La prueba del daño ambiental

AuthorNéstor A. Cafferatta
PositionConjuez de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires

Ver Nota1

Néstor A. Cafferatta2.

La problemática ambiental es compleja. Los elementos que la integran están relacionados, dinámicamente, entre sí. De manera que se parece a un “rompecabezas”, en el que cada pieza encaja perfectamente, dentro de un universo de cosas, que constituyen su imagen, esencia, naturaleza sistémica. Si ponemos una pieza en el lugar equivocado, producimos el desmembramiento del mismo. Se presenta así como un programa de ingeniería virtual, con redes, líneas, espacios, inteligentemente ubicados, que funciona, vive, interactuando, para crear factores que condicionan el desarrollo humano.

El hombre, integra el ambiente, y su actividad incide sobre el mismo.

En doctrina, Aníbal FALBO3 ha dicho que en el estudio y análisis de los casos ambientales confluyen diversos tipos de cuestiones: los compuestos en sí mismos, en relación a los efectos tóxicos de cada compuesto, en otras palabras: poderes ecotóxicos; posibilidades de modificación de sus propiedades. Aunque destaca que no existen umbrales seguros de exposición a un compuesto ecotóxico (por ej. cancerígeno) tal como acepta la mayoría de los investigadores”, y por ende el carácter de absoluta provisoriedad y de mínima, de estos estudios.

Los procesos de transformación de contaminantes, involucran el análisis dirigido a la determinación de solubilidad, volatilidad, fugacidad, reactividad, estabilidad química y térmica de los compuestos. En relación a la persistencia o a su acoplamiento (absorción) a otros compuestos también presentes en el ambiente y de allí la modificación de sus efectos tóxicos que pueden transmutar en sustancias más tóxicas que las originarias.

Otra cuestión a tener en cuenta es que la distribución primaria en el aire y en el agua de distintos compuestos ecotóxicos vendrá determinada por las propiedades de las moléculas de los contaminantes. Así en el agua, su distribución estará determinada no sólo en función de la solubilidad y volatibilidad de la molécula contaminante sino también por la hidrofobicidad que será la característica que permitirá la persistencia de los compuestos en la columna de agua o su desaparición.

La “desaparición” en realidad no es tal: sucede que cambia de lugar o de composición (por ejemplo, absorbiéndose a material particulado preexistente). Lo que en realidad ocurrirá será su sedimentación en el lecho (nuevo caso de contaminación) o su transformación en especies no iónicas, ya sea por complejación, por secuestro o por formación de pares iónicos que se comporten como moléculas neutras o compuestos no iónicos cuando, en origen eran sustancias iónicas.

Por otro lado, existe la posibilidad de que un ecotóxico interaccione con otro elemento presente en el ambiente y como resultado se potencien los efectos adversos de ese contaminante en el ambiente. En la atmósfera existe material particulado en suspensión que permite la permanencia de contaminantes en el aire (que se adhieren al material en suspensión por absorción) que de otra manera no podrían permanecer en el aire. Como ejemplo: los metales pesados que pueden ser absorbidos a distintas matrices, naturales – como la tierra- o antrópicas – como las producidas por otras industrias como el sulfato de amonio o las cenizas volantes.

Estos procesos de transformación se traducen –generalmente- en una doble vía pero por otro lado el contaminante originario acorta su ciclo de vida pero por otro, a través de innumerables acciones fotoquímicas o acciones metabólicas, las nuevas sustancias podrán resultar ser tanto o más tóxicas que las sustancias originarias o “madre”.

Como resultado de la interacción de contaminantes diversos, comúnmente el daño ambiental vuelve entonces a tener límites más graves, pero a la vez más indefinidos o inciertos en orden a su real y final gravedad y grado contaminante.

Desde las ciencias “duras”, se sabe que los contaminantes del aire son especialmente peligrosos cuando las condiciones atmosféricas reducen su tasa de dilución. Una vez que los contaminantes entran en la atmósfera, sus concentraciones usualmente comienzan a disminuir, a medida que se mezclan con aire más limpio. Cuando mayor sea la mezcla más rápida será la velocidad de la dilución.

Cuando las condiciones de la atmósfera favorecen una rápida dispersión, el impacto del aire contaminado es usualmente menor. En otras ocasiones, las condiciones de la atmósfera minimizan la dilución y el impacto puede ser severo, especialmente en la salud humana. Los factores meteorológicos que más influyen en la tasa de dilución son la turbulencia (torbellinos o flujo irregular en el que las magnitudes que caracterizan la atmósfera presentan variaciones aleatorias) y la velocidad del viento.

De noche es frecuente que se presenten condiciones de inversión térmica cerca de la superficie, por enfriamiento radiactivo, las cuales son situaciones de estabilidad extrema.

El humo proveniente de una fuente toma una variedad de formas de acuerdo con las condiciones atmosféricas y la hora del día.

