Condenados sin testigos y sin pruebas

AuthorDr. Ricardo Alarcón
Pages120-126

Encuentro Sindical internacional de Solidaridad con Cuba

Las flagrantes violaciones de la Constitución de los Estados Unidos en el juicio contra los Cinco Héroes Prisioneros del Imperio, y las negativas a un encuentro de familia, temas analizados por Ricardo Alarcón.

Silvia Martínez

Tomarlo del periódico Granma, 8 de mayo, 2002.

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Ellos no solo han sido condenados sin testigos y sin pruebas, también se les aleja de sus familias, los mantienen aislados unos de otros y a pesar de ser presos políticos comparten encierro con reos comunes, denunció Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento, al hablar sobre las pérfidas e injustas condiciones a que son sometidos los Cinco Héroes, ante el Encuentro Sindical Internacional de Solidaridad con Cuba al que asistieron más de 300 invitados a las conmemoraciones por el Primero de Mayo.

Alarcón argumentó cómo recientemente a Olga Salanueva, esposa de René González, quien fue condenado a 15 años de prisión, y se encuentra en Loreto, Pennsylvania, después de otorgársele la visa, le llegó una nota revocándosela. Y se preguntaba Alarcón cómo era posible que a un ciudadano norteamericano -Rene nació en Chicago, hijo de cubanos que emigraron en 1956-, se le arrebata el derecho de ver a sus hijas, en particular a la menor, que estuvo con su padre por última vez cuando apenas tenía un año (ahora tiene cinco). El estaba entonces encadenado a una silla. Esa niña es también ciudadana norteamericana por nacimiento. ¿A qué ciudadano norteamericano se le priva de sus derechos de esa manera?, se preguntaba Alarcón, ¿a qué niña norteamericana se le prohíbe ver a su padre y por tan largo tiempo?

Explicó, además, como hechos probatorios de violaciones, el tratamiento seguido con Olga desde la detención de su esposo Rene, en la madruga- Page 121 da del 12 de septiembre de 1998. Ella estuvo presa durante tres meses, fue interrogada y sometida a intensas campañas, además de perder el empleo y la posibilidad de poder mantener a sus dos hijas. De la cárcel fue directamente llevada al aeropuerto y deportada a Cuba, sin la más mínima posibilidad de ver a su esposo antes de marcharse.

El caso de René es el ejemplo viviente de la hipocresía norteaméricana

Rene González, dijo, es el ejemplo viviente de la hipocresía del gobierno norteamericano. Argumentó que él no fue acusado de «crimen» premeditado, de poseer documentación falsa, de cometer «espionaje»; tenía todos sus documentos en regla, pero fue condenado por no inscribirse como agente cubano. El único cargo contra él -acotó- fue el «terrible delito» de introducirse en varios grupúsculos de origen cubano y desenmascarar acciones terroristas contra Cuba. Por eso fue condenado a 15 años, y además deberá cumplir otros cinco con libertad bajo vigilancia y con la advertencia de no volver a «delinquir».

Demostrar la inocencia de estos jóvenes, encontrar una justa solución y que la verdad se abra al mundo ante la injuria y la calumnia, el doblez y la mentira, serían los pasos más certeros en la erradicación del terrorismo, sentenció el Presidente del Parlamento cubano, quien ofreció información con lujo de detalles de cómo han venido ocurriendo los hechos, en una conferencia que duró algo más de hora y media, y ante un auditorio que se mantuvo en sus asientos muy atento e interesado.

La actitud asumida contra los cinco, dijo, no solo viola las leyes norteamericanas en cuanto a derechos individuales, sino también los procedimientos legales. Precisó al respecto que los muchachos fueron detenidos en la madrugada del 12 de septiembre de 1998 y durante tres días, y algo más después, permanecieron bajo constantes e intensos interrogatorios, sin ser presentados a la justicia, sin que mediara acusación ni contaran con abogado para su defensa.

Por ley son inocentes mientras no se demuestre su culpabilidad

Curiosamente, reflexionó Alarcón, en la propia mañana de ese día 12 de septiembre, el propio FBI informó a Ileana Ros-Lehtinen y a Lincoln Díaz Balart que habían tomado prisioneros a estos cinco jóvenes. ¿Por qué a ellos, se preguntaba Alarcón, y no a los 25 legisladores de la Florida? ¿Por qué ese especial privilegio con esos defensores de la mafia miamense?

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En ese momento el FBI no sabía que eran cubanos; de los detenidos dos eran ciudadanos norteamericanos de familias cubanas, y de los otros tres desconocían su identidad. A partir de ese momento, se desató una terrible campaña contra los llamados «cinco espías cubanos». Es al cuarto día - recordó Alarcón- que son presentados ante un tribunal federal y acusados de espionaje contra Estados Unidos.

