Marti jurista

AuthorDra. Melba Hernández y Rodríguez del Rey
PositionHeroína del Moncada y Miembro del Comité Central del PCC
Pages3-9

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I- Mucho se ha dicho y escrito de José Martí poeta, literato, pensador, conferencista, tribuno, periodista; del Martí patriota, revolucionario, antimperialista, latinoamericanista, de hombre del tercer mundo; de su vida y de su obra independentista, de su formación humanista y humana. Pero también se ha repetido que sobre Martí todavía queda mucho por decir y por escribir. En lo que se refiere a Martí como jurista, como estudiante, como graduado y de su ejercicio profesional no se ha profundizado. Y sin embargo mucho cabe reflexionar y traer, lo que no puede ser -ni intenta serlo- una breve incursión en el tema.

El 30 de junio de 1874 se gradúa de Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Zaragoza y escoge el tema: "Párrafo Inicial del Libro Primero, Título Segundo, de la Instituía de Justiniano. Del Derecho Natural de Gentes y Civil", meses después, el 24 de octubre de ese año se gradúa de Licenciado de Filosofía y Letras en la misma Universidad y escoge el tema: "La Oratoria Política y Forense entre los Romanos. Cicerón como su más alta expresión. Los discursos encaminados con arreglo a sus obras de Retórica".

Precisamente se cumplen 117 años de ambas graduaciones en que, dinamos que se complementan la Instituía de Justiniano con la oratoria ciceroniana, ocasión propicia, la actual, para recordar el momento en que aquel joven desterrado de su patria, de apenas 21 años de edad, se gradúa en Derecho Civil y Canónico y en Filosofía y Letras.

II- Ahora bien, razonar sobre Martí jurista exige situarnos en la concepción y límites que se tenga del Derecho, del Derecho como es y como debe ser, de su esencialidad y fundamentación, de dejar establecida la cuestión epistemológica, su carácter real. Y esto resulta más difícil que situarnos, por ejemplo, ante el Martí crítico, literario o poeta, porque no se trata sólo del oficio de acudir a las normas sustantivas o procesales de rigor, se está ante principios a seguir que el Derecho abarca.

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Cuando del Martí jurista se trata hemos de trazarnos una categorización que vaya desde las referencias más concretas del quehacer jurídico en él -que son las menos- a otras que entran en campo tan vasto como menos discernible cual tales, pero en las que siempre vemos al jurista o lo presentimos.

En verdad, la vida activa de Martí en el ejercicio de su profesión de jurista es muy breve, apenas cubre el año que transcurre desde septiembre de 1878 hasta septiembre de 1879, y lo sería en La Habana. Es, curiosamente, la sola ocasión en que trabaja en su patria y vive en ella. El 16 de septiembre de 1878 solicita autorización al presidente de la Audiencia de La Habana para ejercer de abogado, a reserva de presentar su título como lo exige el gobierno colonial, pero se le deniega por no poseer la documentación necesaria y ha de trabajar como pasante en el bufete de don Nicolás Azcárate, luego trabaja con el Licenciado Miguel F. Viondi, también como pasante, en el bufete de la calle Empedrado No. 2. Al no legalizar su título no ha de jurar fidelidad a España. Obsérvese que 'sería un "insurgente" aún en tales circunstancias. Y así como no jura fidelidad a España en su breve estancia en La Habana, une, a su trabajo de pasante, la faena conspirativa, y el 18 de enero de 1879 se le elige, en reunión secreta, del Club Central Revolucionario Cubano de La Habana, Vicepresidente. No faltan ofrecimientos al joven letrado que pronuncia conferencias y deja atónito en una de ellas al propio Gobernador de la Isla. Se le ofrece una alcaldía interina y también el de nominársele como diputado liberal a las Cortes. Súmese una nueva responsabilidad cuando le nace su hijo, en esos días, en La Habana. Todo ello sucede en el período posterior al Pacto del Zanjón y a la Protesta de Baraguá. No pocos esperan nuevos caminos de España. Martí no. El 17 de septiembre de 1879 es detenido por conspirar con Juan Gualberto Gómez y otros patriotas a favor de la libertad de Cuba. El 28 de septiembre de 1879 debe salir el joven pasante para España bajo "partida de registros". Es su segunda deportación de la isla. La primera lo fue en 1869.

