Evolución histórica, estado actual y concepto de la criminología en Cuba

AuthorC. Dr. Margarita Viera Hernández
PositionProfesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana
Pages100-111

(Ponencia presentada en la I Jornada Nacional Cubana de Criminología, 1989)

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Introducción

El primer problema que se le presenta a cualquier especialista para examinar este tema es la ausencia casi total de documentos especializados acerca de la Historia de la Criminología en América Latina, por ello el punto de vista desde el cual vamos a partir, retoma la posición de la eminente criminóloga Rosa del Olmo, cuando plantea1"que los países desarrollados no hacen mucha referencia a nuestro Continente y cuando se logra es para señalar que es repetitiva... la bibliografía es prácticamente nula y que los latinoamericanos cuando hablan como "expertos" acerca de la realidad criminológica... lo hacen más bien por intuición que por conocimiento".

Tales razones metodológicas nos llevaron a examinar que históricamente Cuba, al igual que la mayoría de los países dependientes, considerada como un eslabón más, centró su interés en el asunto criminal, con una gran congruencia con el sello original que acuñó la Criminología Europea. De esa misma forma se extrapoló el criterio positivista acerca de una concepción consensual del orden social, y se magnificó el sentido individual de la desviación con un detallismo exagerado, caso al punto de un análisis cuasi metafísico del criminal en un disenso racionalizador, que conduciría inexorablemente al planteamiento causal del problema criminal, a partir de aquél.

La evolución de las teorías extranjeras en nuestro continente, se duplicaron históricamente en la misma medida que la expansión neocolonial se afianzaba considerando a la teoría criminológica como respuesta emergente de solución para los males sociales.Page 101

De tales premisas, se desprendió el utilitarismo del discurso cubano y la conformidad con una ciencia de alcance medio subordinada a un desigual acceso de representación con el Derecho Penal, cuya hegemonía estuvo vinculada fundamentalmente a dos posiciones: primera, al reforzamiento de una supuesta legalidad, donde la función correccionalista era considerada un apéndice del status quo, de lo legítimamente penalizado, y segunda, la consideración del infractor causalmente determinado por fuerzas más allá de su control y dominio, que era necesario controlar.

Esa doble posición garantizaría a su vez un doble proceso: la presencia de expertos de otras ramas que propugnarían la formalidad legal y la amnesia de la variable sociedad y de los procesos sociales, en las investigaciones del asunto criminal, cuyas fórmulas sustitutivas preparadas de antemano por profesionales distinguidos de disciplinas ajenas, introducirían no solamente un vocabulario de motivos, sino además la aceptación del delincuente como un ser equidistante de la norma biopsicológlca comúnmente asimilada a las bajas clases sociales de la nación cubana.

En el sistema de ciencias que se desarrollaba con fuerza a principios de siglo, las Ciencias Naturales y las llamadas ciencias del hombre -la Psiquiatría entre ellas- aportaron a nuestra minoría ilustrada los datos más relevantes de explicaciones del asunto criminal, cuyas formas visibles de expansión se enraizaban con la divulgación de las obras de los maestros italianos César Lombroso y Enrico Ferri conjuntamente con otros intentos no ortodoxos de explicación social del fenómeno delincuencial y una búsqueda original hacia un auténtico criollismo sui generis de examen del delito, tanto por desajustes neuropsíquicos del comisar como por un incremento de las calamidades sociales en general.

No fue casual entonces que autores como2 Raggi, Tabío, Martín Gutiérrez y otros expusieran su visión social de estos asuntos, del mismo modo y con la misma fuerza de Morales Coello que entre otros enfatizaban los conceptos antropológicos para explicar el recidivismo.

La validez científica de tales afirmaciones vincularía a la psiquiatría y a la antropología con el Derecho, alejando la comunicación entre la ética individual y la situación social de un país enmarcado en un contexto de crisis estructural, a causa de una economía dependiente, existencia de retraso cultural, corrupción y debilitamiento de las libertades políticas.

El verdadero desarrollo científico y técnico en la vida nacional, se concentraba en los esfuerzos de intelectuales cubanos, y pro fesores universitarios que ofrecieron algunas coordenadas de tra bajo hacia la concepción de una criminología que se abría pasoPage 102 como parte de una disciplina penal, aspirando a enaltecer la Ley Penal, y coadyuvar así a su mejor acatamiento.