Alarcón narró que desde ese día hasta el 3 de febrero del 2000, durante 17 meses, se les mantuvo en confinamiento solitario en celdas de castigo, que en el sistema penitenciario de Estados Unidos solo se aplica a reos que cometen asesinatos u otros graves delitos e indisciplinas dentro de la prisión, y nunca excede los 60 días: Ellos permanecieron 17 meses en el «hueco», en total aislamiento, situación que lógicamente hizo imposible que tuvieran contacto alguno con sus familiares y sus abogados, el cual hubiera permitido preparar una defensa con las garantías procesales mínimas.

En el proceso de los cinco se viola alevosamente la VIII Enmienda al mantenerlos en confinamiento solitario por dos períodos, uno de 17 meses y el segundo de 48 días. Este proceder es violatorio de las normas de la ONU sobre tratamiento a los presos y a las propias regulaciones carcelarias de Estados Unidos.

¿Por qué no se respeta el derecho constitucional y tiene que ser en Miami solo en Miami?

La prensa y los apátridas de Miami escandalizaron más allá de lo racional y utilizaron todos los argumentos, por absurdos que fueran, para ganar la gran batalla y es así que a ocho meses del arresto de los jóvenes, el FBI presenta nuevas acusaciones y aparece un nuevo elemento: conspiración para cometer asesinato en primer grado, delito que se le imputaba a Gerardo Hernández, y que se relaciona con el derribo de las avionetas, ocurrido el "24 de febrero de 1996, acción de Cuba en su legítima defensa por violación reiterada, y consecuencias muy advertidas, de su espacio aéreo. A partir de ahí se convierte el proceso en un juicio contra la Revolución cubana, precisó Alarcón.

Por Ley, las garantías procesales tienen en cuenta la sede donde debe realizarse el juicio, asociado este con un derecho constitucional, a fin de asegurarle al acusado que no haya perjuicios y animadversión en todo el proceso, y sí la más absoluta imparcialidad. Muchos fueron los reclamos de la defensa desde el primer momento para que el juicio fuera celebrado en otra ciudad. Miami, argumentaban con razón, no era lugar apropiado para Page 123 un proceso sereno e imparcial de los cinco jóvenes, contra quienes desataban una atroz campaña, considerados «peligrosos agentes de Castro».

Alarcón demostró cómo en otros muchos casos se ha tenido en cuenta la adversidad del medio y se ha cambiado su sede: una señora, procesada porque sus perros asesinaron a una mujer, su caso fue trasladado de San Francisco a Los Ángeles; la entrega de los premios Grammy Latinos, inicialmente prevista en Miami, su jurado decidió trasladarla a Los Ángeles ante las amenazas de acciones violentas, pues allí no había seguridad para los participantes; o el asesinato masivo ocurrido en Oklahoma y cuyo juicio fue trasladado a Colorado para evitar problemas. ¿Por qué en este caso no se hizo lo mismo y lo que prevé la Ley?

Pero la jueza federal de Miami, Joan Lenard, a quien le fue designado el caso, se negó siempre a explicar por qué tenía que ser allí y solo allí, donde hay cualquier cosa menos justicia y seguridad procesal, y mucho menos de un cubano de Cuba, volvía a preguntarse Alarcón.

El 27 de noviembre del 2000, justo en el lugar del proceso de selección del jurado para el juicio de los cinco, la mafia anticubana realizó una conferencia de prensa, nada menos que con los familiares de las llamadas víctimas del derribo del avión de Hermanos al Rescate.

«Pruebas» secretas y a espaldas de la defensa

Los letrados de la defensa no solo tuvieron la urgencia de acudir a los medios de información para enterarse de supuestas pruebas acusatorias de que eran objeto sus defendidos, y de los pasos que daba la Fiscalía, que no les llegaban por vía oficial. El gobierno clasificó todas sus pruebas como secretas e hizo que fueran tratadas de acuerdo con la Ley de procedimiento de la información clasificada. Se sabe, dijo Alarcón, que el tribunal entregó a los voceros de la contrarrevolución más de 1 400 páginas de documentación, las que, manipuladas a su antojo, hicieron más deleznable la grosera propaganda contra los jóvenes y la Revolución.

El presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular reconoció la elevada profesionalidad de los abogados de oficio de la defensa, pues ninguno de los jóvenes héroes tuvo dinero para pagarlos. Ellos desenmascararon las turbias maniobras de los fiscales vendidos a la mafia, y demostraron cómo la contrarrevolución miamense realiza actividades terroristas contra Cuba, lo cual evidenciaba la justeza de la presencia de los jóvenes en defensa del suelo patrio y del propio pueblo de Estados Unidos.

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Ellos, al margen de posiciones ideológicas, se percataron de la nobleza de las intenciones de esos jóvenes y el heroísmo de su conducta.

¿Espionaje en estados unidos? Todos dijeron no

Esta es la primera vez en Estados Unidos -sentenció- que se condena a alguien por espionaje sin testigos y sin pruebas, pues quedó demostrado que no habían practicado espionaje alguno. Por el tribunal desfilaron testigos de reconocida credibilidad y que no mentirían jamás, menos ante una situación como esta. A todos se les preguntó si alguno había tenido acceso o buscaba información de carácter secreto, si alguien le había pedido buscara información al respecto, y siempre dijeron No.