III- Cuando Gonzalo de Quesada se dispusiera a poner en orden, en vida de Martí la obra escrita de éste, Martí le advirtió sobre su revuelta "papelería", a lo difícil que resultaría dar a conocer cosas "tan revueltas" y "en tal taquigrafía", escritas en "reversos de cartas y papelucos", de tal manera que "sería imposible sacarlas a luz". Repitamos estas palabras en su carta testamento a Gonzalo de Quesada "¿de Cuba qué no habré escrito...?"

"Ya sabe usted que servir es mi manera de hablar..." "para padecer menos, pienso en usted, y en lo que no pienso jamás, Page 5 que es en mi papelería". Pero la paciencia y la devoción de Gonzalo de Quesada hizo casi lo imposible para rescatar tal papelería y clasificarla. Otros empeños posteriores complementaron la obra martiana y, de ese monumental esfuerzo ha salido a la luz mucho para decir. Pero también mucho más para investigar.

Permítasenos apenas entresacar alguna que otra "papelería jurídica", y no toda por supuesto, pero que sea una medida de lo posible por realizar. Es sólo el 7 de julio de 1893 que Martí pronuncia una conferencia en la Escuela de Derecho de Costa Rica por invitación de la Asociación de Estudiantes. Entre sus numerosas crónicas encontramos temas como los siguientes: "Procesos de GUITEAU", el "Estado de Comercio entre México y Estados Unidos", "La cuestión arancelaria", "Protección e intercambio", "El proceso de los siete anarquistas de Chicago", un drama terrible. "La guerra social en Chicago," "El asesinato de los italianos en New Orleáns", aún están húmedas las firmas del Pacto de Zanjón cuando escribe en abril de 1878 que "los derechos se toman, no se piden", "se arrancan, no se mendigan" y en su "papelería" encontramos ideas rectoras, tales como aquella en que abogaba por "la plenitud del derecho humano", de que "un Gobernante... cuando acepta con él la Constitución y leyes adicionales que el cargo representa..." para advertir que "no pueden tenerse miramientos constitucionales para los que anidan en el seno de la Constitución con ánimo de herirla y devorarla". Será quien nos deje dicho: "yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre", y quien enfatice "o la República tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos... o la República no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una gota de sangre de nuestros bravos". Cuando el gobierno español, ya en marcha los preparativos de la guerra necesaria, se apresta a frustrar -con la convivencia de Estados Unidos- la acción, Martí se refiere a que "el gobierno español tiene establecida formal protesta y busca pruebas en que fundarlas..." y sus instrucciones son precisas entonces: "Métodos callados y fines públicos".

Pero eso que llamaríamos en el lenguaje Martiano "palabrería jurídica" tuvo expresiones muy transcendentales. Es aún un joven estudiante de Derecho cuando en España le sacude el hondón de su alma, el vil fusilamiento de los estudiantes el 27 de noviembre de 1871, y a su voz se alza en su condena. Por entonces aparece en España "El presidio político en Cuba" y, en aquella república española que recién surge aparece "La república española ante la revolución cubana" dónde diga "Y si Cuba proclama su independencia por el mismo derecho que se proclama la república Page 6 ¿Cómo ha de negar la república a Cuba su derecho de ser libre, que es el mismo que ella usó para hacerlo?"

IV- Otras actividades de la vida de Martí nos traen su actuar jurídico profesional de particular relieve histórico -continental-. Es así que, la carrera consular es parte de su quehacer prolífico en Estados Unidos; atestiguan su ardua y profunda labor, sus brillantes informes y múltiples actividades como tal. Martí se hace cargo interinamente del consulado de Uruguay en Nueva York en 1884 y es nombrado cónsul de Uruguay en Nueva York en 1887 y, en 1890 es nombrado también cónsul en Nueva York, de Argentina y de Paraguay. Ha de batallar ante el Departamento de Estado de Estados Unidos para que se le otorgue el exequátur como cónsul y es representante de ese país hermano en la Conferencia Monetaria de Washington de 1891, la que adopta un informe suyo sobre el establecimiento de una moneda para toda la América con una tesis bimetalista, que no es, la del Secretario de Estado de la Unión, Mister Blaine y es Martí quien enfrenta allí las maniobras de Estados Unidos y el peligro que encierran para América Latina, y sentenciaría: "si algún oficio tiene la familia de repúblicas de América no es la de ir de arria de una de ellas contra las repúblicas futuras".

Es el año de 1891 -y se conmemora ahora el centenario de esta conferencia monetaria de Washington- y Martí renuncia a los consulados de Argentina, Uruguay y Paraguay para poder dedicarse por entero a la causa de la independencia de Cuba.