De ese modo operaron como elementos favorables, la oposición a un liberalismo que vinculara las diferencias de ciertos individuos con el sello anómalo de su inferioridad física y moral.

La criminalidad así enfocada establecería sus líneas axiológicas donde el documento acreditativo de que tal asunto no debía ser examinado sólo a la luz de lo social, lo propagandizaría el propio comisor a causa de su personal degradación.

Bajo este prisma poco cambio se estableció en la ideología punitiva, a pesar de algunas llamadas variantes que fueron encomendadas a cierto personal calificado, con el intento de lograr parámetros de reinserción social del sancionado, después de la paradoja de su segregación.

Debido a ello la criminología cubana cimentaría su programa en un apoyo a la política penal y en mejorar sus excesos por medio de supuestos caritativos que coadyuvaron a lograr "beneficios carcelarios", determinación de las medidas de seguridad, y curación del peligroso, cuyos esfuerzos quedaron como tentativas incoherentes debido a iniciativas privadas, sin que tal asunto ocupara un lugar central en las principales preocupaciones oficiales sobre el tema.

Estado del desarrollo de la criminología en Cuba en el periodo transcurrido desde 1930 hasta 1959

En esta época no prospera en Cuba el sello positivista que E. Ferri al crear la Scuola Positiva le otorgase a la ciencia. En Cuba permanece como cauce normativo por excelencia el Derecho Penal, y a la Criminología se le confiere un carácter explicativo cuya primera definición de este tipo recorría con fuerza el ámbito nacional.

La Criminología es una ciencia causal explicativa. Sin embargo, a pesar de tal carácter las estadísticas judiciales y su movimiento, no pasaron de ser un dato político que se analizaba solamente con las aperturas del trabajo de los tribunales y por algún motivo personal de algún que otro intelectual, para realizar3 diferentes tipos de trabajos teóricos o de denuncia social.

Nace la gran dicotomía: De una parte exámenes acuciosos utilizando como dato primario la concepción bioconstitucionalista del delincuente, y psicopatológica, y la otra referida al ángulo social, hacía caer sobre la pobreza y la marginación del sistema social, la máxima responsabilidad del crecimiento de la criminalidad.Page 103

Innumerables tribunales de denuncia se instalaron para enfatizar esta segunda matriz gnoseológica que coexistió con el benéfico de ayuda tanto de la oposición política como de organizaciones sociales de tipo caritativo.

La concepción bioconstitucionalista emergió haciendo hincapié en la concepción causalista ocupando el espacio carcelario para buscar parámetros predelictivos y determinar poblaciones riesgosas con características físicas, raciales o conductuales donde el tipo de temperamento nervioso, conduciría en diabólica aleación a una resultante delictiva, si a ello se unía además, la usanza positivista de considerar el entorno del individuo como un catalizador social emergente.

En la consideración de ese entorno social, comienza a surgir con fuerza el peso de las contradicciones sociales que aquejaban al país durante estos decenios al agudizarse las condiciones socioeconómicas imperantes. Surge paralelamente una mayor represión del delito y la "comprensión" de las ciases hegemónicas donde el mensaje edulcorado de beneficios parciales, representó según el momento, la contención necesaria a los crecientes procesos de criminalización.

Varias protestas se alzaron reclamando un tratamiento diferenciado con la minoridad legal, atención a la infancia desviada, vinculación social de la mujer, contrastante con el sustrato causalista, delincuencia y anormalidad que se imponía, mediante un eclecticismo donde prevalecía tanto la concepción del delito al estilo psicológico de Garófaio, su sentido ahistórico y la ausencia clásica de una geografía determinada. Acrítica posición que permite por ende reforzar el sistema penal como obligado corolario de la defensa de toda la sociedad frente al delincuente, naciendo así como consecuencia obligada, de la expansión de los intereses hegemónicos hacia la periferia, lo que A. Baratta ha dado en denominar "ideología de la defensa social". Su cristalización necesaria se encontraba en la tutela defensiva apoyada oficialmente desde la instauración del Código de Defensa Social y la aceptación del marbete de psicópata para el delincuente con un espacio institucionalizado por el psicoanálisis criminal y la psiquiatría fundamentalmente.

La fuerza relevante del psiquiatra y el4 psicólogo se integran como una meritocracia necesaria para curar al delincuente cuyas técnicas objetivadas por el prestigio de su autoridad científica institucionalizarían los "remedios" para el delito.