Personas muy reconocidas y facultadas para opinar en este caso reconocieron que los acusados no habían hecho espionaje contra Estados Unidos, ni buscado información que afectase a ese país y su pueblo. Entre ellos se encontraban los generales Charles Wilhelm, ex comandante en jefe del Comando Sur; Edward Atkeson, ex vicejefe del Estado Mayor del Ejército para la Inteligencia; el almirante Eugene Carroll, ex vicejefe de Operaciones Navales, y el coronel George Buckner, quien ocupó una posición destacada en el Comando del Sistema de Defensa Aérea de Norteamérica, así como el general James Clapper, ex director de la Agencia de Inteligencia del Pentágono. No cometieron espionaje, fue la respuesta de todos, las cuales aparecen registradas claramente en las más de 20 000 páginas que conforman la documentación del juicio, enfatizó Alarcón.

Ni una sola evidencia circunstancial fue presentada, la verdad y su inocencia se abrieron paso en el juicio. Su única falta era haber penetrado en los grupos terroristas anticubanos para proteger a su pueblo de la muerte; y ese, si se considera un cargo, no lo negaron nunca. La mafia terrorista reconoce su derrota y dedica todas sus artimañas para intimidar al tribunal y la Fiscalía. También es la primera vez en Estados Unidos que se condena a alguien sin testigos y sin pruebas. Se trató de modificar los cargos ante las evidencias de no poderlos demostrar, pero la defensa se negó y exigió que los demostraran. Entonces es cuando la Fiscalía apela a la Corte de Atlanta para que fueran aprobadas sus modificaciones, y la respuesta fue que se hiciera como la jueza determinara.

No lo dice nadie, sino que consta en la documentación, aclara Alarcón, que cuando se retiran a deliberar hay una protesta, por la queja de los jurados ante el asedio de las cámaras de televisión, no solo porque seguían todos sus pasos, sino porque hasta registraban las matrículas de sus automóviles. Page 125 Fue la propia señora Lenard, quien les pidió a las autoridades que dejaran al tribunal deliberar en paz y que no fueran más perseguidos.

Existe también el antecedente, aparecido en el periódico El Nuevo Herald, bajo el título «Miedo a ser jurado en juicios de espías», evidencia de lo que podía ser capaz el exilio cubano si alguien osara equivocarse. El antecedente, muy bien conocido, del secuestro del niño cubano Elián González, no admitía equívocos.

Cosa curiosa, llama la atención Alarcón, antes de irse a deliberar el presidente del jurado dice el día y la hora, con inusual exactitud en estos casos, en que se iba a presentar el veredicto, no pidió aclaración de nada, ni expresó duda alguna. No era cosa sencilla llegar a conclusiones en casos tan complejos, con más de 20 000 páginas de información documental y sin ninguna prueba de culpabilidad que reconoció hasta el propio Miami Herald, y sin embargo el jurado se adelantaba en sus apreciaciones, como si ya todo estuviera hecho.

El jurado desestimó todo, se olvidó de legalidad, justicia, constitución. Para nada tuvo en cuenta las atenuaciones sugeridas por los oficiales probatorios y condenó a Gerardo Hernández a dos cadenas perpetuas, más 1-5 años; a Ramón Labañino, a una cadena perpetua, más 18 años; a Fernando González, 19 años de cárcel; a René González 15 años de prisión y a Antonio Guerrero, cadena perpetua, más 10 años.

Los cinco son presos políticos, señaló Alarcón, y se les niega esa condición haciéndolos compartir régimen y condiciones carcelarias con delincuentes comunes.

El caso está ahora pendiente de apelación en la Corte de Atlanta, la cual no ha recibido todavía la documentación, por lo que no ha podido fijar su calendario. Pero ello sucede porque se está dando tiempo, se están esperando nuevas supuestas evidencias, de unas 150 páginas guardadas todavía como secreto, lo que hace más difícil la situación a los acusados y a la defensa. Y esa barbaridad en un proceso judicial ocurre en el país de la más amplia «democracia», donde más se «respetan» los derechos humanos y los derechos constitucionales. Es el colmo de la doblez y la hipocresía de la política yanki.

Sobre este caso, llamó la atención Alarcón, hay el más absoluto silencio. Para Cuba y para nadie existen dudas, de que si el pueblo norteamericano conociera la verdad, la más absoluta verdad, la cual está ahí en los Page 126 documentos del proceso, si ellos conocieran todo tal cual es, otra muy distinta sería la reacción de los nobles ciudadanos.

Son inocentes y se enfrentan a un proceso manipulado y sucio. Solo la tenaz lucha de este pueblo que jamás descansará hasta que los cinco retornen a Cuba, y la solidaridad internacional, el poner la lucha en las propias entrañas del imperio que los tiene detenidos; solo con la lucha de todos podremos librarlos. Esa lucha universal por la justicia será la que abra al mundo la verdadera acción contra el terrorismo, sentenció Alarcón.

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