La evaluación ambiental: elementos para un debate

AuthorLic. Onellys Borrero Campos

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1. La evaluación de impacto ambiental en el marco de la gestión ambiental

Reto crucial para cualquier ambientalista sería plasmar ideas en torno a lo que puede significar la gran revelación del desarrollo económico, cuando de conservación del medio ambiente se trata. Pero ello en todo caso, anima a considerar cuestiones que propicien la meditación, el debate, que deriven finalmente en la toma de mejores decisiones y de mejores actitudes.

Cada acción, cada actividad, cada empresa en sí misma, deja en su devenir alguna huella, provoca en mayor o menor medida efectos en el medio, dígase, impactos ambientales. En palabras muy sencillas, el impacto ambiental no sería otra cosa que aquella consecuencia generada por una acción o actividad sobre el medio ambiente.

Es por ello que ante la creciente demanda de desarrollo económico, con mayor énfasis en el sistema capitalista, y de los impactos ambientales provocados, se erige la idea de la gestión ambiental. La gestión ambiental puede tener disímiles conceptualizaciones, sin embargo, ha de considerarse que la base de ella se refiere al manejo de los recursos naturales, actividad en la que vienen involucrados mecanismos, instrumentos económicos, políticas, programas, información, monitoreo, investigación científica, entre otras.

Brañes nos dice que la gestión ambiental es “…el conjunto de las actividades humanas que tienen por objeto el ordenamiento del ambiente. Sus componentes principales son la política, el derecho y la administración ambientales. En consecuencia, la gestión ambiental comprende no sólo los actos materiales que supone el manejo del medio ambiente, como se suele pensar, sino también todo aquello que tiene que ver con dicho manejo”.2

Por su parte, nuestra ley ambiental, no se aleja mucho de este concepto y la define como el “Conjunto de actividades, mecanismos, acciones e instrumentos, dirigidos a garantizar la administración y uso racional de los recursos naturales mediante la conservación, mejoramiento, rehabilitación y monitoreo del medio ambiente y el control de la actividad del hombre en esta esfera. La gestión ambiental aplica la política ambiental establecida mediante un enfoque multidisciplinario, teniendo en cuenta el acervo cultural, la experiencia nacional acumulada y la participación ciudadana”.3

La gestión ambiental tiene como su objeto prioritario de acción al ambiente y en tal sentido, debe revestir justamente las características del mismo. Si de complejidad e integralidad se habla cuando se hace alusión al ambiente, entonces estas cualidades han de caracterizar necesariamente a la gestión, teniendo en cuenta además cuatro elementos esenciales: desarrollo económico, crecimiento poblacional, utilización de los recursos naturales y conservación ambiental. Se trata pues de “una estrategia mediante la cual se organizan las actividades antrópicas que afectan al ambiente con miras a lograr el máximo bienestar social y prevenir y mitigar los problemas potenciales…”.4

La gestión ambiental para ser óptima, se enfrenta, pues, a sensibles realidades, como puede ser quién o quiénes la desarrollan. Para muchos, concentrar la gestión ambiental en una estructura administrativa estatal suele ser el resultado ideal; para otros, las variadas formas en la que la gestión ambiental puede materializarse implican en cierto modo que esta puede estar presente en variadas estructuras del Estado, e incluso fuera de ella.

“La eficiencia de la gestión ambiental depende en gran medida de que el sistema administrativo facilite el manejo de los componentes del medio ambiente, de manera que se preserve el delicado equilibrio que se establece entre ellos y que hace posible la existencia y desarrollo de los procesos vitales y productivos. Esta exigencia contrasta en alguna medida con las formas tradicionales de organización de la administración pública, basadas en el principio de la sectorialización por actividades.”5

De manera que a nivel de Estado, no es prudente dejar de reconocer la utilidad que para éste representan los sectores en los que se divide su administración. El intento fallido estará siempre en el exceso de la actividad de esos sectores, sus fragmentaciones desmedidas sin efectos de conciliación o de coordinación. Insertar la gestión ambiental en este escenario implica pues el mayor desafío de esta.

