Investigación y
Análisis para el Bloque Sino-Soviético del Departamento de Estado. “La URSS
está determinada en suministrar la asistencia comercial, económica y técnica
92HART PHILLIPS, Ruby, “Cuba Now Tied Closer to Soviet”, The New York Times, 23 de octubre de 1960.
93BELL LARA, José, Delia Luisa LÓPEZ GARCÍA & Tania KARAM LEÓN, Documentos…, cit., pp. 131-140;
HART PHILLIPS, Ruby, “Havana Retaliates”, The New York Times, 26 de octubre de 1960.
94The New York Times, “Embargo Brings New Attack, 21 de oc tubre de 1960. Véase también,
The New York Times, Text of the Cuban Statement Accusing the United States”, 20 de
octubre de 1960.
95BOGGS, Marion W., “Memorandum of Discussion at the 464th Meeting of the National
Security Council”, 20 de octubre de 1960, en Foreign Relations of the United States 1958-1960,
pp.1094-10100.
96Le Monde, “La socialisation de l’économie cubaine”, 17 de octubre de 1960.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 43
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
necesaria para ayudar al Gobierno cubano a mantener y desarrollar la econo-
mía cubana”. El objetivo de Moscú era “demostrar a los regímenes que podrían
inspirarse del de Castro en América Latina, que podían ser económicamente
independientes de los Estados Unidos mediante la ayuda del Bloque”.97
Por su parte, el Gobierno de La Habana tomó el control de la economía na-
cional y decretó la nacionalización de los bancos y las grandes empresas.98
En el mismo tiempo, el Presidente Osvaldo DORTICÓS denunció, en una carta
a Frédérick BOLAND, Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas,
las “amenazas continuas, persecuciones, represalias, agresiones, actos de in-
jerencia, dirigidos por el Gobierno americano contra el Estado cubano, y que
constitu[ían] un peligro que amenazaba la paz y la seguridad internacional”.99
Así fueron impuestas las primeras sanciones económicas estadounidenses
contra Cuba. Washington estaba lejos de imaginar que estarían todavía vigen-
tes más de medio siglo después.
6. CONCLUSIÓN
A la luz de los archivos estadounidenses desclasicados, se pueden sacar va-
rias conclusiones. Primero, la reforma agraria de mayo de 1959 que adoptó
el gobierno cubano se basaba en el respeto de los principios del Derecho in-
ternacional público. La administración de EISENHOWER admitió la legalidad y la
legitimidad del proceso de distribución de tierra y reconoció su carácter no
discriminatorio, ya que afectó los intereses de inversionistas procedentes del
mundo entero. Washington convino también en que todo intento de imponer
97SHAW, John P., “Memorandum From the Director of the Oce of Research and Analysis for
American Republics (Hall) and the Director of the Oce of Research and Analysis for Sino-
Soviet Bloc (Crawford) to the Director of Intelligence and Research (Cumming)”, 31 de octubre
de 1960, en Foreign Relations of the United States, 1958-1960, pp. 1106-1107. Véase también,
The New York Times, “Cuba Becoming Land in Uniform as Civilian Militia Rolls Mount”, 18 de
agosto de 1960.
98BELL LARA, José, Delia Luisa LÓPEZ GARCÍA & Tania KARAM LEÓN, Documentos…, cit., pp. 83-92;
Le Monde, “Le gouvernement nationalise les banques et exproprie la plupart des grandes
entreprises”, 17 de octubre de 1960; Le Monde, “Cent-soixante-treize nouvelles sociétés
saisies à Cuba”, 26 de octubre de 1960. Véase también, The New York Times, “U.S. Protest Note
Refused by Cuba”, 30 de septiembre de 1960; HART PHILLIPS, Ruby, “Funds Are Seized”, The New
York Times, 15 de octubre de 1960; HART PHILLIPS, Ruby, “Castro’s Cuba Takes Long Step to Left”,
The New York Times, 16 de octubre de 1960.
99Le Monde, “La Havane redoute une invasion américaine dans les prochains jours”, 21 de octubre
de 1960; ROA, Raúl, Cuba’s Charges in U.N.”, The New York Times, 10 de noviembre de 1960.
44 ISSN EDICIÓN IMPRESA: 0864165X, ISSN EDICIÓN ELECTRÓNICA: 27886670,VOL. 4, NO. 02, NÚMERO CENTENARIO, 2024
Dr. Salim Lamrani
sanciones económicas contra la isla para cambiar el curso del proceso de
transformación socioeconómico constituía una violación de la Carta de la Or-
ganización de los Estados Americanos y contravenía a los principios básicos
de la legalidad internacional.
Washington exigió condiciones de compensación, contrarias al Derecho in-
ternacional, a las cuales la isla no estaba en capacidad de responder, para
llevarla a renunciar al proyecto clave de la Revolución, o a reducir su alcan-
ce. Frente a la determinación de las nuevas autoridades cubanas, elaboró
un proyecto de sanciones enfocado en la cuota de azúcar, que constituía la
principal fuente de ingresos del país, con el objetivo declarado de sembrar
el hambre y la desesperación entre la población y llevarla a tales condiciones
de indigencia que se levantara contra el gobierno del primer ministro Fidel
CASTRO, el cual gozaba de un gran apoyo popular tanto en Cuba como en el
resto del continente.
Estados Unidos se opuso rmemente a la reforma agraria, a causa del prece-
dente que creaba en el continente latinoamericano. Una política de reparti-
ción de la tierra tan radical exitosa, en una nación con recursos limitados, con
una economía monoproductiva y monoexportadora heredada del periodo co-
lonial y neocolonial, tan dependiente de Estados Unidos, situada a unas millas
de las costas de Florida –es decir, en pleno corazón de la zona de inuencia de
Washington– no era aceptable para la Casa Blanca, a causa del símbolo que
representaba para un continente en búsqueda de una mayor emancipación.
Washington temía sobre todo que el resto de América Latina y del Tercer Mun-
do, confrontado a problemáticas socioeconómicas similares y que aspiraba
a una emancipación mayor, siguiera la vía trazada por La Habana y reivindi-
cara a su vez el derecho a gozar de sus recursos naturales y a decidir su pro-
pio destino. Para evitar semejante trastorno geopolítico, la Administración
de EISENHOWER decidió aplicar drásticas medidas de presión económica para
mostrar así al resto del continente y del mundo, el precio a pagar en caso
de puesta en tela de juicio del orden establecido. La Revolución cubana era
percibida como el principal peligro para la hegemonía estadounidense en la re-
gión, a la vez por su radicalidad, la proximidad geográca de la isla con Estados
Unidos y su economía modesta, su historia de nación largamente colonizada y
su condición de república sometida durante cerca de sesenta años a la inuen-
cia estadounidense. Si, a pesar de estos obstáculos objetivos, Cuba lograba
llevar a cabo su proyecto destinado a disponer de una independencia mayor,
el llamado creado por semejante precedente constituiría indudablemente un
peligro para los intereses de Estados Unidos.
REVISTA CUBANA DE DERECHO 45
Las primeras sanciones económicas de los Estados Unidos contra Cuba: sembrar el hambre
[y] la desesperación
Al cerrar su mercado a los productos cubanos y presionar a los aliados occiden-
tales para que adoptaran la misma línea de conducta hacia La Habana, Washin-
gton tenía el objetivo de empujar al régimen revolucionario hacia el bloque
soviético. Este inevitable acercamiento entre Moscú y La Habana daría así un
pretexto a Estados Unidos para justicar e incrementar más su política hostil
hacia la isla y aislar al mismo tiempo a Cuba en el continente latinoamericano.
Los temores de los diplomáticos informados, tales como BONSAL y WIELAND,
opuestos a las sanciones, resultaron fundados. Lejos de contribuir al derroca-
miento de Fidel CASTRO, las sanciones económicas reforzaron la unidad nacional
alrededor del proyecto revolucionario y radicalizaron el curso de los aconteci-
mientos. El Presidente John F. KENNEDY impuso sanciones económicas totales en
1962, las cuales tuvieron como consecuencia reforzar la alianza estratégica con
la Unión Soviética. Con la excepción de los gobiernos de Jimmy CARTER y Barack
OBAMA, el estado de sitio económico impuesto a Cuba no ha dejado de refor-
zarse y sigue siendo hoy el símbolo de la incapacidad de Estados Unidos para
aceptar la realidad de una Cuba independiente, emancipada de su inuencia.
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