Relaciones comerciales azucareras Cuba-Estados Unidos, 1902-1960

AuthorJorge Pérez-López
Pages175-198
Capítulo VII
Relaciones comerciales azucareras
Cuba-Estados Unidos, 1902-1960
Jorge Pérez-López
U. S. Department of Labor
En la segunda mitad del siglo XVIII la producción y exportación de azúcar ya
jugaban un papel importante en la economía de Cuba y su comercio exterior. De
1750 en adelante el auge en el cultivo de la caña y la construcción de fábricas de
dulce (llamadas en la isla ingenios y centrales cuando se mecanizaron) condujeron
a un aumento signicativo de la oferta y las ventas.
La guerra de los Siete Años entre Gran Bretaña y Francia (1754-1763), en la que
España participó del lado de la segunda, y la toma de La Habana por los ingleses en
su transcurso (1762) afectaron a los patrones tradicionales de comercio del azúcar
de las Américas a Europa, creando espacio para las exportaciones de Cuba. A nales
del siglo XVIII, la sublevación de los esclavos de la colonia gala de Saint Domingue
(1791-1804) redujo signicativamente la oferta de la que por entonces era la mayor
productora de dulce del mundo, conriendo nuevas oportunidades a la Gran Antilla
para aumentar la suya hasta una posición de liderazgo internacional que alcanzaría
en años sucesivos y mantuvo durante décadas1.
La independencia de Estados Unidos de Gran Bretaña (1775-1783) fue esencial
en el proceso de crecimiento de la producción de azúcar en Cuba. Ese país dejó de
comprar dulce en las colonias de su ex-metrópoli, y aunque inicialmente las grandes
beneciarias fueron las francesas, la Gran Antilla también pudo aumentar su oferta.
Además, el comercio de la isla estaba sometido entonces a régimen de exclusivismo
metropolitano, pero durante el conicto de las Trece Colonias contra Inglaterra,
en el que España participó del lado de los sublevados, se autorizó su práctica con
1 Sobre estos procesos ver Manuel Moreno Fraginals, El ingenio. Complejo económico-social cubano
del azúcar, La Habana, Ciencias Sociales, 1978 (3 v.); Roland T. Ely, Cuando reinaba su majestad el azú-
car, Buenos Aires, Sudaméricana, 1964; Leví Marrero, Cuba: economía y sociedad, San Juan de Puerto
Rico; Madrid, Playor, 1972-1988 (14 v).
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naciones neutrales, medida que se mantuvo posteriormente de iure o de facto hasta
su sanción denitiva en 1818.
El crecimiento de la producción de azúcar de Cuba, por lo tanto, estuvo vinculado
desde la década de 1770 al de la demanda norteamericana, pues en España carecía de
mercado suciente para comprarla. Además, debido al surgimiento en Europa de una
industria que elaboraba dulce de remolacha en el período de las guerras napoleónicas
y que fue protegida en las naciones del viejo continente, las exportaciones de edul-
corante de la Gran Antilla se concentraron progresivamente en Estados Unidos. A
mediados del siglo XIX ya se enviaban un 50% de las mismas a ese país y en el último
tercio de la centuria el 70% o más, porcentaje que se mantuvo tras la independencia
de la isla en 18982.
El propósito de este capítulo es analizar las relaciones comerciales azucareras
entre Cuba y Estados Unidos durante el período republicano, como se conocen en
la isla los años transcurridos entre su independencia efectiva –en 1902, tras la ocu-
pación que sufrió por parte de ese país al cesar el dominio español, con la inter-
vención del ejército norteamericano en su conicto emancipador (1895-1898)– y
la revolución de 1959. El objetivo es contribuir al estudio histórico de los vínculos
económicos entre ambas naciones que se examinan en este libro3.
Al calor de las relaciones económicas con Estados Unidos, que privilegiaron su
comercio, en el período republicano la industria del azúcar se extendió geográca-
mente por toda Cuba, pues durante el siglo XIX se había limitado a su mitad oeste
y sólo se desarrolló en algunas zonas del este (Nuevitas, Guantánamo, Manzanillo y
norte de la ciudad de Santiago), incrementando así su inuencia económica, política
y social.
El rápido crecimiento de la agroindustria cañera en Cuba intensicó el mono-
cultivo y llevó a la identicación de la isla con ella y con los vaivenes de su oferta,
exportaciones y precios. Evidencia de esto es la muy familiar frase “sin azúcar no hay
país”, atribuida al hacendado y senador cubano José Manuel Casanova, conocido
en las décadas de 1930 y 1940 como el zar del Azúcar4. Aunque la Gran Antilla se
2 Antonio Santamaría; Alejandro García Álvarez, Economía y colonia. La economía cubana y la rela-
ción colonial con España, Madrid, CSIC, 2004, pp. 223-227.
3 Entre sus capítulos hay otros dedicados al mismo período abordado en éste o en parte del mismo,
y algunos con similar temática azucarera, particularmente los escritos por Alejandro García Álvarez
o Alan D. Dye.
4 De ahí que el historiador Antonio Santamaría titule su excelente libro sobre la industria azucarera
insular durante parte del período republicano (1919-1939), Antonio Santamaría, Sin azúcar no hay

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