Aparejado a este engranaje, la interrogante más clara sería, ¿qué caracteres generales han de revestir a la gestión ambiental?6 En un primer momento la gestión, como ya se apuntaba, debe ser integral, de manera que abarque todos “los elementos que inciden en el manejo de los ecosistemas”.7 Debe concentrar la coordinación intra e interinstitucional donde se evidencien las interrelaciones entre las distintas instituciones que realizan gestión ambiental. Por su parte, la territorialidad supone también que la gestión responda a las problemáticas que se suscitan en la demarcación o espacio territorial en la que debe aplicarse, de modo que tendrá referencia a un territorio dado. Deberá ser descentralizada e involucrar a la ciudadanía a partir de su participación, de manera que aquellas comunidades afectadas se sientan parte del proceso a partir de un adecuado acceso a la información. Por último, la dimensión internacional y la eficacia administrativa, constituyen un dúo que no debe ausentarse, al integrar los compromisos internacionales que han sido contraídos, con la transparencia y pulcritud de los procedimientos administrativos a aplicar, sujetos a revisión.

Ahora bien, ¿cómo desarrollar la gestión ambiental? ¿Qué herramientas utilizar? Para ello ocupan su lugar los llamados instrumentos de la gestión ambiental. Si bien la mayor parte de los ordenamientos coinciden en una gama de instrumentos de gestión, en el caso cubano se concentran en el artículo 18 de la Ley No. 81 del Medio Ambiente de 11 de julio de 1997, entre los cuales cita a la evaluación de impacto ambiental.8

En tal sentido define a la evaluación de impacto ambiental como el “Procedimiento que tiene por objeto evitar o mitigar la generación de efectos ambientales indeseables, que serían consecuencia de planes, programas y proyectos de obras o actividades, mediante la estimación previa de las modificaciones del ambiente que traerían consigo tales obras o actividades y, según proceda, la denegación de la licencia necesaria para realizarlos o su concesión bajo ciertas condiciones. Incluye una información detallada sobre el sistema de monitoreo y control para asegurar su cumplimiento y las medidas de mitigación que deben ser consideradas.”9

Se trata de uno de los instrumentos más importantes de la gestión ambiental considerado como un proceso que ayuda a la toma de decisiones ante actividades que generan impactos significativos al ambiente y en el que en sí mismo se toman decisiones. Es un aviso temprano de cara a la conservación del ambiente contra daños potenciales, respondiendo a una política ambiental claramente diseñada.

Supone en sí mismo la participación ciudadana, al involucrar al público que resulte potencialmente afectado, lo cual trae aparejado un adecuado acceso a la información. Es un proceso que reúne en su desarrollo disímiles disciplinas, la biología, la geografía, la química, la hidrología, entre otras, a fin de poder efectuar un estudio pormenorizado tanto de la zona donde se pretende ejecutar la obra o actividad, como de los posibles impactos que pueden generarse. De ahí que, la evaluación de impacto ambiental se considera un proceso interdisciplinario.

Al llevarse a cabo por instancias públicas, reviste la característica de un proceso meramente administrativo, donde la autoridad ambiental dispondrá al final del mismo la conveniencia o no de la ejecución de la obra, poniéndole en sus manos de la decisión final.

Evidentemente, la importancia de la evaluación de impacto ambiental, radica en preservar con especial atención, entre otros aspectos, los recursos naturales, la calidad ambiental, la salud de la población afectada; identificar los impactos ambientales potenciales, así como las variadas alternativas para reducir la magnitud de los impactos que se generen. Se trata de ubicar en una balanza aquellos impactos, tanto positivos como negativos, que permitan considerar la oportunidad de la obra a ejecutar y las distintas opciones para su puesta en marcha.

Cabe destacar también los costos económicos en los que se puedan incurrir para las diferentes alternativas. Digamos que una vez identificadas las disímiles variantes, el análisis debe transitar, necesariamente, por la cuantía que trae aparejado cada una de ellas. No se trata de cumplir con la identificación de tantas maneras de ejecución de obra, en uno u otro lugar, con una u otra tecnología, sino de adjuntar a cada una de ellas en cuanto puede incurrirse desde la perspectiva financiera, a fin de escoger la más idónea desde una doble cualidad: económica y menos agresiva al medio ambiente.

La evaluación ambiental busca en todo caso evitar o minimizar, según sea, los impactos ambientales que potencialmente se identifiquen.

En nuestro ordenamiento jurídico ambiental, la evaluación de impacto ambiental transita por cuatro momentos, a saber: la solicitud de la licencia ambiental, con la que se abre el proceso; el estudio de impacto ambiental, el que queda sujeto a la decisión de la autoridad ambiental en...

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