Sin embargo la evaluación de la conducta de menores y adolescentes delincuentes no tuvo tal "beneficio" en la institución para jóvenes llamada Torrens, cuyo calificativo de "AntesalaPage 104 del infierno" a causa del trato inhumano y degradante que recibían los mismos fue evidenciado en 1956, a raíz de una encuesta que reveló como a causa de la miseria y la desocupación estos jóvenes se convertían en delincuentes, sin opción reeducativa alguna. De esa forma al comenzar la década del 50, varios autores ya planteaban abiertamente que factores sociales, como el desempleo, la insalubridad, el exiguo presupuesto social y educacional y el retraso cultural se acuñaban como los testimonios más dramáticos que podían explicar la criminalidad juvenil. Sin embargo, aún en la explicación ontológica del fenómeno criminal, prevalecía la concepción psicopatológica del delito no cediendo el paso modernizado y con diferentes variantes, hasta los primeros años da la década del 60, a otras tendencias, quedando estacionada en el tiempo en la óptica de varios profesionales cubanos, la manida concepción de que para algunos delitos graves sus comisores no podían ser sino ejecutores con orígenes en graves disturbios neuropsíquicos y alteraciones de personalidad.

Acaecido el cambio social cubano, la criminología sufre un colapso desde el punto de vista teórico, puesto que al establecerse nuevas relaciones sociales, el nuevo desarrollo originó urgentes tareas de remodelación social. La infancia abandonada en los reformatorios de menores fueron objeto de nuevas regulaciones jurídicas y cambios sociales, proyectos, reformas, medidas sustitutivas al internamiento, caracterizaron la década del 60 en materia de atención a menores transgresores y jóvenes delincuentes.

La nueva base jurídico legal se expresó por medio de importantes nuevos documentos. El Código Penal se desembarazaba de una concepción técnicamente defensiva, aún cuando sus imperfecciones no lo hicieran cristalizar todavía como un código completamente congruente y acorde con la nueva realidad social.

El Código de la Niñez y la Juventud se convirtió rápidamente en un documento de consenso moral y legal para aunar compromisos de entidades estatales, organismos y organizaciones sociales para crear políticas tendentes a reforzar la atención a jóvenes y adolescentes.

El Código de Familia también reforzó el papel y deber de la familia con relación a padres y tutores en la atención a las nuevas generaciones. El Decreto-Ley 64, referido al tratamiento de los menores transgresores ofrece una nueva etapa basada en un tratamiento sociopedagógico del asunto juvenil para siempre de un "imperativo y pormenorizado proceso penal", instalándose como cuerpo teórico fundamental de la nueva criminología que nacía pugnando con la enquistada noción del delincuente o transgresor juvenil como una secuela de defectos caracterológicos que sePage 105 explicaban tanto por la incursión a la psicología psicodinámica, como por la adopción de términos, utilización de textos, pruebas de diagnósticos que detectaran conflictos neuróticos siguiendo para ello el modelo de la psiquiatría americana a lo cual sucedió tardíamente después el modelo europeo de la criminología soviética.

Lo anteriormente planteado nos lleva a inferir lo siguiente:

Desde el punto de vista lógico e histórico esta etapa se puede caracterizar como aquella donde la criminología no constituía un sistema de conocimientos articulados. Su movimiento estuvo dibujado en Cuba, por una concepción matizada por la concepción biopsicológica del delincuente y la ciencia que englobaría tales aspectos sería la llamada antropología criminal, donde autores como Israel Castellanos hablarían hasta de una ciencia de nuevo tipo denunciada Química Criminal "al estudiar las propiedades de los delincuentes, su constitución íntima y las leyes que presiden su organización".

Coexistiendo con ello, la denominación positivista de ciencia causal explicativa avanzó lo suficiente, como para lograr diferenciarla, aunque sea de forma del texto positivo penal, al punto de criticar varios autores, la aplicación fría de la justicia, sin valorar la conducta criminal del delincuente, para lo cual se abogaba de la necesidad que precisaba el juez que aplicaba la justicia, de conocer psicología y psiquiatría, propagandizando además los virtuales resultados de lo que se llamó psicoanálisis criminal. De tal suerte la criminología se definía por el eminente autor5 Evelio Tabío, como aquella ciencia "ligada a psiquiatría, pediatría, psicoanálisis, sociología general e infantil, y sobre todo la Antropología Criminal".

