COMISIÓN DEL SUR: DESAFIO PARA EL SUR. Fondo de Cultura Económica. México. 1991, 335 páginas

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Doctor en Ciencias Miguel A. D'Estéfano Pisani

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Se trata de un profundo análisis realizado por la Comisión Sur, creada en 1987 e integrada por un grupo de 25 intelectuales y dirigentes políticos, de intereses, convicciones e ideologías diversos, pero observadores de las experiencias y los problemas comunes. Se partía de un hecho: el Sur no conoce al Sur a pesar de la similitud de sus problemas en todos los órdenes; no saben de sus ideas, sus potencialidades y también sus limitaciones y, de ahí, que desconozcan las vías posibles de su cooperación para el desarrollo común. Era preciso trazar las estrategias del crecimiento más adecuadas para mejorar las condiciones de vida de sus pueblos. Y debía comprenderse, en el Sur, que la responsabilidad del desarrollo del Sur estriba en el Sur y está en sus manos.

No resulta ocioso repetir que cuando se habla del Sur, nos referimos a los países del Tercer Mundo, los llamados -eufemísticamente Page 150 - países en desarrollo, que si en 1980 constituían las tres cuartas partes de la humanidad para el año 2000 habrán subido a cuatro quintas partes. No sólo serán mucho más las vidas, sino que serán mucho más pobres, entre los cada vez más ricos, a la vez menos y menos en número.

Se partía, en la labor de la Comisión de otra realidad increíble, pero cierta: tratándose de problemas y experiencias comunes para tan gran parte mayoritaria de la humanidad, no se había observado de manera global ni se habían sacado conclusiones para estrategias de desarrollo. Había que ir al Sur y a su desafío, con palabras y con hechos, con la utilización de sus propios recursos en forma más eficaz, en permitir que el potencial de su talento y su creatividad, en la protección del medio ambiente natural, en llevar adelante actividades conjuntas en el marco de la cooperación Sur-Sur. Y ese reto lo es con la carga de una herencia de siglos de dependencia y frente a un Norte -tan minoritario en número como mayoritario en bienes acumulados- precisamente provenientes, por siglos, de ese Sur.

La Comisión Sur, presidida por un gran líder africano, Julius K. Nyerere, tuvo como uno de sus miembros al compañero Carlos Rafael Rodríguez. Era preciso -y se hizo- presentar la situación del Sur y se dirá "En los años 80 la coyuntura internacional sufrió un deterioro repentino y violento que dio lugar a una crisis del desarrollo en el Sur de una gravedad sin precedentes" y entra en su análisis, así como de las consecuencias económicas, sociales y políticas de la crisis.

Esto conduce a la necesidad de reorientar las estrategias del desarrollo, al "imperativo del desarrollo" porque "el crecimiento económico rápido y sostenido es una necesidad imperativa insoslayable para el Sur". Ya el desarrollo agrícola y la seguridad alimentaria en países que son por demás predominantemente agrarios, lo que incluye problemas tales como las reformas en los sistemas de tenencia de la tierra; la infraestructura, investigación, almacenamiento y créditos y los incentivos de precios. Ir al fortalecimiento de una industrialización de base amplia, a una especial atención a los vínculos entre la industria y la agricultura. Ir al desarrollo del sector de los servicios puesto que "Actualmente se tiene plena conciencia de la contribución que industrias de servicios eficientes pueden hacer al crecimiento económico, prestando una amplia gama de servicios a bajo costo a los sectores productivos, es decir, a la agricultura y a la industria". Ir a estrategias del comercio exterior para el desarrollo.

Se trata de casi las cuatro quintas partes de la humanidad, de una fabulosa cantera de recursos humanos que lejos de aprovecharse se convierten en su contrario. De ahí la necesidad que se trae del desarrollo de esos recursos humanos, de la "necesidad de servicios primarios de salud para todos", de "más oportunidades de educación", de enfrentar la gravosa deuda externa,- de "aplicación de las políticas de población"; se trata de estrategias científicas y tecnológicas, Page 151 del Estado, la planeación y el mercado; de la dimensión por sexos del desarrollo, la cultura y el desarrollo, el desarrollo y el ambiente.

Presentada a zancadas la cuestión, el "Desafío para el Sur" se adentra en cómo movilizar al Sur en el doble sentido de hacia una mayor cooperación Sur- Sur y hacia las relaciones Norte-Sur y el manejo del sistema internacional. En relación a la cooperación Sur-Sur se señala que a comienzos de la década la América Latina y el Caribe abrieron caminos al crear diversas instituciones regionales y subregionales orientadas a mejorar sus posibilidades de relaciones, así como con África negra y la Liga de los Estados árabes; que "los esfuerzos por ampliar los vínculos Sur-Sur -tanto mundiales como regionales- tropezaron inevitablemente con las rigideces de una economía mundial organizada conforme a un eje Norte-Sur", pero que en ese decenio "había un considerable optimismo acerca de la cooperación Sur-Sur"; el comienzo del decenio de los ochenta "se caracterizó por el ambicioso Programa de Acción de Caracas sobre cooperación económica entre los países en desarrollo, aprobado por el Grupo de los 77 en 1981", pero "la crisis obligó a los gobiernos de la mayoría de los países en desarrollo a centrarse en la administración económica interna, en objetivos de corto plazo y en sus relaciones con los países desarrollados. La cooperación Sur-Sur pasó a tener menor prioridad entre sus preocupaciones". Más, la Comisión extrajo una experiencia y es la de que "los cambios que tienen lugar tanto en el Sur como en el Norte y en el panorama mundial están aumentando la necesidad y las posibilidades de una colaboración Sur-Sur."

Pongamos atención al siguiente párrafo de la Comisión Sur: "El mensaje fundamental del presente informe es que el progreso del Sur depende principalmente de sus propios esfuerzos. Para poner fin al subdesarrollo los países del Sur deben movilizar el potencial de sus pueblos y sus recursos para conseguir un crecimiento acelerado, equitativo y sostenido. Asimismo, deben colaborar entre sí para multiplicar el efecto del esfuerzo nacional mediante la solidaridad, la cooperación y la autoconfianza colectiva. Sin embargo, este mensaje no debe ocultar la realidad de que el desarrollo del Sur está estrechamente vinculado con el progreso de sus relaciones con el Norte". A la Comisión no se le oculta que "hay que modificar la relación pasando de la explotación al beneficio compartido, de la subordinación a la asociación. Creemos que este es un objetivo posible porque el Norte también necesita del Sur". Y pasa a analizar esa afirmación. Pero ¿acaso la Comisión no se refiere al "colapso del diálogo Norte-Sur?" Los años transcurridos entre 1990 y nuestros días han sido increíbles como traumáticos; la Comisión concluía su informe en los inicios del derrumbe del socialismo en Europa del Este y de sus implicaciones para el Sur, que no pueden ser peores. Pero, de todos modos queda en pie una investigación indispensable, que precisa tener a mano.

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