Dedicarse a la causa de la independencia de Cuba sería luchar contra el anexionismo, convencido como era de que "jamás", salvo en lo recóndito de algunas almas generosas fue Cuba para los Estados Unidos más que posesión apetecible", y para arremeter contra los que, "pretenden encontrar la salud de Cuba en el ingreso de una nación que ve desbordarse sobre los pueblos débiles su población agresiva y codiciosa". Y arremete contra el autonomismo, a quien apostrofa. "¿Cuándo se ha levantado una nación con limosneros de derechos?"...

Decir Martí es decir patria e independencia nacional, es partir de sus convicciones y sus luchas contra la colonia y contra la opresión colonial, es referir al viril y constante acusador y fiscal de los crímenes de la colonia, al que organiza la lucha anticolonial, las sucesivas acusaciones y las correspondientes defensas ante el sistema colonial y sus cancerberos se convierten en formas ejemplares de rupturas sustanciales, y no meramente procedimentales, en sus alegatos. Pero está por profundizarse en la hondura del pensamiento anticolonialista de Martí, que vivió su breve vida en la segunda mitad del siglo XIX cuando su patria era una colonia como Puerto Rico, y colonias eran otras tierras para un mundo Page 7 colonial que comprendía más del 50 0/º del territorio y la población de la Tierra; cuando en 1885 Martí ya estaba entregado a la lucha por la independencia, allá en Berlín, se reunía una Conferencia de potencias coloniales para dejar establecidos nada menos, que el reparto de África y las "reglas de oro" del colonialismo. Y si está por profundizarse este aspecto, mucho más lo está el de ahondar en las distintas manifestaciones de la dependencia entonces proliferante. ¿Acaso precisa hablar del Martí patriota? ¿El artífice de la "guerra necesaria"? De quien escribe en el periódico Patria que "no entiende que se pueda negar a un ser humano la plenitud de su derecho sin rebajar en él tanto en lo que se le niegue el derecho propio. ..."Y será quien diga "El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra, dígase hombre y ya se dicen todos los derechos".

V- Sueño martiano sería la unión de nuestros pueblos latino americanos; ya de joven, al llegar a Caracas, no preguntó donde comer o dormir el cansado viajero, preguntó donde estaba la estatua de Bolívar, y ante un continente que casi le había olvidado Martí afirma "Bolívar está sentado en la roca de crear". Y ahora Bolívar y Martí están sentados en la roca de crear. Martí tiene la firme convicción de que "es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes", porque había llegado para América Latina la hora de declarar su segunda independencia, y siente el orgullo de ser de nuestra América y fustiga a "estos hijos de carpinteros que se avergüenzan de que su padre era carpintero. Estos nacidos de América que se avergüenzan porque llevan delantal indio, de la madre quien los creó..." Porque él lo dijo "injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas".

Pero no será casual que quien descubra en su cuna al imperialismo, lo analice y llame a que se le salga al paso es Martí, lo conoce por dentro y por fuera. Y cuando en 1889 se produce lo que llama el "convite" de Blaine dirá "¿Qué haremos indiferentes, hostiles, desunidos...?" Es el fiscal y es el juez que denuncia "el planteamiento desembozado de la era del predominio de los Estados Unidos sobre los pueblos de América", y alerta que se le viera con "ojos judiciales" porque, afirma, "jamás hubo en América de la independencia acá asunto que requiera mayor sensatez ni obligue a más vigilancia". Nadie antes que él advirtió que lo real de la independencia de nuestros pueblos era que se quedara en nuestras manos la llave de nuestra América. Pero adviértese su justa mesura hacia Estados Unidos "Amamos a la patria de Lincoln tanto como tememos a la patria de Cutting".

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VI- Un papel protagónico de Martí jurista lo encontramos en aquellas afanosas jornadas de 1891 en que redacta las Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. Se cumplen ahora cien años de aquellos días, coincidentes con los 117 años de su graduación de abogado. Aquel mozalbete que en 1874 recibía su título de abogado, exactamente 25 años después ha de poner su pericia jurídica en redactar las Bases y Estatutos del partido único y unido de la independencia, en las bases proclama la necesidad de trabajar por la creación de "una república justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad levantada en todos y para el bien de todos". Con el partido, la preparación de la "guerra necesaria" y de la república futura. Como ya el 24 de febrero de 1895 estalla la guerra, el 25 de marzo redacta y firma, con Máximo Gómez, otro documento histórico, "El Manifiesto de Montecristi".