Tal consideración se desprende del doble carácter atribuido al delito por el positivismo criminológico, a) su acepción antropológica, en tanto causa endógena, y expresión material de tal causa en un medio social, en tanto causa exógena.

Tal dualidad se vería reforzada históricamente, por cada coyuntura social que refrendaría una política penal que sería represiva o "curativa", según conviniese la carcelación por la determinación real de la responsabilidad, o la segregación con la llamada medida de seguridad para expulsar de la sociedad a cualquier individuo que perturbase el orden social incluido aquel que intentase renovar el sistema social. De ese modo también la sociedad reforzaría el concepto "defensista frente al delincuente", acarreando innumerables polémicas teóricas y solución práctica de casos en la administración judicial.

Aún así, es necesario consignar que la labor de los criminólogos que sustentaban la teoría del positivismo criminológico, a pesarPage 106 de sus deficiencias logró introducir ciertos beneficios al reo y lograr algunas innovaciones de importancia en el sistema carcelario, llegándose a instrumentar la creación de la Escuela Penitenciaria cubana, e instaurarse un nuevo reglamento para la prisión, haciéndola un tanto menos degradante. El trabajo acerca de un tratamiento más humano en la prisión con relación al delincuente primario, marcó un escalón de cierta mejoría, en el sistema carcelario cubano, etapa que se cierra con la convalidación del autoritarismo, con el fatídico golpe militar donde se logra por la fuerza y la arbitrariedad, la implantación de un Derecho Penal Subterráneo y paralelo en el decir de6. Lola Aniyar de Castro con su secuela de injusticia social y ruptura de la incipiente articulación de la política criminal la cual cercenó todo intento teórico y práctico de empleo de una sistematización de tipo criminológico, aún cuando fuese de tipo ortodoxo y tradicional.

Estado de la criminología en Cuba, a partir del cambio social

La década del 60 corresponde puntualmente con el inicio de un tratamiento criminológico pormenorizado en dependencias institucionales muy especializadas. El centro de evaluación, análisis y orientación de la conducta de menores transgresores, ubicado en el Ministerio del Interior, y el centro de orientación penal, ubicado en la Dirección de Establecimientos Penitenciarios, iniciaron una etapa de despegue en la instrumentación de modestas investigaciones criminológicas para solucionar problemas prácticos significando con ello, un vuelco positivo en el trabajo criminológico, con relación a etapas precedentes. En ambos grupos se formaron gran parte de los criminólogos actuales haciendo, debido a la necesidad social, las primeras definiciones de importancia.

La docencia universitaria quedó rezagada con relación a la práctica criminológica de estas instituciones. En las dependencias antes citadas, se instaló un debate acerca de la efectividad de la utilización de la psiquiatría norteamericana en la explicación de la criminalidad y en el discurso criminológico cubano.

Existió una búsqueda fructífera en este momento y se trabajó arduamente por adecuar métodos psicopedagógicos efectivos en la reorientación social del joven y el menor transgresor.

Solucionando dificultades de tipo material tales como falta de información y experiencia profesional se acometió un trabajo donde los problemas relacionados con la criminología y el asunto criminal, fueron temas priorizados en un círculo teórico que paulatinamente consolidaron varios profesionales, quienes asumieronPage 107 una posición crítica frente al continuismo en el uso, de formulaciones psicopatológicas para analizar la delincuencia.

Se reduce el espacio y se delimita la simbiosis entre la medicina legal, la psiquiatría y la criminología. Las categorías analógicas delincuentes y psicópatas que se mantuvieron hasta finales de la década del 60 en íntima aleación, no traspolaron a la práctica jurídica del país, ni afectaron en modo alguno las decisiones judiciales, ni la práctica jurídica de jueces y fiscales.

La política penal se fortaleció a expensas de las disposiciones de la criminología, aún cuando su primera brecha de importancia, podemos ubicarla en la salida del menor transgresor de la óptica penal quedando fuera7 ''para siempre del imperativo de un pormenorizado proceso penal" al cual estaba sometido.

En la década del setenta, al consolidarse el sistema de oportunidades sociales, alcanzar la sociedad un grado mayor de bienestar social y cultural, numerosos profesionales con cierta formación criminológica, logran alcanzar cierto grado de profesionalismo en algunas dependencias estatales.

La docencia universitaria provoca una ruptura con la criminología positivista relacionando este supuesto con algunos aspectos de importancia.