También influyen en la forma y extensión del “penacho” (pluma contaminante): el relieve y naturaleza del suelo; parámetros de diseño de la chimenea; velocidad y temperatura de los gases y sección de la chimenea, tipo de contaminantes emitidos.

A continuación, se exponen aspectos de distintas plumas de acuerdo del tipo de estabilidad atmosférica:

  1. Dispersión serpenteante o enlazo: Se presenta frecuentemente al mediodía cuando la temperatura es muy inestable. Bordes irregulares y rugosos. Difusión muy activa.

  2. Dispersión en forma de cono: se da en días o noches nublados con velocidades de viento de moderadas a intensas. Llega al suelo a mayores distancias.

  3. Dispersión en abanico: Se presentan en condiciones de temperatura estables. La mezcla vertical es muy pequeña y la pluma se expande. Los contaminantes pueden ser transportados a larga distancia sin mezclarse. Bordes bien definidos. Forma de abanico, ya que los movimientos horizontales no están limitados.

  4. Dispersión ascendente (tipo elevación): Se produce durante la transición de condiciones inestables a condiciones estables y comúnmente cerca de la hora de la puesta del sol. En estos casos la difusión es rápida hacia arriba, no hacia abajo.

  5. Tipo fumigación: Se da poco después de la salida del sol en una mañana despejada en que la inversión a disiparse, es reemplazada la capa estable lentamente por una capa neutral o inestable. En el momento en que la base de inversión se coloca justo por encima de la boca de la chimenea, actuando como una tapa. Así, la capa de aire estable acumula contaminantes y los arrastra sin llegar a difundirlos, hasta un punto donde la turbulencia los arrastra a tierra. Todas las emisiones del foco pueden derrumbarse sobre un área pequeña provocando altos niveles de inmisión.

  6. Dispersión hacia abajo: Se da cuando existe una inversión alta, frontal. Dispersión lateral y hacia abajo buena. Puede durar bastantes días con situaciones anticiclónicas duraderas.

    Lo expuesto, no hace sino convencer del carácter difuso de la contaminación y del daño ambiental, inasible, cambiante de un momento a otro, en la relación de elementos físicos con las personas y cosas, de sutil, como para limitarnos a una tosca y rutinaria aplicación de los elementos jurídicos, sin penetrar con las perspicacia del zahorí en la cuestión, con espíritu sagaz y sensible.

    Ya hemos dicho que la mayoría de las causas ambientales presentan caracteres de complejidad, que las diferencian de las demás. Señalado además, la peculiaridad de la agresión medioambiental4: desparramada, difusa, cambiante, traslaticia, nómada, itinerante, difícilmente contenible, “viajera”, mutante, desconcertante, sin límites geográficos, temporales, ni personales, potencialmente expansiva, multiplicadora, en ocasiones con efecto retardatario, progresivo, acumulativo, sinérgico, invisible, silencioso, mortal o altamente riesgoso, explosivo o tóxico, degradante, capaz de provocar en su camino o desarrollo, múltiples daños bifrontes: supra individuales y/o individuales, de afectación patrimonial o extra patrimonial, en derechos de la salud o en derechos personalísimos y/o coparticipados, insignificantes o pequeños daños hasta verdaderos desastres o estragos de efectos impredecibles.

    Por lo general, la problemática ambiental, de por sí, encierra cierto grado de incertidumbre5, sea porque se trata de un efecto de actividades industriales altamente especializadas desde el punto de vista técnico, con todo lo que conlleva como dificultad para el análisis o interpretación de un tercero imparcial, en caso de un eventual litigio, o porque se la vincula con actividades altamente peligrosas o porque se investiga o trabaja sobre bases científicas de desarrollo precoz, que no son ciertas, carecen de seguridad o consistencia, o porque en determinadas circunstancias, la naturaleza reacciona o responde a estímulos, impactos o externalidades negativas, en forma singular, diferente, con algún grado o componente de azar; o porque aún cuando se adopten medidas precautorias los efectos del inquinamento superan las mismas, ocasionando un daño injusto, o situaciones de agravio generalizado para la población, la calidad de vida, la salud pública o de los particulares, más allá del límite de la normal tolerancia, de las incomodidades ordinarias propias de la convivencia o del progreso o del riesgo permitido.

    Desde esta perspectiva, señala MORELLO6 en referencia a los casos arduos de interpretación maleable, “…no cabe angostar las probabilidades que dicta el sentido común y la experiencia vital del intérprete. Por ello las opciones, como ha quedado visto, son variadas, en la medida en que cada una de ellas sea aplicada, con razonabilidad”.

    “En la solución del problema se utilizan técnicas relativamente simples, como la de la pura inversión de la carga de la prueba, o - lo que al final viene a ser lo mismo - por la consagración de presunciones no previstas en el texto de la ley, hasta...

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