El prestigio, la autoridad y el respeto que goza Cuba

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Con más de un mes de antelación a lo establecido en los acuerdos firmados en New York en diciembre de 1988, la agrupación de tropas cubanas, con sus armas, salió de Angola y regresó a nuestro país. El discurso del General de Ejército Raúl Castro, durante la ceremonia efectuada con motivo de ese histórico acontecimiento, constituye un resumen, en toda su dimensión, de tan memorable gesta. Al propio tiempo, destaca el tributo de admiración a la valiente, abnegada y ejemplar actitud mantenida por más de 400 mil hijos de nuestro pueblo, militares y civiles que, a lo largo de casi 16 años, prestaron en Angola la más decidida colaboración en defensa de la soberanía e integridad territorial; honra, ante todo, a los 2 077 compatriotas que no sobrevivieron para ver la victoria.

Los acuerdos de diciembre de 1988 hubieran sido inimaginables sin la operación Carlota y su culminación victoriosa en suelo africano. Angola y Cuba están asistidos del derecho a extraer las experiencias correspondientes de esta hazaña de alcance universal.

Victoria histórica también lo es la independencia de Namibia, última colonia del África Negra que, continuaría siéndolo, si la resolución 435 de 1978 del Consejo de Seguridad no se hubiera cumplido, no obstante la heroica lucha de la SWAPO; victoria, en fin, que se proyecta hacia el futuro y es, además, una fehaciente demostración de la fuerza de los pueblos, que se inserta de modo particular en el pensamiento y la acción futura de la región del África Austral y de todo el Tercer Mundo.

Las batallas de Angola y Namibia, los avances del movimiento antiapartheid y el apoyo político que, a costa de enormes sacrificios, se ha ganado al ANC y 'a mayoría negra en su lucha por una sociedad más justa y un Estado no racista, pertenecen también a todos los pueblos de África.

Gracias a la gesta de Angola comprendemos en todo su alcance el mensaje del compañero Fidel, en el sentido de que cuando un pueblo como el cubano ha sido capaz de combatir y de sacrificarse por la libertad de otro pueblo ¡que no sería capaz de hacer por si mismo! La gloria y el mérito supremo de esta proeza pertenece al pueblo cubano, su protagonista verdadero. Correspondía a la historia aquilatar en su más profunda y perdurable trascendencia, esta memorable página de heroísmo y solidaridad internacionalista.