Se considera el elemento histórico lógico como un elemento de importancia para examinar la criminalidad y se liquida el apego al término psicopatía y delincuente, al ubicarse" a la criminología en el sistema de las ciencias sociales aún cuando todavía mantiene un nexo de importancia relativo al Derecho Penal.

Aparecen nuevos problemas para formularle a la criminología como ciencia social, cuyas definiciones y soluciones desde el punto de vista epistemilógico tropieza todavía con cierto distanciamiento de la tríada norma-sociedad-control social. El cuestionamiento de la norma penal comienza a asentarse en tanto la paradoja de la respuesta penal se hace más visible y el cambio y dinamismo social deja atrapado en su desarrollo a cierto normativismo no atinente a las cambiantes situaciones sociales.

Nacen en atención al hombre diferentes opciones readaptativas y nuevas formas de investigación empíricas aparecen.

El modelo socialista europeo inspira en nuestra sociedad a un grupo de investigadores, criminólogos y sociólogos, cuya aceptación ocasiona en su lado positivo contar con una teoría de mayor acabado y probación, en su lado negativo la diferencia con nuestros latinos problemas y el diferente grado de desarrollo social y económico.

Por otro lado varios teóricos progresistas del mundo, hacen una simbiosis -justa o no- del positivismo criminológico y laPage 108 realidad criminológica de las sociedades socialistas.

Era entonces menester desembozar esa similitud falsa o cierta y establecer nuestros propios modelos, además con el añadido necesario de un acercamiento real con la llamada criminología crítica de América Latina.

El añadido necesario se expresa por medio de la similitud de problemas que enfrenta nuestra comunidad y el sustrato análogo de objetivos e intereses por cumplimentar, lo cual apuntó hacia una crítica por ciertos profesionales a determinadas categorías conceptuales y al formalismo tanto interno como externo para enfrentar el asunto criminal.

Aparecen entonces lentamente y todavía sin gran consolidación teórica tres tendencias fundamentales de explicación del fenómeno criminal las cuales existen sin menoscabo unas de otras, y con el lógico respeto por sus autores.

Principales tendencias:

Varios problemas se presentan al estudioso de la criminología en nuestra sociedad:

  1. La alternativa de aceptación o no de un modelo externo, lo suficientemente válido como para ser considerado funcional a nuestro desarrollo.

  2. La necesidad de una búsqueda de auténticos caminos nuevos no repetitivos y que surjan no de la homologización de la ontología social, sino del grado de comunidad en los problemas a enfrentar que se expresan en un determinado contexto.

  3. La urgente necesidad de utilizar variantes paralelas al grado de conflictos sociales que aquejan a nuestro continente y la compulsión eficiente, para expulsar a la criminología cubana de reductos positivistas, tanto en el análisis de nuestro sistema de justicia penal, como en nuestro desarrollo criminológico actual.

Tal grado de complejidad nos obliga a trabajar en tres niveles de proyección.

El primero referido a la valoración y probación de los signos positivos y negativos de la criminología de países socialistas.

En segunda instancia la optimización demuestra potencialidades sociales para lograr niveles de reducción aceptables de la criminalidadPage 109 y su relación con alternativas sociales de diferente género y matiz.

En tercer lugar la aceptación de un marco referencial hacia una criminología que recoja la inquietud político-social de aristas criminológicas, que aún cuando no sean puntualmente propias expresen o se acerquen a nuestros objetivos, cuyos principios se concretan en la concepción de una ciencia crítica, audaz y, remodeladora no oficialista y apologética que permita ilustrar a la política del Estado un grupo de opciones para mejorar el sistema de justicia penal y reducir algunos indicadores de criminalidad en nuestra sociedad.

Debido a ello no es casual que nuestro trabajo se inserte en coordenadas donde prime la crítica científica a ciertos modelos foráneos, como también al perfeccionamiento del aparato conceptual de la ciencia a los límites de su objeto, al tiempo que el intercambio con científicos de diversas latitudes permite lograr una gratificación dual que dimana precisamente del aprendizaje y la enseñanza devenida en reforzamiento obligado, o en decantación natural.

La primera de esas tendencias se refiere a la doble consideración de la criminología como ciencia de corte sociológico pero apoyada en el Derecho Penal. Mantiene el criterio de que la máxima responsabilidad de la delincuencia se localiza en el micro medio delictivo, con gran acento en la formación moral de sus miembros, donde la orientación social de la conducta está permeada por el esfuerzo global de organismos, organizaciones sociales y entidades estatales.

- Reconoce y acepta un marco causal de tipo sociológico que se expresa en tres niveles de acción, uno general, otro específico y otro estrictamente individual, donde la quiebra de sus eslabones causales representa en el sistema un efecto nocivo que repercute en la creación de potenciales y realidades delincuenciales.

- Diferencia las categorías delito, delincuencia y delincuente estudiando de este último su personalidad como respuesta individual a los macropresupuestos sociales.

- Le otorga a la prevención un carácter sistemático (profilaxis temprana, especial y general), analiza y acepta el concepto "personalidad del delincuente" en tanto encarna la relación sujeto-objeto y las contradicciones del individuo con su entorno social.

La segunda variante parte de la delimitación de un sector delincuencial enquistado en la sociedad, cuyas regularidades se estudian a tenor de su dinámica y de sus procesos de relación.Page 110

- Se vislumbran en el proceso ciertas características que se definen por su consecuencia económica y la cual se refuerza por cierto mecanismo de gratificación que se genera espontáneamente en el nivel grupal al estar exentos sus miembros por propia voluntad de los beneficios del sistema social, bien sea por estar apartados del contacto con fuentes positivas y/o calzado su enquistamiento con cierta dosis de rechazo social.

- Se cuestiona el causalismo, aunque opera con ciertos conceptos al parecer con carácter instrumental, de tipo psicológico.

- Atiende a los procesos de criminalización primaria y secundaria, remodela y perfecciona el objeto de la criminología y algunas de sus categorías fundamentales.

La tercera variante, parte de una remodelación del aparato conceptual y de categorías de algunas posiciones de la criminología socialista europea.

- Las instancias de valor se dirigen al enfoque social global en dos sentidos: El primero visualizando grupos de conflictos sociales que se relacionan con la delincuencia por grado y jerarquía. En segunda instancia disolviendo los conflictos a tenor de soluciones que impliquen diferentes modalidades de cambio social y, mediante agentes positivos que logren su efecto.

- Hay desembarazo en la utilización del término causalismo, debido a la dificultad que engendra su probación en la práctica social, donde las intersustituciones son infinitas y de difícil separación. La base del conflicto no está en su sentido político en stricto sensu, sino en la necesidad constante de perfeccionamiento de la realidad criminológica, por lo tanto no hay funcionalismo real, puesto que la finalidad de solución del conflicto no es restaurar un equilibrio sino ilustrar a la política estatal en un sistema de opciones para tomar decisiones ponderadas por el consejo científico de la criminología. Hay un trabajo teórico que conduce a la comunidad de problemas que pueden llegar a ser criminalizables en el continente latinoamericano, apoyando los planteamientos de la criminología crítica tales como: el endeudamiento externo, la convalidación del autoritarismo, el aumento del militarismo en la región, y el uso alternativo de los Derechos del Hombre.

- No hay aceptación de la categoría o noción, personalidad del delincuente, abogando por una mayor concreción en los niveles de prevención.

En resumen, se trata de desgajar cualquier reducto de la criminología tradicional y de aquellos otros que le acercan, bien por insuficiencia del nivel de teorización del modelo aprobado, bien por consideraciones de conceptos que desde el punto de vista lingüístico se le asemejen, dificultando con ello la comunicación científica con criminólogos progresistas del mundo actual paraPage 111 lograr una ciencia de corte socialista, pero que responda a un contexto latinoamericano socioculturalmente bien diferenciado.

Tal vez es y ha sido nuestro desarrollo criminológico en la sociedad cubana.

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[1] Olmo, Rosa del: América Latina y su Criminología. Editorial Siglo XXI México, 1981.

[2] Ver obras tales como: Reggi A. El Código de Defensa Social. Editorial Cultural S.A. Habana.

[3] Ver trabajos de Francisco Carone, Waldo Medina, Mario Kuchilán y otros en periódicos tales como: Prensa Libre, Diario El Mundo.

[4] En realidad fungían como tales psicopedagogos y maestros ilustres.

[5] Tabío, Evelio: Criminología. Editor Jesús Montoro. Cap. 5 Obispo.

[6] Aniyar, Lola: Hacia una teoría crítica del control social "Conocimiento y orden social". "Los derechos humanos como base de los delitos internacionales" y otros materiales.

[7] Ramírez, Ileana. Tesis de Diploma. Facultad de Derecho Universidad Habana, 1985.

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