Diríamos que para mejor cumplir su misión de revolucionario y de jurista, Martí debía sentir en carne propia la cárcel y el exilio. Y su primer exilio lo sería en octubre de 1869 luego de ser detenido e ingresado en la cárcel, bajo la acusación de "infidencia" y condenado en consejo de guerra a seis años de presidio político; recordemos que el 25 de septiembre de 1879 sale deportado de nuevo a España.

VIl- Si se nos pidiese el más alto valor del Derecho y por ende del jurista, diríamos que es el de ser o de convertirlo en un instrumento, en un arma más de lucha. La historia de la humanidad lo confirma muchas veces. Nuestra historia más aún. Contemporáneos en la graduación de abogado y en la lucha por la independencia de Cuba lo fueron el abogado Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, iniciador de lo que Fidel ha dicho acerca de que en Cuba sólo ha habido una revolución, la que se inició el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua; abogado lo fue Ignacio Agra-monte y Loynaz, el Bayardo de la Revolución y lo fue, caídos éstos, pero siempre presentes en su pensamiento y en su obra, José Martí, como abogado es Fidel, discípulo y continuador de aquellos próceres.

Invita a acudir al mensaje y al lenguaje jurídico en Martí, en quien la ciencia jurídica se honró con su profunda sapiencia y con espíritu; desde lo que él llamó, "mesa de jornalero" hizo del Derecho un arma más que tuvo asiento en su mesa, sería una observación simplista sostener que Martí ejerció poco su condición de jurista; las formas, métodos y principios organizativos que caracterizan a Martí confirman la orfebrería de su precisión de jurista, su mensaje tiene una anchura tan universal como la anchura del Derecho que le mueve, lo que nos permite acercarnos Page 9 al mundo en que vive. Su mensaje ético y político comprende también un mensaje jurídico, su ética de hombre es la ética de su profesión universitaria, de haber actuado siempre como un jurista revolucionario.

Martí es un hombre epocal, aquel para quien "todos nos juntaremos del lado de la honra en la hora de la reivindicación y de la muerte", quien dejara crónicas escritas al pie de un farol que devinieran intemporales, quien dijera "mientras que todo no esté hecho nadie tiene derecho a descansar": quien dijo en los umbrales de la muerte "Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento ni me agriaría mi oscuridad. Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmpleme ésto a mí, o a otros".

VIII- Cuando se cumplió el centenario del nacimiento de Martí, la República era un inmenso cuartel neocolonial; él lo había dicho: "Sé desaparecer"... y en cuanto tengamos forma, obraremos. Cúmpleme ésto a mí o a otros". Le cumplía a otros. A la Generación del Centenario, esa que, al decir de Fidel ante el fiscal que le interroga, había dicho "yo creo en el pueblo". Martí exigía de cada hombre "ser un hombre de su tiempo" y hombres de su tiempo fueron los que como diría Fidel en su histórico alegato "en magnífico desagravio, vinieron a morir junto a su tumba. Junto a la tumba de Martí". Fidel, como Martí, agotó las vías de la denuncia y del reclamo antes de decidir que el camino era de nuevo "la guerra necesaria".

Fidel llamaría "un diferendo histórico" aquel que Martí había detectado y analizado entre Estados Unidos, Cuba y América Latina. Porque estábamos profundamente inspirados en las ideas martianas, él sería el autor intelectual del Moncada. Aquel ideario martiano que resistió seis décadas de República traicionada es la semilla que abonó a los Moncadistas. Quienes no vieron el carácter martiano del Moneada y de la, "Historia me Absolverá". Tenían ojos pero no veían, tenían oídos pero no oían.

De ahí el lugar cimero, el lugar que siempre ha correspondido a Martí en la historia. De ahí la calidad martiana de los moncadistas, de las propias raíces martianas del Movimiento; de ahí lo que nos ha dicho Fidel "¿Y qué otra cosa hizo Martí para hacer la revolución sino organizar el Partido Revolucionario Cubano, organizar el Partido de los Revolucionarios?".

Cuanta verdad encierran las palabras de Martí, que no hallamos colofón más digno para concluir estas breves líneas "¿Qué le diré de mi persona? Si mi vida me defiende nada puedo alegar que me ampare más que ella. Y si mi vida me acusa, nada podré decir que la abone. Defiéndeme mi vida".

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