Olga Miranda Bravo (1934 -2007)

Pages47-49

Page 47

Al escribir esta breve Nota se cumplen justo tres meses de la fecha en que perdimos de vista a Olga.

Nació en Santiago de Cuba el 5 de diciembre de 1934. Se graduó en las licenciaturas de Derecho Diplomático y Consular y en Derecho Administrativo, así como del doctorado en Derecho Civil; obtuvo el grado científico de Doctora en Ciencias Jurídicas otorgado por la Academia de Ciencias de la República de Cuba.

Olga fue designada Miembro de Honor de la Unión Nacional de Juristas de Cuba y presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional, fue miembro fundador del Ministerio de Relaciones Exteriores y durante tres décadas se desempeñó como su Directora Jurídica con rango de Embajadora y posteriormente como Asesora del Ministro. Presidió e integró diferentes delegaciones en reuniones gubernamentales, bilaterales y multilaterales, era miembro del Grupo de Asesores Legales de la Secretaría del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de la República de Cuba.

Integró además la delegación cubana a las Conversaciones Migratorias con los EE. UU. , fue árbitro y Presidenta de la Corte de Arbitraje de Comercio Exterior de Cuba, fue designada Presidenta de Honor y miembro del Tribunal Permanente para el otorgamiento de grados científicos del Doctorado en Ciencias Jurídicas. Fue miembro de distintas organizaciones internacionales, entre otras, del Grupo Cuba de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, Asociada de número del Instituto Hispano - Luso - Americano de Derecho Internacional, miembro de la Comisión de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional de París, Juez del Tribunal Antimperialista Benito Juárez, miembro del Centro Cultural José Martí.

Participó a nivel académico en múltiples conferencias, coloquios y seminarios nacionales e internacionales, impartió conferencias magistrales, tanto en Cuba como en el extranjero sobre temas de Derecho Internacional y de las relaciones internacionales de Cuba. Publicó libros y diversos artículos en periódicos y revistas.

A lo largo de su fecunda vida recibió diversas condecoraciones entre ellas la Orden Mariana Grajales, Medalla de la Alfabetización, Medalla de la Page 48 Producción y los Servicios, Servicios Distinguidos de las FAR, Medalla 40 años de Victorias, Medalla 28 de Septiembre de los CDR, Medalla Enrique Hart, Medalla Fundadora de la FMC, Distinción Félix Elmuza (periodismo) y el Premio de la Virtud 2005.

No tuvo posibilidad de despedirse de nosotros y se nos fue precisamente en la sede de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, el lugar que había sido, durante décadas, el escenario diario tanto de sus triunfos profesionales más sonados, como de su incansable labor cotidiana; anónima ésta -la mayoría de las veces- para quienes no tenían el privilegio de trabajar cerca de ella.

Despidiéndonos de su presencia física al día siguiente, el Cro. Ricardo Alarcón, Presidente de nuestro Parlamento, la calificó, acertadamente, como alguien verdaderamente imprescindible. Pero además, Olga había ya demostrado ser, además, irremplazable; esto, básicamente porque Olga era también, de toda evidencia, totalmente irrepetible. Y así estará siempre entre quienes la conocimos y apreciamos entrañablemente.

En efecto. Lo era, en primer lugar, porque -al igual que muchos de nosotros, es verdad- tuvo la oportunidad de formarse técnicamente como jurista en la otra Cuba, la de antes de la alborada radiante de 1959 y que tendía a formar individuos no con miras a lograr la genuina libertad, la verdadera igualdad y la fraternidad humanas, sino a lobos prestos a devorar a los demás bajo la perniciosa influencia de un individualismo a todo tren. Éramos entonces muy jóvenes, y aquella otra Cuba nos dio a todos y a todas un punto de referencia de capital importancia sobre lo que debíamos evitar siempre tanto en nuestra vida personal, como en nuestra brega política y, por supuesto, en nuestras tareas profesionales con la Revolución en el poder.

Pero además -y básicamente- era y es irrepetible porque Olga no solo tuvo el privilegio de seguir, desde un inicio, la guerra que de inmediato desencadenó contra la Cuba Revolucionaria el Imperio que detentaba buena parte de nuestra soberanía; resuelto a no perder a su neocolonia.

Ella siguió esa guerra participando activamente en ella golpe a golpe, escaramuza tras escaramuza y batalla tras batalla, -y a diferencia de los demás que egresamos como juristas con igual bagaje- durante mas de 30 años. Y lo hizo, en lo esencial, desde una atalaya sin par: como Directora Jurídica de nuestra Cancillería, a la cual llegaban, inevitablemente, todas las diversas facetas de esa innoble guerra. A lo cual se suman, por supuesto, sus contribuciones tanto al mundo académico cubano, como al importantísimo Page 49 campo del arbitraje en su marco nacional, y también en el plano internacional.

Algunos de aquéllos que en los primeros años de la década de 1960 y en aquella misma Dirección Jurídica comenzamos junto con Olga a librar las batallas iniciales de esa guerra (que aún continúa), seguiríamos en la lucha, tiempo después, pero desde otras dependencias de la propia Cancillería (o en otros frentes que la Revolución nos asignaba). Por ello, ninguno tuvimos pleno acceso a todas las experiencias a las que Olga accedió durante tan largo y excepcional período. Tampoco tuvieron acceso a ellas, obviamente, aquellos que nos sustituyeron en esas complejas y apasionantes lides cuando ingresaron, tiempos después, a "la Jurídica".

Hoy, para rendirle un modesto homenaje a su fecunda vida, se han seleccionado dos importantes materiales de su obra publicada, entre los muchos con los que ella contribuyó a nuestra cultura y a nuestra praxis jurídicas durante tantos años.

En el primero de ellos -publicado en el Número 38 (Año XVIII) de la Revista Cubana de Derecho, Págs. 149-158-, dedicado a muy diversos aspectos de la situación jurídica de la ilegal ocupación por EE. UU. de una parte del territorio cubano en Guantánamo, Olga nos ofrece una clara muestra de hasta donde llega, en realidad, su formación técnica y profesional. No solo encontramos en esa pieza su capacidad de analista de lo jurídico y lo político, y de su destreza como exégeta de lo legal, sino también sus habilidades en el campo de la investigación histórica.

El segundo de esos materiales es, realmente, un compendio de algunos de los más sustanciales contenidos del libro de Olga titulado Cuba-USA: Nacionalizaciones y bloqueo (La Habana, Ciencias Sociales, 1996). Los mismos resultan esenciales para una clara comprensión de las principales características jurídicas del proceso de múltiples nacionalizaciones llevado a cabo por la Revolución Cubana para rescatar la riqueza nacional de manos extranjeras, así como de la ilegitimidad e ilegalidad del bloqueo genocida que durante más de 50 años ha impuesto EE. UU, a Cuba, en detrimento no solo de los derechos humanos de nuestro pueblo y de los derechos de sus propios ciudadanos, sino además, de la soberanía de todos los restantes Estados del planeta.

La Unión Nacional de Juristas de Cuba se permite expresar su confianza en que la publicación de estos materiales contribuirá a una mayor difusión del pensamiento jurídico de una personalidad de la talla intelectual de la Dra. Olga MIRANDA BRAVO.

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT